Separan exactamente 2,1 kilómetros la calle Loza de Ansoáin de las dependencias policiales del municipio, unos cinco minutos en coche que se convierten en poco más de 600 metros a pie y cerca de diez minutos andando. Ellos tardaron dos, un tiempo récord que consiguió, a la larga, salvar una vida. Los agentes Patxi Ugarte y Carlos Gómez, y el agente primero Antonio Fernández, reanimaron el pasado viernes a una vecina que se encontraba en parada cardiorrespiratoria, gracias a una labor en la que, cada vez más, la inmediatez por la que se caracteriza la policía de proximidad se torna esencial.

Confiesan que en su trabajo ningún día es igual, pero eso también forma parte de lo que les engancha. De lo que les gusta, porque al fin y al cabo esos momentos tan gratificantes son los que merecen la pena: "Sólo esperamos que se recupere, que se ponga bien. Tiene 47 años, le queda mucho por vivir", coinciden. Tras su intervención, que incluyó dos descargas con desfibrilador, los sanitarios estuvieron con ella cerca de una hora hasta que fue estabilizada y trasladada al Complejo Hospitalario de Navarra donde quedó ingresada en la UCI.

Eran las seis de la mañana "y un minuto, poco más", cuando llegó la llamada de SOS Navarra. Acababan de comenzar su turno. "Nos dijeron que había un posible paro cardíaco, cogimos el coche patrulla y fuimos a toda prisa. Al llegar nos encontramos a la mujer inconsciente, tendida encima de la cama, y a su marido intentando reanimarla. La bajamos al suelo y comenzamos las maniobras de reanimación, siguiendo también las instrucciones del desfibrilador€ Se vive con estrés porque tienes que ser rápido pero lo importante es que salió bien", valoran. Los 18 agentes que conforman la plantilla cuentan con dos coches patrulla equipados con sendos desfibriladores, para los que han recibido formación específica. Hace ya una década que realizan este tipo de labores pero asumen que hay más casos que antes. "Para que haya desfibriladores en más espacios públicos y su uso esté normalizado todavía falta mucho, pero en la policía hemos pasado cursos y formaciones y, de cinco años a esta parte, se ha ido introduciendo más su uso, incorporándolos en los vehículos y facilitando la formación", explica Fernández.

Desde que llegaron ellos hasta que lo hizo la ambulancia "pasaron unos 10 minutos. Al suceder en Ansoáin podemos llegar antes y empezar a hacer las maniobras para facilitar después el trabajo a los sanitarios. Pero todo el tiempo que se tarde, todo ese tiempo de más, supone secuelas que pueden quedarle a esa persona una vez que el corazón deja de funcionar y no manda oxígeno al cerebro. Esos diez primeros minutos son importantísimos para evitarlo", explican.

El desfibrilador Ellos apuestan por potenciar este tipo de herramientas. "Hace diez años, cuando empezamos a utilizar los desfibriladores, éramos un poco escépticos porque es una gran responsabilidad y somos policías, no sanitarios. Pero a lo largo de estos años nos han tocado intervenciones en las que estamos viendo que es esencial. Somos una policía de proximidad y precisamente en esas urgencias nosotros estamos ahí -valora Ugarte-. Cada vez vamos recibiendo formación en más cosas".

Su trabajo es la prevención, "y la prevención es estar en la calle". Por eso llegan los primeros y les toca cada vez más realizar este tipo de intervenciones "quizás está más protocolarizado y cuando hay un aviso de este tipo nos llaman a nosotros. Es algo positivo, personalmente si le tocara a mi familia yo prefiriría que acudiera antes quien estuviera más cerca y pudiera actuar más rápido", asume Gómez.

Personas mayores que viven solas y que han tenido que atender por caídas en sus domicilios, en la vía pública, atragantamientos, accidentes de tráfico o atropellos mortales, "que también los hay, aquí al lado. Se viven situaciones muy diferentes, también los tres juntos hemos vivido cosas buenas, como la detención de un asesino, pero no es lo mismo. La situación es diferente: con alguien que ha matado o ha robado, el hecho ya se ha producido. Y es una satisfacción coger a esa persona pero en este caso conseguimos que el hecho en sí no se produjera, se salvó una vida. Es muy gratificante ver que respira. La reacción, que empiece a abrir los ojos o a moverse€. Es un gran momento, la verdad".

Los agentes van regresando poco a poco a la normalidad, aunque no del todo, después de muchas actuaciones relacionadas con el covid. Explican que en Antsoain no ha habido mayores incidencias y todo se ha desarrollado con normalidad. "Hemos tenido que controlar la movilidad de la gente y, conforme iban saliendo los reales decretos, intentar aplicarlos en la medida de lo posible. Las primeras semanas fue un poco caos pero se ha ido clarificando semana a semana, e incluso muchos vecinos nos han agradecido el trabajo realizado", confesaban.

Desde que se iniciara el Estado de Alarma la policía municipal de Ansoáin ha realizado un total de 507 avisos, dentro de los cuales se han llevado a cabo 214 sanciones, la mayoría por saltarse el confinamiento o las franjas horarias o por no guardar la distancia de seguridad. "Algunas de esas personas incluso han reincidido, y ha habido mucha colaboración vecinal, esos policías de balcón -bromeaban-. Ahora el mayor problema es con los grupos de jóvenes, sobre todo cuando se producen aglomeraciones. Pero es un tema de concienciación".