Parecía imposible acabar con décadas de simbología franquista en la ciudad, pero se logró y ya han pasado 5 años de aquello. La plaza Conde de Rodezno logró su libertad el 14 de abril de 2016, cuando coincidiendo con el Día de la República tuvo lugar el acto de reinauguración de este espacio situado delante del Monumento a los Caídos en el final de la avenida Carlos III.

La transformación, que a la postre se convirtió en uno de los símbolos más importantes de la legislatura del cambio, supuso, sobre todo, un punto de inflexión en materia de memoria histórica en la ciudad. Eliminar 64 años después la denominación franquista de Conde Rodezno, una obligación que ya antes había eludido Yolanda Barcina, interpretando de forma torticera la ley y dando la distinción al Condado de Rodezno, fue una victoria para los colectivos memorialistas. Porque Tomás Domínguez de Arévalo, Conde de Rodezno, el ministro al que se le atribuyen más ejecuciones en su mandato, llevaba ostentando este honor desde 1952 contrariamente al sentir de la mayoría de la ciudad, pero, además, en la última década, contraviniendo también las leyes.

Un operario coloca la placa, el 14 de abril de 2016. FOTO: Patxi Cascante

Siete años tardó la oposición municipal en conseguir que se cumpliera la Ley Foral de Símbolos y la Ley de Memoria Histórica con Conde de Rodezno. En aquellos años, ya había comenzado en Pamplona a eliminarse la simbología franquista de la ciudad: escudos con la laureada de San Fernando, chapas con el yugo y las flechas del Ministerio de Vivienda franquista, estatuas de Franco y nombres de calles en homenaje a personajes del Régimen. No obstante, UPN entonces lo hizo regañadientes y no sin poco esfuerzo por parte de los grupos municipales de la oposición, que hasta tuvieron que acudir a los tribunales en algunas ocasiones.

En marzo de 2009 se aprobó una moción en el pleno del Ayuntamiento de Pamplona (NaBai, PSN y ANV) en la que se instaba a retirar el nombre de Rodezno a esta plaza. Días después, la entonces alcaldesa de UPN Barcina firmaba una resolución "torticera" para mantener el nombre franquista, alegando su vinculación al Condado de Rodezno, título nobiliario de 1790. Y bien que lo consiguió. No le tembló la mano para encargar nuevas placas, que se colocaron en julio. Lo hacía, según sus palabras, para no causar "un evidente perjuicio para los ciudadanos que en ella viven como para quienes desarrollan en ella su actividad profesional o comercial".

Años después, en 2015, el nuevo alcalde de Pamplona Joseba Asiron (EH Bildu) puso solución al problema. Cambió el nombre de la calle Hermanos Imaz (que pasó a denominarse Julián Arteaga) y anunció también el cambio para la de Conde de Rodezno. Primero se iba a denominar plaza de Serapio Esparza, por ser éste el arquitecto que definió la cuadrícula del II Ensanche, pero discrepancias entre los grupos del cuatripartito obligaron a consensuar un nombre. Así se forjó la plaza de la Libertad, que sería inaugurada con todos los honores tal día como el 14 de abril, coincidiendo con el Día de la República, hace ahora 5 años. Hubo lágrimas, las de muchos de los familiares de aquellos represaliados de la Guerra Civil, cuando, 64 años después, caía al suelo la placa con el nombre del ministro franquista.

La grúa, ante el público, en el acto de 2016. FOTO: Patxi Cascante

Hoy, historiadores expertos en Memoria Histórica como Emilio Majuelo, profesor de la UPNA, consideran que aquello fue un cambio importantísimo para la ciudad, al que siguió después, en noviembre de 2016, la exhumación de los restos de Mola y Sanjurjo de la cripta del Monumento a los Caídos. "Lo que hizo entonces el Ayuntamiento fue majestuoso y se adelantó a lo que ahora está pasando en otras ciudades como Madrid", dice recordando cómo ahora el Gobierno central va a iniciar la exhumación de cuerpos en el Valle de los Caídos. Añade que en el caso de Pamplona, la actuación se hizo "con discreción, hablando con los interesados (familias)" y contando con el antropólogo forense Paco Etxeberria.

INTERVENIR EN EL EDIFICIO

Para Majuelo, queda ahora la intervención en el edificio del Monumento a los Caídos, porque "una denominación muy digna como es la de plaza de la Libertad necesita un entorno adecuado", opina. Los tribunales fallaron recientemente retrotraer el concurso arquitectónico de los Caídos a la fase de proyectos, pero, a pesar de la insistencia de la mayoría municipal, Navarra Suma no parece tener prisa por abordar el tema, y opta por mantener las sombras del pasado. l