ola personas, ¿qué?, ¿soportando?, pues venga, con fuerza, con ánimo, con muchísimo cuidado y una sonrisa que es la única manera de no volverse majara.

Tal como quedamos la semana pasada este ERP va a ser continuación del anterior y va a estar también dedicado a la Comparsa. Ya vimos hace siete días la vida y milagros de la parte alta de la familia y hoy toca conocer un poco más a la parte macrocéfala, los buru aundi.

Dos grupos bien diferenciados en estética y funciones la componen, de una parte los llamados propiamente Cabezudos que son cinco, Alcalde, Concejal, Abuela, Japonés y Japonesa, y, de otra, los KiIikis, a saber: Napoleón, Patata, Barbas, Coletas, Verrugas y Caravinagre.

Vamos con los primeros: los cinco son hijos del pintor y dorador pamplonés Félix Flores que los creó por encargo del ayuntamiento en 1890 y por los que cobró 450 pesetas, es decir 90 pesetas por cabeza, nunca mejor dicho, y, lógicamente, todos ellos guardan una uniformidad en su factura al haber salido de la misma mano, su misión consiste en preceder tranquilamente a los gigantes en su desfile como haciendo de corte de compañía y poco más, son los más sosotes de todos los componentes del fantástico cortejo y, si bien estéticamente son muy bonitos, la población a penas les hace caso ya que ante los vistosos bailes de estética aplastante de los hijos de Amorena con sus enormes faldas, su porte y esos vertiginosos giros que los convierten en peonzas gigantes, y las locas carreras de Kilikis y Zaldikos tras la chiquillería formando un gran alboroto, ellos, que son serios y formales, pasan totalmente desapercibidos. Ataviados con elegantes ropajes y con un gran bastón, con el que elegantemente se pasean, como único complemento, son los que tienen más desmedida y grotesca la cabeza llegando medir ésta un tercio de la altura total, muy lejos pues de la proporción académica del cuerpo humano. Se emparejan el Alcalde con el Concejal y el Japonés con la Japonesa quedando como pieza suelta la llamada Abuela que antiguamente era llamada, más acertadamente, La Señorita ya que su aspecto y el negro color de su cabello más la asemejan a una mujer joven a que a una anciana. Del Japonés cuenta Baleztena en su libro Los Gigantes de Pamplona una divertida anécdota en la que refiere cómo el concejal de la comisión de fomento encargado de recibir de manos de Félix Flores el encargo tan esperado por toda la ciudad, se vio en un gran aprieto al ver el parecido que dicho cabezudo tenía con el reverendísimo señor obispo de la época a la sazón D. Antonio Ruiz-Cabal y Rodríguez. Según Premín de Iruña ante la simple mención de no sacar en procesión al sosias de su ilustrísima para evitar las burlas y chanzas, liberales y republicanos le amenazaron con boicotear todo el festejo. Ante tamaño problema al pobre hombre no se le ocurrió mejor solución que encargarle a un popular industrial pamplonés apellidado Lipuzcoa, que debía de tener buena mano con los pinceles, que le diese un repasito al cabezudo nipón a ver si conseguía disimular tan incomodo parecido, pero no, lo único que consiguieron fue marear al portador con los efluvios de pinturas y disolventes. Cuando el cortejo procesional entraba a la catedral el día de San Fermín de aquel lejano 1890, pasando ante la comparsa que formando fila a cada lado recibe a la comitiva, el señor obispo al pasar ante su doble se paró y echándole la bendición dijo: que San Francisco Javier abogado del Japón bendiga y lleve a la Gloria a todos los que se te parecen. Si non e vero é ben trovato, que diría un italiano.

El otro grupo de cabezolaris, los populares Kilikis, antiguamente llamados gigantillos, son más heterogéneos en su factura ya que nacieron en diferentes épocas y de diferentes manos, si bien a todos ellos les iguala el uniforme consistente en tricornio, casaca, chaleco, corbatón blanco a modo de babero y pantalones blancos.

Los más antiguos son Barbas y Coletas coetáneos de los gigantes y, aunque no hay constancia de ello, se cree que también se deben a la mano de D. Tadeo. En sus comienzos sus nombres eran otros y se conocían por la Serona y la Bocapartera. El Barbas en 1920 llegó a protagonizar el cartel de las fiestas obra de Javier Ciga. Los siguientes en incorporarse a la comparsa fueron Napoleón, chiquitico y narigón, y el Patata, obra del taller barcelonés de Benito Escaler. Se da la curiosa circunstancia de que dicho artesano parió dos Kilikis idénticos para la comparsa de capgrossos de la localidad barcelonesa de Sitges teniendo así estos dos kilikis dos hermanos gemelos en tierras catalanas. Patata protagonizó el cartel de San Fermín los años 1933 y 1951.

Los últimos en sumarse a la festiva familia de cartón piedra fueron el Verrugas y el famosísimo Caravinagre, que nacieron de la mano de los talleres Porta Coeli de Valencia en 1941, este último es el más icónico de todos ellos, su enorme nariz y su aviesa mirada lo han convertido en el preferido de los niños y una carrera ante su verga puntúa más que ante la de cualquiera de sus compañeros. Ha sido el personaje que en más ocasiones ha anunciado las fiestas haciéndolo en los años 1947, 1997, 2012, 2015 y 2017.

La comparsa la completan seis caballos de los que emerge un hombre que también va armado de una verga con la que reparte leña a diestro y siniestro. Forman parte de este mundo desde sus comienzos allá por el siglo XVI, en el siglo XVIII se les empezó a llamar Zaldikos, siendo Baleztena ya en el XX quién los bautizó con el nombre que hoy les conocemos de Zaldikos - Maldikos que podríamos traducir por Caballejos

Son varias las fechas del año en las que la comparsa sale a la calle y baila y reparte candela y nos divierte a grandes y chicos, pero sin duda su momento más especial lo tienen cada 14 de julio al mediodía cuando se despiden bailando todos ellos en la plaza del ayuntamiento, los Kilikis y los Zaldicos cambian vergazos por caramelos y los portadores de los gigantes los inclinan a la altura de los chiquillos para que éstos se despidan con un beso hasta el año que viene.

En definitiva podríamos decir sin temor a exagerar que sin ellos no se entiende un día grande en Pamplona. Siempre que la ciudad se ha puesto de largo para celebrar algún acontecimiento ellos han estado presentes. Así ha sido, así es y así seguirá siendo.

Hasta la semana que viene.

Besos pa tos.

Facebook : Patricio Martínez de Udobro

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