"La xenofobia, el maltrato a la mujer o el fast fashion me provocan rabia y me sacan de quicio", dijo Amaia Irigoyen Lassa, futura estudiante de Filosofía que presentó el pasado jueves 22 su segundo poemario 'Verdades del alma'. En este libro se explaya sobre sus pensamientos, reflexiones y crítica social. "Siento que la escritura es una forma de expresarse y sacar esas verdades del alma", señaló Amaia.

La joven redacta desde que tiene uso de razón: "Siempre he escrito diarios, cuentos y también mis sueños". Pero fue con 16 años cuando despegó su faceta como poeta. "Pasé una muy mala época y necesitaba una manera de expresarme de forma repentina, fácil y rápida".

La transparencia y la naturalidad definen a esta joven que promete a sus lectores que "siempre van a verme desnuda sobre un papel". Sus escritos son una mezcla entre un estilo tradicional, con una métrica y rimas concretas, y uno más innovador. "Yo escribo lo que siento y, luego, si me suena mejor de una forma o de otra lo pongo así". Sin embargo, no se ciñe a la poesía, "empecé con novela pero me lleva mucho más tiempo y, como soy estudiante, para abrirme camino en el mundo literario, la poesía en este sentido me venía muy bien".

La escritora, convencida de que en un futuro " veré lo que he escrito y pensaré que he dicho alguna burrada y que no pienso así", recurrió a un final abierto para poder ampliar y mejorar en sus futuras obras. Por tanto, escogió el poema titulado Todo empieza aquí con el fin de hacer saber a sus lectores que su carrera literaria no acabará pronto. "Voy a seguir escribiendo porque es mi vocación, por eso decidí poner ese poema ahí".

Un trabajo entretejido

Uno de los objetivos principales de la autora es crear una conexión entre sus obras. Por eso Verdades del alma mantiene una estrecha relación con su primer poemario, Mis más sinceras disculpas.

Respecto a las portadas, ambas son "muy minimalistas". La poeta pretende "expresar mucho a través de poco. No me gusta ser muy materialista ni ostentosa y eso lo intento mostrar con algo más visual como son las portadas", aseguró. El clavel, que es su flor favorita, está presente en todas sus publicaciones. "Para mí simboliza la libertad", contó.

Además, para su segundo poemario añadió el cerebro como elemento de la cubierta ya que se considera "una persona bastante lógica. A veces me gustaría tirar más de los sentimientos pero, por cuestiones de la vida, he tenido que ser más pacífica en ese sentido y anteponer la mente", dijo.

Ambos elementos son de color negro y representan "aquellos pensamientos que oscurecen la mente". Asimismo, el fondo blanco representa "el punto de paz" al que llega tras esos momentos de la vida en que "se me nubla la mente y no veo con claridad".