ola personas, ¿Qué tal los calores?, ¡Vaya primavera calentita en todos los órdenes!.

Yo esta semana voy a describir uno de los paseos que más feliz me han hecho últimamente: la casa palacio en la que se encuentra la Fundación Miguel Echauri. Os cuento.

Hace tiempo que un servidor tenía ganas de ver lo que escondía en su interior la preciosa casa de la calle San Antón nº 6, un palacio del siglo XVII que construyó Marcos Echauri, miembro del Real Consejo de Navarra. A lo largo de los años cambió de manos en más de una ocasión siendo la casa natal del general carlista Joaquín de Elio y Ezpeleta, I duque de Elío, y posteriormente residencia de sus descendientes, la familia Gaztelu.

La parte vieja de Pamplona tiene mucho que agradecer a los nuevos tiempos de bonanza cultural y económica ya que ellos le han traído un saneamiento en profundidad de la mayor parte de sus edificios. A lo largo de los siglos pasados nadie se preocupaba de cuidar sus casas más allá de lo necesario para que no se viniesen abajo, sin embargo esta que nos ocupa fue una excepción ya que a final del siglo XIX Florencio Ansoleaga la adecuó a los gustos de la época. Aun así cuando los hermanos Echauri se hicieron con la propiedad de la misma presentaba un aspecto manifiestamente mejorable que escondía la riqueza arquitectónica que posee. Hace años cualquiera que pasee por la linajuda calle de San Antón, si pasea como se debe, es decir, con los ojos bien abiertos, se habrá dado cuenta de que dicho edificio ha experimentado un gran cambio y ha sido restaurado en profundidad. Yo me había fijado en ello y sabía que obedecía a que los nuevos dueños habían instalado en él su Fundación destinada a conservar el legado pictórico de Miguel Echauri, uno de los principales pintores navarros del siglo XX, y de toda la colección de piezas y antigüedades que a lo largo de su vida él y su hermano Fermín habían acumulado.

La encargada de hacer posible las visitas a semejante templo de cultura es desde su inicio Mercedes Sagües con la que yo había planeado muchas veces una visita a su interior y esta semana, por fin, lo hemos conseguido.

Cinco fuimos los convocados y a las 6 en punto estábamos en el punto de reunión en la planta baja que está dedicada a exposiciones temporales de artistas preferentemente navarros ya que uno de los fines de la Fundación es aupar y promocionar a nuestros nuevos genios. Allí fuimos recibidos y allí nos explicó la historia del edificio y el propósito de la Fundación. Una vez cumplido este trámite entramos en el espacio motivo de nuestro interés. Cuando se abrió la puerta que nos dio acceso a la Gloria se me abrió la boca de tal modo que casi se me descoyuntan las ijadas: ¡qué pasada!.

Lo que su interior alberga es digno de verse. Las paredes se encuentran cubiertas por la obra del pintor titular de la Fundación, su obra, figurativa en extremo, es muy característica y se divide en dos temáticas fundamentales: paisaje y bodegón. Echauri maneja con una maestría al más alto nivel una paleta en la que los ocres, sienas, negros y tierras son los indiscutibles reyes, con ellos y unos fortísimos claroscuros logra unas imágenes de una fuerza sobrecogedora, sus piedras parecen salir del lienzo, sus paisajes desérticos llevan al espectador a espacios sin fin, sus bodegones compuestos de las más humildes piezas e iluminados con luces que crean volumen están en la línea del mejor de los pintores del XVI; a mí me recordaron mucho a los de Juan Sanchez Cotán en los que un fondo negro hace destacar modestos objetos y vegetales.

La estancia está preñada de piezas que harían feliz a cualquiera que como yo sea aficionado a las cosas que, cual heroínas, han sido capaces de llegar hasta nosotros a través de los siglos en todo su esplendor.

En los primeros metros arranca una escalera de corte palaciego que deja ver a través de su hueco la alta cúpula que rematada por su linterna y sostenida sobre sus cuatro pechinas da luz al acceso a las otras dos plantas.

Al pie de la escalera una talla policromada de un San Miguel atacando al diablo con forma de dragón, antes un maravilloso relicario del XVI sobre una cómoda de nogal, un poco más adelante una papelera o bargueño de la misma centuria sobre una mesa castellana de fiadores, saliendo hacia la puerta que da a la plaza de San Francisco otra talla, coetánea de las anteriores, nos muestra una Inmaculada con una policromía original de caérsete la baba. Al subir al primer piso, en el comienzo, se puede admirar un pequeño oleo sobre cobre del taller de Rubens con una escena mitológica, bajo él una preciosa mesa auxiliar inglesa en caoba y taracea. Al llegar a la primera planta nos ha recibido ostentoso y chulo un gran tapiz de Bruselas del XVI representando la magnanimidad que Alejandro Magno tuvo con la familia de Ciro rey de Persia el cual vencido por el de Macedonia huye dejando atrás a los suyos a quienes Alejandro trata con deferencia. Ante el tapiz un Niño Jesús vestido de cortesano de la corte del tercero de los felipes salido nada más y nada menos que de las gubias y mazos de Juan Martínez Montañés. A nuestra izquierda una estancia con butacones Luis XVI tapizados de aubussón, un pequeño San Jerónimo en madera policromada, bronces de temática mitológica y un secreter Guillermo IV en palosanto, a nuestra derecha muebles ingleses Guillermo y María en madera de satén con taracea en estilo holandés, un armario normando, más cuadros de Miguel, omnipresentes en todo el paseo, una mesa reina Ana, etc. etc. Subimos al piso superior donde admiramos un bajo relieve alavés de un Cristo yacente en madera deliciosamente estofada y un sin fin de piezas más que sería prolijo enumerar, pero os recomiendo encarecidamente que os pongáis en contacto con la Fundación y solicitéis una visita, vale la pena que el esfuerzo realizado por los Echauri sea conocido y reconocido por sus conciudadanos. Otro pelo nos luciría si quienes nos gobiernan tuviesen la mitad de interés por el arte que el demostrado por esta iniciativa privada. Gracias.

Una vez visto el paseo semanal cambio de tercio para informar del tema de moda: mi libro. Esta semana tocaba firmar libros en Leclerc y allá que fuimos. Emocionante experiencia. La primera persona que se acercó a mi mesa para que le tunease su ejemplar fue mi querida Celia acompañada de su hijo Josetxo, ella ayudó a mi madre en mi crianza y la quiero con locura, el puto alzheimer se ha apoderado de su conocimiento y apenas me sonreía con la mirada perdida pero con su sonrisa me lo decía todo; las lágrimas brotaron incontenibles de mis ojos. Tras ella pasaron todo tipo de amigos y lectores, todos me hablaban de mi obra con auténtica veneración. Pasaron desde un fontanero de la calle San Nicolás hasta un belenista cuyo arte alegra las navidades pamplonesas, desde amigos de la infancia hasta el hijo de la señora Dora, vecina de mis abuelos en la Rochapea, desde el gran Infierno Soria, prometedor púgil navarro, hasta amables clientes de nuestra Fogoneta. Fue una tarde inolvidable. Un regalo más que ha venido de la mano de mi publicación y que añade a mi ya larga vida nuevas experiencias. Gracias a todos.

Una nueva librería se ha sumado a nuestra aventura: Papeletras de la Calle Fuente del Hierro Nº 6 ya tiene paseantes en sus anaqueles.

Y hasta aquí por hoy, la próxima semana más.

Besos pa tos.

Facebook : Patricio Martínez de Udobro

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