- La Gota de Leche de Pamplona acaba de estrenar local en Buztintxuri, aunque la veintena de voluntarios que colabora en la entidad todavía lo está poniendo al día. Van a unificar en él todo su trabajo ahora que pueden tomarse un respiro después de semanas muy intensas. Y es que no han parado, así que aprovechan para tomar aire y hacer repaso de unos meses muy duros que, para ellos, han sido "desbordantes. Nos han dado 130 toneladas de alimentos cuando de normal, durante estos tres meses, recibimos una decena. Con tres furgonetas y entre siete personas hemos hecho todo", señala Fernando Lazkano, el presidente.

Agradece la labor de unos compañeros que han trabajado codo con codo para dar salida al excedente de muchas empresas que tenía que llegar a las familias desfavorecidas sí o sí. No había opción, porque ellos trabajan con la infancia y saben que, cuando el hambre aprieta, hay que llegar a tiempo. "Hemos estado a tope, cargando y repartiendo los sábados y los domingos, con voluntarios y voluntarias que han trabajado hasta 20 horas algún día", indica Lazkano.

La entidad lleva cuatro años trabajando con familias en Pamplona, y son muchas: "Atendemos a 300 niños y niñas en Pamplona, pero en total son unas 2.000 familias, porque trabajamos también con las parroquias Virgen del Pilar de Etxabakoitz, Virgen del Carmen en la Rochapea, la de San Jorge, las Hermanitas de los Pobres o el comedor municipal de Burlada y Proyecto Hombre, entre otras entidades. Son prioritarios los 13 bebés que tenemos de familias en situación de vulnerabilidad", explican los voluntarios, que son como una pequeña gran familia. Por eso para ellos lo primordial son los productos lácteos y los no perecederos que puedan servir para alimentar a estos usuarios, aunque también reparten fruta, carne o verdura.

Durante estos días han tenido que acudir a las casas, a nivel individual, llamando primero por teléfono para concertar cita. "Nos metíamos en la furgoneta, les dejábamos la comida en el portal y cuando les veíamos bajar saludábamos y nos íbamos. Ha sido más frío pero también bonito porque ha creado seguridad, ellos también estaban asustados y nosotros teníamos que proteger a esas familias también", valora Lazkano.

En una situación excepcional han dado el máximo, porque no sabían qué cantidades les traía cada camión, "ha sido una locura pero ha habido mucho que repartir. Agradecemos mucho la labor que han hecho entidades como Kaiku y Goxua, también la cooperativa de hostelería, fruteros€ Han sido muchos", señalan. Aunque confiesan que también han pasado algo de miedo. "Por nuestras familias, por contagiarnos. Yo me hice las dos pruebas y di negativo. Por mí y por mi familia, al final también te expones. Pero Goxua, por ejemplo, nos dio batas, pantallas y babuchas. Hemos ido protegidos", revela Lazkano.

"Vas protegido así que vas perdiendo ese miedo, porque hay muchísima necesidad. Y estos días más, había gente que incluso tenía miedo a salir al supermercado. Una vecina nos dijo que era de alto riesgo y no podía comprar y Asun, otra compañera, se fue a hacerle la compra. Hemos ayudado en todo lo que hemos podido", explica Ana Gil, otra voluntaria. Asegura la propia Asun Escaloni que "ha valido la pena. Ha sido muy bonito, muy gratificante, y cuando estas en pleno apogeo te olvidas del miedo, aunque no de la precaución".

Aunque han tenido que suspenderse las recogidas que pensaban celebrar con motivo del covid, avanzan que a finales de agosto recogerán alimentos en E. Leclerc y harán lo propio también en el Eroski del CC Iruña. "Estamos muy contentos con el nuevo local, para comenzar una nueva etapa, y estamos seguros de que se nos quedará pequeño. Lo importante es que los alimentos lleguen a donde tienen que llegar", dicen.