iruña - Cuenta la leyenda que entre el barrio de San Nicolás y San Saturnino vivía la princesa Juana, hija de los Reyes de Navarra, una niña valiente y alegre a la que llamaban Maritrapu porque siempre llevaba consigo una muñeca de trapo muy especial. Era mágica: quien la tuviera en sus manos siempre sería libre de hacer lo que quisiera, y gracias al corazón generoso y bueno de la niña, los dos burgos vivían en paz. Pero el señor de la Navarrería, un jefe envidioso y oscuro, conocía el poder de la muñeca y haría cualquier cosa por conseguir lo que su corazón negro deseaba.

Fue el cuervo Zitala el que, acechando, agarró con su largo pico y se llevó volando a Maritrapu hacia la Catedral, arrebatándosela de las manos a la niña mientras jugaba con ella y dejando los tres Burgos en la más absoluta y fría soledad. Comenzó así una guerra librada por dos bandos que ayer volvieron a tomar de nuevo las calles del Casco Viejo de Iruña para recordar la historia de Maritrapu, que aunque consiguió vencer aquella batalla nunca recuperó su muñeca: los vecinos la buscan cada año, cada Carnaval, para recuperar junto a ella su libertad.

El estruendo de los cencerros mecidos con energía por los zanpantzar anunciaron ayer el comienzo de la fiesta en una Navarrería abarrotada que les esperaba con ganas. Y estaban todos, con disfraces de todo tipo y condición, que se dieron cita junto a la fuente para contemplar el espectáculo. Llegaron con bengalas y acompañados de Ziripot, zaldiko, momotxorros, sorginak y otros personajes del carnaval rural, que se mezclaron con disfraces algo más modernos -desde payasos hasta curas que hacían confesiones exprés, personajes de la serie Stranger Things o princesas en miniatura, por citar algunos-.

La Corporación Txiki fue la encargada de leer un pregón con el que desearon un buen comienzo de fiestas, como paso previo a la subida de Zitala a la fuente de Navarrería para colgarlo desde lo alto, inaugurando oficialmente el Carnaval, al que se pondrá el broche el lunes con su quema en Santa Ana. Salieron después en kalejira, una marabunta de txikis con sus padres y madres, en un ambiente festivo e inmejorable que contó con gente de todas las edades. Recorrieron Mercaderes, Zapatería, Pozo Blanco, San Nicolás, San Miguel, San Francisco, San Lorenzo y Jarauta hasta Santa Ana, acompañados de la fanfarre de Iruña Taldea, Muthiko Alaiak y la Peña Alegría de Iruña. El picoteo de choricicos en la plaza puso la guinda antes de los conciertos para calentar motores en una noche que se esperaba movida y multitudinaria.

La comisión de fiestas del Casco Viejo, Jai Batzordea, se encarga de preparar un cita que este año tiene como temática "La máquina del tiempo", que servirá para engalanar el desfile de carrozas hoy entre cuadrillas. "Es una de las fiestas comunitarias más bonitas, porque hay mucha alegría, fiesta, y es divertido. Te disfrazas y sacas otra parte de ti, además de que participa muchísima gente", decía Javi Gorraiz. Mucho trabajo, con reuniones desde diciembre a las que están invitados todos los vecinos, han dado como resultado un evento que ha conseguido establecerse en el calendario del barrio, vivo y reivindicativo, para hacer las delicias de pequeños y mayores. La fiesta está servida.