Un castor de grandes proporciones ha sido grabado de paseo por una de las aceras del pamplonés barrio de la Txantrea. El animal camina pacíficamente por el puente de La Magdalena, en cuyas inmediaciones tiene su madriguera, y no se sorprende al cruzarse con los paseantes y conductores tras salir de una de las huertas, frente al colegio El Molino. El castor deja atrás una parada de villavesas y camina unos metros junto a los vehículos que circulan por la vía en dirección al centro de Pamplona. El vídeo del animal ha circulado como la pólvora en las redes sociales.

Parientes de criaturas como marmotas y ardilla, aunque parezca un animal tranquilo e incluso simpático, se recomienda no tocarlo o acercarse en exceso en el caso de toparse con alguno, ya que en ocasiones presenta agresividad hacia los intrusos, incluso se han dado casos de ataques a seres humanos. No son criaturas agresivas por naturaleza, pero como la mayoría de los animales tienen el potencial de comportarse ferozmente.

Tal y como recoge la publicación Preguntas frecuentes sobre el castor europeo (Castor fiber) en España. Manual de divulgación y guía para el tratamiento informativo, los castores generalmente pesan entre 16 y 30 kilogramos, pero su peso promedio en edad adulta es de 18 kilos. Su longitud del cuerpo varía entre 60 y 90 centí­metros y la de su cola entre 20 y 35 centí­metros. Evolutivamente han desarrollado una extraordinaria adaptación a ambientes mixtos acuáticos y terrestres: saben nadar y zambullirse muy bien, pero fuera del agua son relativamente torpes, como se aprecia en el vídeo.

Muestran peculiaridades como un espeso pelaje impermeable, anchas patas traseras dotadas de membrana natatoria, narices obturables, y especialmente, una curiosa cola, ancha y plana, cubierta de escamas, que les sirve de timón, impulso y como reservorio de grasa en condiciones de precariedad alimenticia. Esa cola es una diferencia taxonómica que les diferencia de otros roedores.

El castor europeo habitó en la península hasta su extinción como consecuencia de la caza, fue reintroducido de forma ilegal en 2003 y vivía desde entonces en un limbo, debatiéndose entre autóctono o invasor. En Pamplona, donde el Servicio de Jardines ha colocado mallas en los árboles cercanos al río para su protección, está presente al menos desde junio de 2006, fecha del primer documento gráfico del animal.

Según estimaciones, en la capital navarra habitan 4 o 5 núcleos familiares, cifra que parece estabilizada. Uno de los puntos donde se han criado es en la Magdalena y en la zona de Trinitarios. Suelen dejarse ver, aunque es raro en entornos urbanos, a primera hora de la mañana y a la tarde/noche y son una muestra de que el río, en este caso, el Arga está en buen estado.