Tafalla se vistió de gala para celebrar su segundo día de fiestas, marcado en el programa como el de la Virgen de la Asunción. Las camisetas llenas de lamparones y el furor del víspera dieron paso a las camisas planchadas, los vestidos y la sutileza festiva. A pesar de todo, todavía quedaba quien estiraba la noche hasta las dianas. Los bajos del pantalón y las danzas excesivamente efusivas los delataban.

Dos horas después y con a penas nula presencia gaupasera sonó el cohete del encierro. Rápido, sin grandes incidentes, pero muy concurrido a ambos lados del vallado. Las gradas de la Plaza de Toros también se llenaron para las vaquillas, aunque se fueron vaciando en base a la escasa actividad sobre el ruedo. Pocos recortadores, eso si, los que había bien sabidos.

Los gigantes de Asier Marco bailan en la plaza tras el desfile. Endika Iriso

La churrería de Las Pulgas alargaba la cola hasta la esquina de la plaza. El olor, sin duda, era su mejor reclamo. Pasadas las 10:30 en el reloj del Ayuntamiento salió la corporación camino a la iglesia. La comparsa de gigantes posaba para foto antes de meterse bajo las faldas de las figuras. El retrato mostraba felices a los danzantes, animados y con hombros y piernas fuertes. Veamos como terminan el 20…

CALLE ARRIBA

Los cabezudos protagonizaban sus primeras carreras en la gran avenida. Algún que otro muete se llevó una buena, tanto que para cuando dieron la curva ya había más de una botana reventada. No obstante, aquello no suponía problema ni cese de actividad, ya que Ugaitz, Unax y Amets se encargaban de proveer el recambio a los kilikis con ojo avizor. Aplausos y vítores al paso de dantzaris, corporación y banda. El cierzo (el fenómeno meteorológico, no la peña) causó que los y las abanderadas sujetaran las enseñas, que volaban con vida propia si se dejaban sueltas.

Los dantzaris de Tafalla calle arriba en el desfile de la corporación. Endika Iriso

A la llegada a la iglesia, los devotos a rezar y los hambrientos a almorzar. Alaitz Lizarazu, veterano de la comparsa, nos comentaba sonriente el platazo que los esperaba en el bar Rafael. Buche lleno, un par de tragos al porrón y para arriba.

CALLE ABAJO

A las 12:00 repicaron las campanas y comenzó la bajada. A la altura del bar Zapato el olor a puro superaba al de los ramilletes de albahaca de algún que otro costumbrista. Hubo aplausos para todos y todas, en especial para el alcalde, pero también fueron animados concejales, músicos e incluso el jefe de la Policía Municipal, que recibía muestras de apoyo popular como contraposición a las acusaciones por parte de su plantilla. Radica batía a Lagunero una y otra vez. Y así hasta llegar a la plaza.

La comparsa al completo antes de iniciar el desfile. Endika Iriso

Como novedad, los valses y la jota se situaron frente al Ayuntamiento y no junto a la tómbola, como era habitual. Sin saber la razón de la decisión, público y comparsa demandaban más espacio, igual que la Banda, que se apelotonó en el interior del kiosco. Sonó el vals centenario, un maravilloso arreglo de Carlos Lizarazu “Puntxon” para gaiteros y Banda. Seguido entró a escena la Comparsa de Gigantes de Asier Marco, que celebra su décimo aniversario. Por último, entró el grupo de dantzas, que lució atuendos labortanos para la ocasión. Hoy, viernes 16, la corporación volverá a salir a la misma hora con igual recorrido. Una segunda oportunidad para quien se perdió uno de los actos más emotivos para la ciudadanía tafallesa.