La mañana se levantó con un sol exuberante en Estella. El calor que cada vez apretaba más no impidió a los numerosos feligreses acercarse hasta la Basílica de Nuestra Señora del Puy.
Tras una misa de cerca de una hora, la comitiva municipal formada por el Cuerpo de la Ciudad, los grupos de dantzaris municipales y la banda de música enfiló calle abajo para realizar la Bajadica del Puy femenina. Acabado el acto religioso las gaitas de los Hermanos Montero de Estella retumbaron en la explanada del templo y junto con los grupos de dantzas colocados en dos filas desfilaron por las calles de Abarzuza, San Pol, Lizarra y Valdeallín.
Una madre de una joven dantzari la seguía de cerca mientras ella comenzaba a desfilar con su grupo. “Algunas tenemos que hacer la bajada alternativa”, afirmaba entre risas Clara Salinas mientras cargaba con una botella de agua de un litro para saciar la sed de su hija. Tras ellos se colocaron los maceros y la corporación municipal.
“Yo la llevo haciendo desde que se creó, en 1974. Ahora ya no me da el cuerpo para bajar hasta el ayuntamiento”, dijo Marisa Fuertes, estellica orgullosa que a sus más de 80 años sigue participando en muchos actos festivos. Otras cuadrillas, más jóvenes y también más resacosas esperaban guareciéndose del calor al principio de la calle Carpinterías..
“Esto nos viene bien para eliminar las toxinas de ayer”, susurra Carla Martínez con la voz ronca por el desfase del primer día de fiestas. En la primera parte del recorrido la corporación va en silencio, sin embargo, al llegar a la altura de la peña la Bota, la banda comenzó a tocar los acordes del desfile y poco a poco las cuadrillas de mujeres se iban juntando para “impedir” el paso en la medida de los posible a la corporación.
Todo tipo de cuadrillas
A cada escalón de la calle Carpintería la comitiva se paraba debido a las danzas de las estellicas. Pronto comenzaron a aglutinarse cuadrillas en torno a la comitiva; a mitad de la calle eran 30 filas de mujeres que bajaban al ritmo de la banda. Entre ellas se encontraba Malen, que con seis años “bajaba por primera vez”.
Su cara expresaba ilusión y felicidad a partes iguale, iba de la mano de su abuela, igual de feliz. “Este día no se me va ha olvidar jamás”, afirmaba la abuela; seguro que a su nieta tampoco. A diferencia de la malograda bajada de este viernes, Viernes de Gigantes, que se acabó suspendiendo por decisión de la alcaldesa Marta Ruiz de Alda.
Esta vez las mujeres dieron una lección de convivencia y festividad, incluidos los colectivos protxoznas que se unieron a la bajada portando globos con sus reivindicaciones. Todo el acto discurrió sin incidentes. En la parte final del recorrido esperaban los gigantes junto a los grupos de danzas frente a la fachada del ayuntamiento. Una legión de niños subidos a los hombros de sus padres custodiaba a las figuras.. “Nosotros nos saltamos la bajada; los primeros minutos están bien luego ya se nos hace un poco largo”, apunta Miguel Lukin, que no pierde de vista a su hijo Asier mientras este juega con los kilikis.
Una vez la comitiva entró en la plaza del Ayuntamiento, ocurrió uno de los momentos cumbres de la Bajadica del Puy: los numerosos asistentes se desanudaron sus pañuelos del cuello y los ondearon al cielo para despedir a la comitiva municipal mientras esta se metía en el Ayuntamiento.
Tras este culmen, los estellicas se volvieron a anudar el pañuelico dispuestos a seguir con la fiesta. Durante más de una hora las estellicas se adueñaron de la fiesta.