pamplona - Eran ruidosas, lentas. Pegaban acelerones en las rectas y los tirones en plena curva obligaban a más de uno a agarrarse a la barandilla como si no hubiera un mañana. Los billetes, que llegaban por rollos, se despachaban a cambio de monedas de 25 pesetas y el retumbar del motor ahogaba buena parte de las conversaciones. Pero esa instantánea forma ya parte del pasado: las villavesas, ahora, son extremadamente silenciosas. Van suaves, como la seda, y resultan cómodas y ligeras.

Puede que ya no se oiga tanta cháchara porque el futuro viene con wifi incorporado y cargador para los móviles, pero parece un peaje asequible teniendo en cuenta que, con una carga que dura apenas 3 minutos, los autobuses eléctricas forman parte ya de la actualidad más cercana.

La Mancomunidad de la Comarca de Pamplona puso ayer en marcha sus nuevas villavesas eléctricas, seis en total, que inauguraron el servicio de la 9 (Renfe-Universidad Pública de Navarra) marcando un hito al convertirla en la primera línea del Transporte Urbano Comarcal que operará en modo 100% eléctrico, una energía renovable con cero emisiones. Además, al contar con seis vehículos, será la línea eléctrica con más autobuses de estas características en todo el Estado.

Y todo made in Navarra, porque estos nuevos autobuses han sido suministrados por la empresa Vectia, localizada en Castejón, que se ha encargado de instalar dos postes de recarga o pantógrafos en las cabeceras de la línea (estación de Renfe y Universidad Pública de Navarra), brindando cuando llega la villavesa una imagen poco usual, casi propia de las películas más vanguardistas.

El mecanismo es sencillo: los conductores -doce, a los que se les ha enseñado el procedimiento- disponen de una línea marcada en el suelo que les sirve como guía a la hora de estacionar (en la UPNA es un bache en el que debe quedar encajada la rueda), para poner el freno de mano y darle a un botón verde mediante el cual se inicia la recarga, desde el poste y hacia el techo de la villavesa. 180 segundos en los que los chóferes pueden ver en el salpicadero el porcentaje de batería que se va recargando antes de continuar la ruta, que en este caso dura unos 35 minutos de ida y lo mismo de vuelta.

Menos ruido Ayer, Roberto de Luis llegó desde la UPNA a Renfe con el 65%. “De sobra -señalaba, destacando las bondades de este nuevo sistema-. La conducción es muy suave, pero sobre todo más silenciosa. Es una iniciativa muy positiva, las calles por las que pasamos en el II Ensanche son muy cerradas y estrechas, así que para los vecinos se genera mucho menos ruido. El peatón no lo oye tampoco pero si se circula bien no tiene por qué haber sustos”, valoraba. Lleva 27 años conduciendo y ha vivido muchos cambios, “hemos ganado mucho en comodidad, son todo avances”.

David Ardaiz, otro compañero que lleva 12 años al volante, también estrenó ayer la línea. “La conducción es similar, porque ya contábamos con vehículos semiautomáticos, aunque este ya es automático. Es un avance importante, todo lo que sea mejorar y proteger el medio ambiente, está bien”.

Con el sistema de carga del pantógrafo, el tamaño necesario de las baterías de los autobuses es muy reducido ya que solo se necesita la capacidad de carga suficiente para realizar un trayecto (ida o vuelta) a diferencia de si se realizara una carga únicamente nocturna, lo que requeriría una batería para realizar más de 30 viajes diarios. “Está previsto que las pequeñas baterías duren más de 10 años, sin necesidad de recambios, y es previsible que para entonces exista tecnología y mercado suficiente para que no se conviertan en residuo y tengan nueva vida una vez recicladas”, explican desde la Mancomunidad. Con estos seis autobuses, además, se dejan de emitir 400 toneladas de CO2 cada año.

Ayer había inspectores en las dos cabeceras que se encargaron de comprobar el funcionamiento de las cargas -disponen de un pequeño depósito de combustible por si hay cualquier fallo- durante el primer día de una iniciativa que se ha instalado en una línea frecuentada por un buen número de usuarios. El trajín por la mañana, al menos, fue constante, con pocos asientos libres y bastante gente en las paradas.

“A mí me parece ideal, hace menos ruido, los frenazos no se notan y el viaje es mucho más cómodo. Que no contamine es lo principal”, decían Mikaela Osinaga y Francisco Gamallo, usuarios de la villavesa. Vecinos de San Jorge, suelen cogerla todos los días. Íñigo Juango, vecino de Barañáin, es también usuario habitual y ayer comprobó de primera mano todas esas ventajas. Cuando se bajó del vehículo sólo se oyó la puerta. “Estos autobuses son estupendos, no meten apenas ruido. Lo he visto cargar y es muy curioso”, señalaba. Le gustó incluso el letrero de la línea, de color blanco, “que se va a ver mejor por la noche. El trayecto es lineal, sin tirones. Además no contamina nada”, agradeció.

De la flota de 148 autobuses de los que dispone la Mancomunidad, 33 (el 22%) son híbridos, y ahora 6 (el 4%), eléctricos. Antes de Sanfermines, avanzaron, esperan incorporar siete más.

Recarga en 35 minutos. Los seis autobuses eléctricos se cargan en los postes habilitados en Renfe y la UPNA, en tres minutos, cada 35 minutos (lo que dura uno de los trayectos, el de ida o el de vuelta). Cambio en las frecuencias. De lunes a viernes la frecuencia será de 12 minutos, cuando hasta la fecha era de 10. Los sábados se mantienen las frecuencias y cambian los horarios de los servicios con salida desde la UPNA. Los domingos y festivos cambia la cabecera de plaza de las Merindades a plaza Príncipe de Viana. Queda anulada la parada de calle Monasterio de la Oliva (rotonda con Monasterio de Irache) en San Juan.

400

Toneladas de CO2 dejarán de emitirse al año con la puesta en marcha de estos seis autobuses eléctricos.