a lectura es un acto mágico de evasión, una puerta que adentra a los lectores en mundos concretos y una vía de escape que en tiempos de pandemia por la covid-19 permite olvidar, aunque sea por unos instantes, los problemas y traumas vividos. Las lecturas, en ocasiones, provienen de las bibliotecas de los barrios que, como todos, no se han librado de la crisis sanitaria de la covid-19.

Como consecuencia, muchas personas se han quedado sin esas lecturas cuando más las necesitaban, esos libros para desconectar de la feroz pandemia. Por suerte, poco a poco avanza la desescalada y con ella también las bibliotecas: las de Pamplona, excepto Etxabakoitz, restablecieron el lunes el servicio de préstamos de libros y de documentos y muchos pamploneses lo agradecieron.

La población tenía sed de lectura física y las trabajadoras de la biblioteca de Mendillorri lo notaron el primer día que se podía solicitar el préstamo de libros: “En líneas generales, vino mucha gente, hubo bastantes llamadas telefónicas y a través del catálogo nos solicitaron una gran cantidad de libros”, asegura Edurne Salaberri, trabajadora de la biblioteca de Mendillorri. “Hemos tenido gran demanda porque se han establecido tres vías para poder solicitar un préstamo: por teléfono, por correo y a través del catálogo de la OPAC, ya que se ha habilitado una aplicación”, añade Inés Martínez, también trabajadora en Mendillorri.

Belén tenía sed de lectura física y su primer libro postconfinamiento es La muerte nómada, de Ian Manook. Durante la cuarentena ha leído Sapiens. De animales a dioses, de Noah Harari; La madre de Frankenstein, de Almudena Grandes, y se ha releído Los pilares de la tierra, de Ken Follet. “Estaba tan abrumada al estar encerrada en casa que me lo volví a leer”, confiesa Belén entre risas. No ha echado de menos ningún libro en concreto, pero sí “una barbaridad” el servicio que ofrecen desde las bibliotecas: “Quería que me volviesen a recomendar libros nuevos”. Todos los libros que Belén ha leído en el confinamiento fueron a través de ebooks al no poder acudir a la biblioteca. “He estado todo el día con el ebook, pero ahora volveré al libro físico, lo prefiero”, subraya. Al igual que Belén, Igor también se ha visto obligado a leer en ebook, pero, dice, con voz firme, que “no voy a seguir” y que va a leer otra vez libros físicos. El lunes, Inés Martínez y Edurne Salaberri realizaron más de 70 préstamos y confiesan que la gente respetó las normas establecidas: “Estaban con la mascarilla a la entrada, respetando la distancia y desinfectándose las manos con el gel”.

Y es que para adecuar estos espacios públicos a la crisis sanitaria de la covid-19 y minimizar el riesgo de transmisión durante la entrega y devolución de libros, el personal de las bibliotecas públicas de Pamplona ha trabajado junto con los servicios de prevención del Gobierno de Navarra y el Ayuntamiento de Pamplona. “Se han realizado tareas de limpieza y de desinfección, se han instalado mamparas en el mostrador donde prestamos los libros, se han colocado hidrogeles en las entradas, se han pegado cintas en el suelo para delimitar la distancia social y se han creado recorridos específicos de entrada y salida”, afirma Edurne Salaberri. Además, añade que desde los civivox van a medir la temperatura de los vecinos de 14h a 20 h “para que nadie entre a la biblioteca con fiebre”.

En la fase II del Estado de Alarma aún no se permite el libre acceso a las salas y las estanterías de la biblioteca. Estas restricciones afectan tanto al trabajo de las bibliotecarias como a los usuarios, y es que muchos lectores deciden qué libro llevarse a casa después de consultar la estantería. “La gente echa en falta no poder mirar los libros, bajar a las salas y a las estanterías, observar si hay algunas novedades... Es una pena porque son los pequeños detalles con los que la gente más disfruta”, comenta Edurne Salaberri. “Pero bueno, nosotras no podemos hacer más. Por ejemplo, si nos piden un libro de novela negra, les traemos cuatro, cinco, seis ejemplares. Los que hagan falta. Nosotras vamos a hacer todo lo que podamos hacer”, enfatiza Inés Martínez.

El servicio de préstamo se une al de devoluciones, que ya se podía realizar desde el 25 de mayo con todas las garantías de higiene. “Cuando los usuarios devuelven los libros, estos tienen que pasar una cuarentena de catorce días en un lugar aislado de la biblioteca y con ventilación. Después de la cuarentena, los volvemos a dejar en la estantería”, explica Edurne Salaberri. A la hora de entregarlo no se desinfecta con ningún tipo de gel, sino que se da con guantes “El libro lo cogemos con los guantes, pero no le echamos desinfectante porque ya se ha dicho que no es apropiado al dañar el papel”.

“La gente echa en falta no poder bajar a la estantería y mirar los libros”

Biblioteca de Mendillorri