Lantz - Detrás del tradicional gorro que Miel-Otxin porta sobre su cabeza el día grande del Carnaval de Lantz se encuentra la historia de Victoria Eugui y Margarita Ciga. Victoria acaba de cumplir 92 años y hasta hace tan solo dos se había encargado de confeccionar el famoso gorro que completa la indumentaria del bandido, que será capturado hoy después de haber cometido innumerables asaltos a los habitantes del pueblo. A día de hoy, el testigo lo ha recogido su sobrino de Victoria y e hijo de Margarita, Juanma Eugui. Una tradición familiar que ha conseguido que el carnaval siempre estuviera presente en su casa. Victoria ve los Carnavales desde la terraza de su casa y reconoce junto a Margarita Ciga, que se echan para atrás cada vez que asoma el fotógrafo.

Los carnavales se prohibieron durante el franquismo y la Guerra Civil desde 1937 hasta 1943. Sin embargo, un año más tarde José María Iribarren, Esteban Uranga, y posiblemente Ignacio Baleztena, influyeron para obtener el permiso del aparato franquista que trajo de vuelta los carnavales, al menos, por un año, pese a la cercanía temporal de la guerra. En ese momento cayó en Victoria la responsabilidad de diseñar el gorro que llevaría Miel-Otxin: “Y yo qué sé cómo se hace”, recuerda que se planteaba cuando se lo pidieron, hasta entonces nunca había elaborado uno. Le pedían que lo elaborase con una punta larga para las fiestas a lo que respondió: “Haremos lo que sepamos, lo que no sepamos no haremos”.

Sin ningún estilo ni patrón previo, Victoria dirigió las riendas del diseño que ella estimaba cada año, por lo que en cada Carnaval el gorro que lucía el protagonista era diferente al anterior. De hecho, dependían de los materiales que sus familiares les llevaban y a partir de ahí la imaginación y la improvisación daban lugar al complemento más llamativo de la comitiva, que además cuenta con su rasgo identificatorio propio.

cambios en el diseño Un cartón en forma de cono y tiras de colores completan los elementos necesarios para su elaboración. Sin embargo, la manera en la que se peguen las tiras determina un rasgo distintivo en cada uno de los gorros. Los primeros modelos, reconoce Victoria, utilizaban el corte del papel para pegar sobre el cartón y como consecuencia, “quedaban un poquico planos”, admite entre risas. Entre varias pruebas previas para encontrar el modelo adecuado, la definitiva fue darle la vuelta al papel para conseguir un mayor volumen. Por eso, Juanma recuerda refiriéndose a su tía que “sin buscar un protagonismo, que nunca ha querido, la idea del modelo casi es suya”.

Por un lado, se encuentra el gorro de Miel-Otxin que suponer la parte principal, y por el otro, están los gorros de los txatxos que ya derivan en colores y formas. La principal diferencia entre el gorro del bandido y el de sus perseguidores es que el primero tiene cintas colgando al aire, al margen de las ya pegadas, y un gran pompón, mientras el de los segundos no llevan cintas colgantes. Los carnavales no volvieron hasta 1964, cuando Julio Caro Baroja investiga sobre la celebración y su hermano Pío los filmara ese mismo año. A partir de entonces, el pueblo negocia que les dejen los permisos para seguir realizando el carnaval que volverán a ser de carácter anual.

Se trata de un trabajo colectivo artesanal elaborado con mimo que espera al día grande para ver la luz del día. Aunque Victoria y Margarita trabajaron sobre los gorros sin un patrón, los dos años que Juanma lleva diseñando el modelo ha fijado un patrón que le gustaría estandarizar: el pompón con las cintas dobladas y pegadas junto a las que cuelgan del carton. El material se aprovecha siempre y cuando no se haya deteriorado. A la hora de preparar el gorro, tienen la suerte de que, al mismo tiempo, durante el resto del año guardan las cabezas de Miel-Otxin grande y txiki en su casa, por lo que a la hora de fijar las tallas del gorro van probando directamente sobre la cabeza. Juanma reconoce que, para su elaboración, no contabiliza exactamente las horas, porque “vas aprovechando ratos” durante varios días, aunque estima que el tiempo invertido en su preparación puede llevar unas 6 o 7 horas. Juanma, además mantiene en su modelo que los cartones vayan cosidos, como elaboraban su tía Victoria y su madre, Margarita. El hecho de que Victoria ya supiera coser en 1944 y la confianza que depositaron ella configuraron las dos principales razones por las que empezó un relevo generacional, histórico y familiar para los carnavales rurales de Lantz.