Están desenfrenados con los proyectos de movilidad, van a uno por semana, después de una legislatura pasada lanzando mensajes apocalípticos: que si se perjudicaba a los coches, a los vecinos o que iba a ser la ruina para los comerciantes.

-Nosotros creemos en la movilidad sostenible, que hay que hacer carriles bici y zonas tranquilas dentro de la ciudad donde cohabiten los distintos modos de movilidad, pero hay que hacerlo bien. Lo que criticamos del proyecto de Pío XII fue sobre todo la falta de participación vecinal, lo que por cierto provocó el cese del concejal Cuenca, y que se hizo mal. ¿Qué nos ha pasado ahora? El covid ha influido bastante a la hora de tomar decisiones, porque todos éramos conscientes de que había que hacer algo urgente para ganar espacios para el peatón. No fue una buena solución llevar al tráfico de la calle Amaya a la calle Olite y se ha rectificado, pero el resto está en marcha: lo de avenida Bayona, avenida del Ejército, carril bici del Labrit, paseo Sarasate o Cortes de Navarra.

Si Asiron llega a hacer el cambio en la calle Amaya, ni me imagino qué le habrían dicho.

-Le hubiéramos criticado, claro. Todo lo que hacemos tiene una trascendencia enorme. Se habla de caos por un giro, lo que creo un poco exagerado, pero forma parte del juego político elevar el tono de la crítica cuando un gobierno hace algo que no compartes. Y ahora me dirás que yo también lo hacía.

Se lo iba a comentar, efectivamente.

-Pues me he adelantado.

Llegó a decir que iba a romper el corredor sostenible de Pío XII si recuperaba la Alcaldía y sigue igual un año después.

-Casi igual, ya que hemos incorporado unos aparcamientos que están funcionando muy bien. Soy consciente de que no hay una mayoría para tomar una medida de ese calado. Jamás me aprobarían un presupuesto que supusiera revertir de manera importante determinadas cosas, pero hay otras que no criticamos en su momento y las hemos respetado. Nunca he criticado quitar el tráfico delante del Parlamento, lo que hemos hecho ha sido consolidar ese proyecto. Se van metiendo determinados ticks, como que Navarra Suma no cree en la movilidad sostenible y resulta que UPN hizo muchísimos carriles bici. Esos ticks son falsos.

En la avenida Bayona van a hacer algo similar a lo de Pío XII y vaya la que montaron.

-Es lo que queríamos hacer también en Pío XII: habilitar un carril bici doble en un lado para no perder excesivas plazas de aparcamiento. ¡Si el proyecto de Pío XII iba en nuestro programa y ahora parece que estábamos en contra!

Lo que parece es que los comerciantes de esa avenida han tenido un tratamiento distinto a los de otras zonas.

-No. Hubo una reacción evidente de los vecinos y comerciantes, salieron incluso a la calle. Hubo malestar por la falta de información, lo que hizo que el proyecto se estropeara. Si nos hubieran explicado bien las cosas, si hubiéramos podido participar, porque esa es otra, antes era el rodillo del cuatripartito y ahora hay que hacerlo todo con consenso. Me hace gracia cómo van cambiando las percepciones según quién gobierne.

Acaba de cumplir el primer año de su mandato, ¿de qué se siente más orgulloso?

-Del temple. Ha sido un año tremendo. La situación política es muy sencilla de ver: un gobierno cuatripartito en Navarra y un gobierno de Navarra Suma en Pamplona con ese mismo cuatripartito en la oposición. La situación es endemoniada. Nadie es ajeno a pensar que el buen ambiente y el buen rollo que puede haber en Pamplona es una forma de intentar contrarrestar la crítica política en el Parlamento. Es lógico y a mí me toca actuar con mucho temple, porque la situación es complicada. El bombazo del coronavirus vino a complicarlo todo y tenemos que centrarnos ahora en eso, pero hemos hecho cosas como la ordenanza del euskera, el desarrollo del parque de la Txantrea, el nuevo modelo de escuelas infantiles. Llevamos solo un año.

Ya sabía que los números no le daban para disponer de una mayoría, pero tampoco se ha esforzado demasiado en buscarse aliados.

-Me he esforzado bastante, lo que sucede es que si te dicen, y no voy a decir quién, que no hay confianza política suficiente para llegar a acuerdos, hay que ver quién es el que cierra la puerta. Recuerdo que yo salí escoltado de este Ayuntamiento cuando recuperamos la Alcaldía. Y luego está la complejidad derivada del llamado gobierno Frankenstein en España, que está marcando unas pautas preocupantes para el futuro. Cada vez son más difíciles los acuerdos, cada vez está todo más radicalizado.

¿Afecta mucho a la gobernabilidad de Pamplona el ruido procedente del Congreso?

-No. Me afecta más a nivel personal que en el día a día. Me preocupa ese ambiente, muchísimo. Si el político no da ejemplo de que quiere llegar a acuerdos, el ciudadano dejará de confiar en la política. Creo que está habiendo un movimiento de mucho más alcance de lo que parece; dinamitar la transición es un objetivo para algunos partidos, todo lo que está pasando con la monarquía, que se retire la imagen del rey emérito. Ese revisionismo es muy malo.

¿Se siente cómodo estando en una coalición tan cercana a la extrema derecha?

-Es lo que decía antes de los ticks, que se ponga en la misma balanza a Vox que a Bildu.

Le he preguntado por Vox, no por Bildu.

-Pero tengo que explicarme. Ahora parece mucho más aceptable estar con Bildu que con Vox, y que yo sepa Vox no ha matado a nadie y Bildu no condena los crímenes de ETA. Pero la tendencia es decir que unos son el diablo y los otros muy conciliadores. No me gustan muchas cosas de Vox, la mayoría de las cosas que veo, ese tono crispado. No se puede funcionar a base de crispación, pero eso forma parte de una estrategia comunicativa. Si alguien se atreve a decir que yo estoy cerca de la extrema derecha le explicaré cómo soy. A nosotros nos pueden decir de todo, nos acosan, nos han golpeado en la calle Curia y tenemos que aguantar que nos vengan con declaraciones sobre el tono crispado de PP y Vox.

No tiene Presupuesto, tiene que gobernar con las cuentas del cuatripartito y las votaciones de cada semana evidencian la soledad de Navarra Suma. ¿Piensa aguantar así toda la legislatura?

-Sí hombre, por supuestísimo que sí. Ya aguanté una legislatura entera así.

Pero entonces contaba con el apoyo de los socialistas.

-Uhmmm. Creo que tenía parecido a lo de ahora, de hecho, no me aprobaron ningún presupuesto en 4 años. Estoy acostumbrado. Lo que no voy a hacer es estar triste por tener 13 concejales de 27. Los que tienen que estar tristes son los demás, que se tienen que juntar para sumar 14. Confío en que haya un cambio en la política nacional y que haya acercamientos entre PSOE, PP y Ciudadanos y que se relajen las cosas. Tenemos que ser capaces a nivel municipal de llegar a acuerdos en cuestiones prácticas y creo que soy una persona tolerante para llegar a acuerdos.

No resulta muy entendible negar que hubo reuniones y conversaciones con Bildu y el resto de grupos para las medidas de recuperación cuando se produjeron.

-Aquí hay una cuestión de lenguaje. Yo le llamo pacto a una negociación con una mesa negociadora, medios y acuerdos firmados, pero en el día a día se pueden coincidir en cosas, como en proyectos en Txantrea y Milagrosa.

El resultado de la encuesta que realizaron sobre escuelas infantiles demostró que un tercio de las familias apuesta por un modelo que incluya el euskera. ¿El Ayuntamiento va a atender la demanda o volveremos a las andadas?

-Siempre hemos defendido que la oferta responderá a la demanda. Ese es el objetivo.

¿Se asustó cuando le comunicaron que tenía coronavirus?

-Debo ser un poco inconsciente, porque no me asusté. Me lo esperaba por los síntomas que presentaba, por la fiebre, y pensé que casi era mejor. Estuve muy preocupado por mi padre. Él estaba en un planta y yo en otra. Pensé que igual no le veía más; me impactó hablar con él y ver que estaba más preocupado por mí que por él.

¿Estuvo grave?

-Me asusté después de pasar todo, cuando los médicos me dijeron que estuve mal, que estuvieron preocupados. Parece que estuve en una situación complicada, pero llegué a tiempo y la medicación funcionó. Ahora tengo alguna secuela, pero estoy bien.

La decisión de suspender los Sanfermines se adoptó estando de baja. ¿Cómo se gestionó?

-Tuvimos la duda de esperar a que recibiera el alta, que fue al día siguiente, pero mantuvimos lo que estaba hablado y que fuera Ana Elizalde. Lo teníamos clarísimo, como todos los grupos municipales, lo que siempre ayuda.

¿Qué impacto tendrá?

-Depende de cómo se hagan las cuentas, pero viene a suponer la mitad del presupuesto anual del Ayuntamiento, unos 100 millones. La incidencia va a ser terrible y va a dejar secuelas, segurísimo.

En la última reunión de la Mesa de los Sanfermines acordaron convocar una nueva cita poco antes del Chupinazo para analizar la situación, ¿puede cambiar algo el panorama hasta el 6 de julio?

-No prevemos ningún cambio y sigo con mi discurso de esperar a los Sanfermines de 2021. Sé lo duro que es. Hoy he cogido el móvil para un acto el 13 de julio y me salía la 7ª corrida de feria. Me ha dado un bajón tremendo, pero tenemos que asumir que es así y que debemos dar un ejemplo al mundo, que Pamplona cumple.

¿Qué criterios van a establecer a la hora de realizar calderetes o comidas en la calle ese día?

-Quiero aclarar que en los barrios hubo peticiones para hacer actos y lo que hizo Policía Municipal fue informarse sobre si iba a hacerse en más barrios. Lo que algunos han interpretado es que la Policía quería que se hicieran almuerzos en los barrios y no es así.

¿Se limitarán el acceso a puntos estratégicos de la ciudad?

-No soy partidario y en eso estamos. Hay que ver lo que ocurre, porque no tiene sentido ir cerrando calles.

¿El Ayuntamiento realizará algún acto con motivo del Chupinazo?

-Hay que evitar cualquier incidencia que suponga un riesgo. Como haya un rebrote en Pamplona la imagen de la ciudad se vería muy tocada y a lo mejor esos bares que piensan en recuperar en agosto y septiembre tienen que echar marcha atrás. Sería un cataclismo. Tengo que apelar continuamente al sentido común. Vamos a hacer un campaña para que se eviten las aglomeraciones en esos días. Nos estamos jugando demasiado y me encantaría que la imagen del mundo el día 6 a las 12 fuera una plaza Consistorial con actividad ordinaria, que Pamplona ha cumplido.

¿Se pondrá el pañuelo rojo?

-No. No me voy a poner ningún símbolo de San Fermín y me lo pide el cuerpo, cómo no, pero vendré a trabajar con normalidad.