Pamplona - “Queríamos pasar de una arquitectura cerrada y excluyente a una arquitectura abierta e inclusiva”, porque “imaginábamos un lugar de escala humana y lleno de vida”. Con este planteamiento previo idearon sus autores el proyecto Árbol de la Memoria, uno de los tres seleccionados en el concurso de ideas para los Caídos que tienen autoría pamplonesa, y que, entre otros aspectos, destaca por la importante instalación escultórica que representa un haya de 35 metros de altura que llega hasta la cúpula del monumento, un árbol con memoria porque en sus hojas recuerda a los represaliados en la Guerra Civil.

A Jokine Crespo y Luis Beriáin el concurso de los Caídos les ha vuelto a unir artísticamente hablando. Pamploneses de 1980, compañeros de colegio, instituto y universidad, ahora separados (ella es socia del estudio local Voilà! en Pamplona y él profesor en Barcelona), lo tenían claro: “Una se hace arquitecto para, entre otras cosas, asumir retos como éste”, comenta Jokine y añade: “Siempre habíamos pensado que éste era un lugar importantísimo en nuestra ciudad sin resolver, la asignatura pendiente de Pamplona. Seguimos de cerca los debates y reflexiones previas y no pudimos evitar presentarnos”. Conocían bien la zona, porque, según explican, “para bien o para mal forma parte de la conciencia colectiva de la ciudad y de nuestro paisaje urbano”. Un conjunto arquitectónico instalado en 1942, pero que décadas después y con el crecimiento continuado de la ciudad, se había convertido en “un tapón urbano sin vida, con poco uso y con un significado molesto para una gran parte de la gente”, un inconveniente que “a la vez puede convertirse en una gran oportunidad para la ciudad, por su ubicación y por su potencial de transformación urbana y simbólica”, opinan.

Árbol de la memoria es, según explican, “el lema del proyecto y la instalación artística conmemorativa que proponemos en el interior”, y que pretende ser “una metáfora de cómo la vida crece en un lugar de muerte”. Para este proyecto, los arquitectos partían con unas premisas claras desde el principio: “Accesibilidad universal en todos los espacios exteriores e interiores”, la “resignificación del conjunto” y la “transformación y ocupación de la arquitectura existente para una nueva experiencia y unos nuevos usos”.

Cuando se les pregunta cuál ha sido el principal reto de su trabajo, Jokine y Luis reconocen que “lograr una resignificación profunda era nuestro verdadero reto”, porque “la resolución del diseño urbano y la creación de nuevos usos era una condición necesaria, pero no suficiente en este proyecto”.

transformar sin DERRIBAR Y para conseguir el cambio de significado del Monumento a los Caídos reconocen que, al principio, “nos llegamos a plantear el derribo. Discutimos mucho y le dimos mil vueltas”, pero, finalmente, llegamos a la conclusión de que el mensaje que se transmite mediante una transformación desde los cimientos hasta la cúpula es más potente que un derribo”, una transformación tal que dota al interior del templo de nuevas plantas en las naves laterales, de tal manera que el edificio, hasta ahora inaccesible, es ocupado por el visitante en toda su amplitud.

El proyecto el Árbol de la Memoria, aunque todavía se encuentra en la fase de finalistas, ya está, como el resto de obras elegidas por el jurado, generando debate “y esto ya es importante para nosotros”, opinan, y añaden que solo el hecho de participar en la resolución de un espacio urbano como éste, con la controversia ciudadana que ha generado, ya es interesante como arquitectos: “Estamos orgullosos de él”. - M. Salvo