Comenzó la importante feria de novilladas picadas de la villa navarra con una interesante función, de la que salió victorioso Alejandro Chicharro tras cortar una oreja de cada uno de los utreros de su lote. En tarde agradable y entretenida también tuvo nota destacada el quinto utrero, Pacharán. Fue el mejor presentado en un muy desigual encierro de Pedrés. Un bravo y enclasado toro que fue de menos a más y que ofreció claramente sus dos orejas a Alejandro Chicharro. El de Miraflores de la Sierra sólo se llevó una, aunque con algo de petición de la segunda, porque el bueno de Pacharán se tragó la muerte de modo admirable durante mucho tiempo. Pacharán, aún con la salida tapada se empleó con fijeza y metiendo los riñones en varas. Incluso, derribó a la cabalgara. Por menos, algún toros ha sido premiado en plazas no muy lejanas de Peralta con la vuelta al ruedo e, incluso, en Azpeitia, con indulto. Fue Pacharán el toro que en el encierro había destacado con mucho tino por sus hechuras y comportamiento Marcos, compañero de información de la televisión local. Sin duda, el acople entre Chicharro y Pacharán fue lo mejor de este primer festejo.

También hubo buena respuesta y manufacturas de Lalo de María y Cid de María. El rubio francés y el pacense se mostraron placeados y con buenas maneras. Lalo de María no tuvo ninguna opción ante un primer utrero con hechuras y cuajo de toro en cualquier plaza de segunda categoría, pero que tenía muy escasas fuerza y cortaba el viaje echando la cara al pecho del novillero. De hecho, el galo sufrió una colosal voltereta de la que salió indemne. En este novillo se desmonteró tras parear con riesgo y brillantez el también francés Marco Leal, que también puso banderillas en el lote de Cid de María.

Lalo de María, cuya madre, la rejoneadora María Sara, le daba alguna indicación desde la barrera, sí tuvo suerte con el segundo de su lote. Fue un toro de buena romana, aunque algo gacho de cuerna. Era un Coctelero que enseñó en los primeros tercios sus goterones de mansedumbre, pero también de bravura. En la duda triunfó la magia de la bravura y el utrero terminó de entregarse en la muleta. Primero lo hizo abriéndose un poco distraído, pero poco a poco se entregó con clase y un perfecto ritmo para torear despacio. Mérito, sin duda, también del Lalo de María, que entendió las condiciones e hizo que el animal se definiera. Una estocada con travesía y el descabello le restaron el seguro trofeo.

Cid de María, el más joven, se justificó bien ante el tercero de Pedrés, que se aburrió pronto. Ante el sexto, mansito, con el que insistió sin posibilidades.