En 1967 la avenida de Marcelo Celayeta era ya una populosa calle de la periferia pamplonesa, aunque su aspecto distaba mucho del que tiene para quienes tan solo la hayan conocido en los últimos años.

La foto fue obtenida a principios de junio, pero en un día lluvioso y que se nos antoja bastante fresco. Un hombre con chaqueta ha salido a la puerta de la carpintería mecánica de Garaicoechea, mientras que enfrente una señora, vestida de negro y con paraguas, acaba de pasar ante la parroquia de El Salvador y se aleja ya. Un motocarro de tres ruedas, de aquellos que usaban los panaderos, acaba de pasar junto a un chaval en pantalones cortos que comienza a cruzar la calle, mientras que el solitario vehículo enfila hacia la clínica Padre Menni y, más lejos aún, hacia el cine Amaya. Puede verse que la urbanización de la zona es muy somera, con una carretera mal asfaltada y una única acera en el lado izquierdo, estrecha y mal acondicionada.

Hoy en día la fisonomía de la avenida Marcelo Celayeta ha cambiado hasta el punto de ser difícil encontrar elementos de referencia entre ambas imágenes. La antigua carretera es hoy una calle con exceso de tráfico, y las aceras se han ampliado, acondicionado y dotado de arbolitos y mobiliario urbano. El cine Amaya cerró en julio de 1970, aunque el edificio no sería derribado hasta 1992, y así las cosas, la clínica del Padre Benito Menni es el único edificio que ha sobrevivido a los 51 años transcurridos. Ante ella, en el lugar en que en 1967 pasaba un motocarro, maniobran hoy dos modernas villavesas, una de ellas articulada. Es el signo de los tiempos...

En cuanto a Marcelo Celayeta (Marcelo Celayeta Esparza, Riezu 1867-Pamplona 1931), fue un sacerdote dinámico y ocurrente, también algo trabucaire, que fue párroco de San Lorenzo y fundador de las Escuelas del Ave María. Se dio su nombre a esta avenida pamplonesa el 27 de junio de 1951.