l corazón de Pamplona latió ayer a más bajas revoluciones que un 6 de julio corriente. Decenas de policías de los Cuerpos local, autonómico y estatal blindaron los dos enclaves más emblemáticos del centro de la ciudad con estrictos controles en todos los accesos y salidas de la plaza Consistorial y la plaza del Castillo. "Póngase la mascarilla, por favor", fue la frase más repetida durante toda la mañana en la decena de puntos policiales desplegados en ambas plazas para evitar aglomeraciones indeseadas que pudieran alimentar rebrotes de la covid-19, en los que se controló el aforo en todo momento mediante el conteo de cada una de las personas que entraban o salían de cualquiera de los dos enclaves.

La mera circulación por la plaza del Ayuntamiento y su homóloga del Castillo requirió desde las 9.30 horas el uso de mascarilla. "La gente la suele llevar puesta o la llevan guardada y se la ponen cuando se lo indicamos. Lo entienden y no está habiendo ningún problema", comentó un policía municipal apostado en uno de los puntos de control de la plaza del Castillo, que según los cálculos de superficie realizados por el Ayuntamiento, habría podido albergar de forma simultánea 3.675 personas, un límite que quedó muy lejos en el mediodía de ayer.

Para llevar a cabo la supervisión, los accesos y las salidas de ambas plazas estuvieron delimitados por vallas y supervisados por agentes de la Policía Municipal y la Policía Foral, que emplearon contadores manuales para controlar cuántas personas iban entrando en los recintos y cuántas iban saliendo. "Cada 15 minutos pasamos los datos por radio al centro de coordinación policial, que está en el Ayuntamiento. Ahí es donde pueden ir sumando y restando la información que les facilitamos desde cada punto de control y desde donde pueden indicarnos que cerremos los accesos", explicó un agente de la Policía Foral que estuvo controlando la plaza del Ayuntamiento durante toda la mañana.

El flujo de personas fue incrementándose en la plaza Consistorial conforme el reloj se acercaba a las 12 del mediodía, hasta que a las 11.50 horas los agentes cerraron todos los accesos al alcanzarse el aforo máximo, fijado en 400 personas (en ese momento se contabilizaban 925 personas en la plaza del Castillo). Aunque la salida de la plaza del Ayuntamiento siguió estando autorizada, se dejaron de permitir nuevos accesos de personas, que acabaron agolpándose en los diferentes puntos de control.

Una treintena de agentes de la Policía Nacional, de la Unidad de Intervención Policial (UIP), con la dotación completa de trabajo -cascos, escudos y lanzadores-, se desplegaron en la calle San Saturnino minutos antes del mediodía, sin que se produjera ni un solo incidente. Agentes del mismo cuerpo policial realizaron labores de control de vehículos en un segundo anillo de la plaza del Ayuntamiento, donde colocaron sus propios furgones para reducir la capacidad de tránsito del tráfico rodado.

Asimismo, un helicóptero de la Policía Nacional sobrevoló el Casco Viejo de Pamplona durante los prolegómenos del no Chupinazo para tener una vista panorámica del centro de la ciudad, que solo aumentó sus pulsaciones cuando las campanas de la catedral repicaron a las 12.00 horas. Minutos después, todos los puntos de control policial eran desmantelados y se trasladaban a otras zonas, como San Nicolás, Navarrería y Calderería.