- Es la cuarta generación de un negocio que lleva más de un siglo formando parte de la estampa habitual de Burlada, donde fue -si no la primera- una de las primeras tiendas del municipio. Olga Gil, que pasó en ella la infancia y lleva cuatro años al frente del establecimiento desde que se jubilaron sus padres, recuerda que, en sus inicios, su bisabuela vendía un poco de todo: desde alpargatas hasta tornillos, y también de alimentación. "Entonces eran otros tiempos, no creo que se viviera nada como lo que nos está tocando vivir ahora, pero también pasarían sus crisis", valora. Se han mantenido abiertos como comercio esencial, aunque Gil cuenta también con el comercio Regalos Gil, justo al lado, sí que ha tenido que bajar la persiana, al menos de momento.

"Yo he sido una afortunada por haber podido seguir con mi actividad, salir, aunque en casa también me siento a gusto. No me agobia porque es mi refugio, mi esfera de paz", reconoce Gil, de 52 años. Lleva desde los 24 en un estanco en el que ahora han cambiado mucho las cosas. "Hay que cuidar a la gente, que entren de uno en uno, que guarden las distancias. Muchos han optado por comprar en internet y eso disminuye en nuestras ventas. A Burlada venía mucha gente de los pueblos de los alrededores a comprar, gente de fuera, porque tenemos un comercio variado y fuerte todavía. Eso se ha notado muchísimo", lamenta.

Gil es también presidenta de la Asociación de Comerciantes La Campana-Kanpaia Elkartea de Burlada y Villava y explica que la crisis "está siendo importante. Hay muchísimo más trabajo para la mitad de caja, y es que las ventas han disminuido en general. Cansa muchísimo trabajar así porque hay tensión, esa distancia, ese no poder acercarte, esa confusión -señala-. Y las medidas de seguridad, llevar una mascarilla, una pantalla protectora€ Ese cansancio es lo que más me ha sorprendido, además de que también nos preocupa mucho la situación de los empleados". Ella intenta concentrarse en el día a día, en el trabajo que tiene que hacer en el momento y en solucionar los problemas conforme van llegando. "En estas situaciones van más por delante los problemas que las soluciones. Todas las respuestas son muy lentas, las llegadas de las ayudas, las incertidumbres€ Y las necesidades siguen siendo las mismas. Es muy difícil".

Trabajan junto a ella tres empleadas en el estanco, y otra más en la otra tienda, que permanece cerrada. "Todo esto está resultando difícil de asumir, pero el comercio venía ya de otra crisis. A la competencia de toda la vida hay que sumarle la de las grandes y medianas superficies, y ahora la venta on line", explica, y valora la disposición del Ayuntamiento de Burlada para "hacer todo lo que esté en su mano. Se agradecen ese esfuerzo y esa disposición, por lo menos no te sientes tan solo".

Desde el mostrador, ve pasar cada vecino y cada historia, diferentes realidades. "La mayoría de las personas mayores no aguanta todo el día en casa, necesitan comprar, salen. Hay quien tiene miedo pero hasta cierto punto -bromea-. Y también hay gente muy responsable y muy cariñosa. Eso sí: de cien, solo diez personas llevan bien las mascarillas", ríe. Estos días, más relajados con la desescalada, tiene que repetir más la necesidad de guardar la distancia de seguridad. "También hay muchos clientes a los que no he visto desde hace tiempo y se les echa mucho de menos. Pasan cosas tristes como perder alguno a causa de la enfermedad, da muchísima pena; las familias no se pueden despedir, te cuentan esas situaciones y es triste". Ahora, dice, "llevamos días más tranquilos, en casa, ha sido una parada obligatoria. Y parece que la vida es menos ajetreada, lo comentan muchos vecinos. Y creo que lo agradecen. Habrá que seguir hacia adelante".