- Pasear por Santo Domingo como si fuera un día cualquiera en pleno 7 de julio se antoja raro, casi como un hecho insólito, y es que aquí la mañana templada de ayer se presentó desangelada, triste y un poco amarga sin fiesta ni celebración. Pero aunque no haya encierro seguía siendo San Fermín y ayer un buen puñado de fieles, los valientes que habrían corrido delante de los astados, hicieron acopio de valor también para lanzarle un par de cánticos al morenico y celebrar, a su manera, el primer no encierro de estos no Sanfermines. A las 7.55, puntuales, entonaron el himno habitual ante la imagen del santo, periódicos enrollados en mano e interrumpidos sólo a medias por algún que otro pasado de rosca. Sin tanto público como el de costumbre, sin cohete que marcara el inicio y sin -seguro- todos esos nervios a flor de piel. Se reunieron cerca de 40 personas para poner en valor y compartir recuerdos, sensaciones, vivencias y, sobre todo, mucha nostalgia.

"De alguna manera había que rendirle tributo al santo. La gente me preguntaba si me iba a vestir de blanco y, a mí, es lo que me pide el cuerpo. Hay que tratar de que estos raticos sean lo más similares a los de un año normal, aun siendo conscientes de que no lo van a ser", comentó Teo Lázaro, de 46 años y uno de los habituales. Éste iba a ser su trigésimo encierro, que afronta normalmente en Mercaderes y Santo Domingo. "La vida también está llena de momenticos y hoy lo que apetecía era eso, volver a contar los días que faltan para los Sanfermines del año que viene", reconocía. Conserva con mimo recuerdos y vivencias que prefiere guardarse para él mismo porque es "muy reservado" con sus carreras.

Explicó que, junto a otros corredores y a través de una videollamada, decidieron estar de alguna forma juntos en un día tan especial. "Sabíamos que era imposible cuando se hizo oficial la suspensión de los Sanfermines, nos empezó a recorrer un sentimiento muy extraño y, sin embargo, hasta que no ha llegado el día no hemos sido conscientes del todo de que realmente aquí no va a pasar nada. Ahora toca juntarnos aunque sea para almorzar, compartir vivencias, historias y recuerdos y sentirnos un poco nostálgicos", explicó Lázaro, natural de San Sebastián aunque afincado en Iruña desde hace más de una década. Respecto al año que viene, confesaba tener "un poco de miedo: hay excesiva intensidad, con eso de que va a ser el doble. Ojalá sea un año como pudo ser el pasado o el anterior". Eso sí, aseguró que habrá "un punto extra de ganas" por los Sanfermines no vividos de este 2020.

"Esto duele más que una cornada, la peor de mi vida", expresó Sergio Jorge, el primero en llegar a la hornacina a las siete y media de la mañana. Natural de Logroño, lleva 23 años acudiendo a una cita que ayer no quiso dejar atrás porque no concibe un 7 de julio sin pisar Santo Domingo. "Venía todos los días, no he faltado ninguno y hoy no iba a ser menos. Lo que he vivido aquí desde los 15 años no se puede comparar con nada", explicaba. "Esos raticos antes del encierro, los comentarios de después, la adrenalina€". Siempre ha corrido en Mercaderes, el tramo desde el Ayuntamiento. "Desde el primer día que vine y me puse ahí ya no he cambiado de sitio -reconocía- Hoy es un día doloroso y nostálgico, se mezcla todo".

Para Diego Cajal, vecino de Pamplona de 23 años, ayer hubo parte de tristeza pero también muchos nervios. "Me vienen muchos recuerdos y se vive con pena, la verdad". Lleva cinco años corriendo y echa de menos esa sensación "de disfrutarlo, de tener a los toros cerca y de haber hecho una buena carrera. La adrenalina, eso no hay nada que lo pague. Es un sentimiento especial", reconocía mientras alzaba el brazo: "Se me pone la piel de gallina. Hoy es un día muy nostálgico pero todo sea por la salud y que se pueda disfrutar durante más años".

Otro de los habituales, Xabier Ollo, también se dejó ver por Santo Domingo en una jornada que sirvió de encuentro para muchos. Se levantó temprano, como cada 7 de julio, y decidió hacerle una visita al santo. "He visto que unos cuantos hemos hecho lo mismo -bromeaba-. Para mí, de aquí hasta el 14 va a ser San Fermín. Y me vestiré de blanco todos los días", reconocía. Lamenta la manera de proceder del Ayuntamiento respecto a la suspensión de unas fiestas que, a su juicio, se podían haber celebrado con otros matices.

"No es todo juerga, desenfreno o negocio. Creo que el afán de prohibición se puede estar cargando la cohesión social, los Sanfermines también son una forma de reforzar los lazos, los sentimientos, las uniones€ Teníamos la posibilidad de haber recuperado unas fiestas más de casa, más de mañana, y se ha perdido esa oportunidad", denunciaba, criticando la prohibición de almorzar en la calle "cuando las terrazas están llenas, o de ir a Labrit un día 4 pero no un 7 de julio; hay manifestaciones pero no se puede celebrar la procesión€ Yo creo que con cierta organización y actitud lo hubiéramos sabido mantener".

A sus 57 años, lleva desde los 16 corriendo aunque asume que echará en falta, sobre todo, la procesión. El encierro, decía, "no se podía llevar a cabo pero igual los fuegos artificiales sí. Se podían haber mantenido determinadas cosas con menos gente potenciando unos Sanfermines de unión entre la ciudadanía, repensando las fiestas para buscar una semilla hacia unas menos masificadas, menos hacia el exterior y más hacia el interior, hacia Pamplona y Navarra", valoraba. Dispersados en grupos, los corredores aguardaron después de los cánticos en una calle por la que circulaban máquinas barredoras, paseantes y personas haciendo deporte conformando la estampa habitual de una jornada de verano a primera hora de la mañana. Juan José Fermín Primicia, vecino de la calle Estafeta, también se dejó caer por allí. Lleva 43 años bajando al Santo de la hornacina después del encierro y ayer quiso hacerle una visita junto a su hijo Asier y a su amigo Eduardo Zabalza en el día de su cumpleaños.

"Hoy es especial por muchas cosas, se vive con pena", decía. Los tres fueron los iniciadores de otra de las tradiciones sanfermineras más emotivas. "Es algo bonito, he sido corredor y después siempre les acompaño. Me gusta mucho el ambiente que se forma aquí antes y después del encierro, somos como una pequeña familia. No queda otra que cogerlo el año que viene con más fuerza", indicó Zabalza, visiblemente emocionado.

"No he faltado ni un 7 de julio desde los 15 años y este no iba a ser menos"

Corredor habitual

"Había que rendirle tributo al santo, la vida también está llena de momenticos"

Corredor habitual

"Teníamos la posibilidad de haber recuperado unas fiestas más de casa, de mañana"

Corredor habitual