Arrancó la procesión de San Andrés tras la misa celebrada en San Pedro de la Rúa. Al pie de la escalinata, se fueron organizando los 27 grupos que conformaron este desfile por las calles de la ciudad del Ega.
Una procesión que arrancó pasadas las 12.00 horas con las órdenes de Marino Oronoz y Roberto Hita, que hacían cumplir a rajatabla el protocolo y el orden de participación. Entre los asistentes no esperados también se presentó el muñeco Txoskin, que estuvo en el inicio del recorrido. También formó parte del decorado una pancarta que se había colgado en la peña de los castillos y en la que se podía leer “UPN, autoritario, PSN cómplice. Gora jai herrikoa”.
Entre las más pequeñas de la procesión, Angela Hermoso de Mendoza y Daniela Sola encabezaban el paso de la virgen del Puy. La imagen de la virgen grande estaba encabezada por Rocío Rodríguez y M.ª Puy Villar, quienes animaron a la participación. Al igual que entre los que portaban los restos de la reliquias del patrón San Andrés, encabezados por Fernando Regueira y Andrés Echegaray.
Con todo, la comitiva arrancaba con la Comparsa de gigantes y cabezudos, seguida de varias cruces parroquiales. Tras ellos acudió la rondalla María Inmaculada, que interpretó la jota a los patrones. El primer grupo de danzas de la procesión fue el de la Virgen del Puy y San Andrés. Tras ellos, los jubilados Ega y la agrupación de txistularis Hilario Olazarán y la rondalla Los Estellicas, en cuyo seno cantó dos jotas José Luis Albeniz. Una rondalla que compartió espacio con varios estandartes como el de Los Amigos del Camino de Santiago. El segundo de los grupos que portaba en su cabecera las banderas de Navarra y la ikurriña fue Larraiza junto con gaiteros y la fanfarre de la peña San Andrés y la rondalla Guilaudban delante de los danzaris txikis y mayores de Ibai Ega. Finalmente, la banda de música de la ciudad precedía a la corporación al completo junto con distintos mandos militares, forales y municipales.
La Pañuelada
Tras la procesión, y desde las escaleras de San Pedro, se inició La Pañuelada. Un acto que arrancó hace más de medio siglo como una reivindicación de la juventud y que ahora se repite con un carácter festivo. Así, fueron varias las decenas de filas las que se formaron con la tarea de bailara y detener el paso de la corporación municipal de regreso de la procesión hasta el ayuntamiento. Una distancia de apenas 200 metros que costó casi hora y media recorrerla. Hasta que finalment –ya en el paseo de la Inmaculada– las filas se abrieron para dejar paso a los componentes de la corporación municipal hacia el interior de la casa consistorial. Un paseo que los concejales y concejalas hicieron entre la agitación de los pañuelos rojos.
El acto concluyó con el saludo desde el balcón del ayuntamiento de algunos ediles que fue respondido desde abajo por los participantes. Un año más, entre las filas que históricamente estuvieron compuestas solo por hombres, había también mujeres “queremos participar porque lo cierto es que es un acto que ha perdido el sentido reivindicativo que tuvo y estos son otros tiempos como para separar entre hombres y mujeres”, aseguró una de las participantes al comienzo del recorrido. Y es que la pañuelada empezó hace 58 años como un acto de protesta precisamente por la prohibición municipal de abrir los chabisques.
Como cada año la música de acompañamiento corrió a cargo de La banda Unión Musical Estellesa que esta vez no tocó el tema de las fiestas de Dancing Queen si no que repitió con insistencia Bajo la doble Águila que fue coreado por los y las participantes.