Durante todo el verano el Planetario de Pamplona ha acogido Planeta STEM, un programa de actividades que busca fomentar la vocación científica y tecnológica en personas que estén cursando Primaria o Secundaria. El objetivo principal de esta iniciativa es mostrar que la ciencia es diversa e inclusiva. "En esta sociedad hay cierta tendencia a desanimar a las mujeres a que empiecen a estudiar grados relacionados con la tecnología, la ciencia, la ingeniería o las matemáticas. Por eso, a través de esta iniciativa hemos querido que los más jóvenes, independientemente del género, no pierdan la curiosidad", afirma Juan Cruz, consejero del departamento de Universidad, Innovación y Transformación Digital, uno de los impulsores económicos del programa Creando mi propia estación meteorológica.

Durante una semana, que es lo que ha durado el taller, los diez valientes de entre 8 y 14 años -ocho chicas y dos chicos- se han animado a crear sus propias aplicaciones sobre lo que realmente les apetecía. "En un principio íbamos a trabajar sobre las estaciones meteorológicas pero al final hemos preferido que sean ellos los artífices de todo, incluso del tema", explica Iñaki, el profesor principal.

Iker y Silvia han sido los únicos que se han decantado por la propuesta inicial. Es decir, Iker se ha atrevido a fabricar una aplicación que le marque la temperatura, la altitud, la presión y la humedad del entorno. Y Silvia, en cambio, ha decidido construir un sistema de riego para las plantas. Por lo tanto, cuando su aparato detecta que la humedad está "por debajo de x", la placa de Arduino -una plataforma de creación electrónica- se abre automáticamente para que corra el agua. Es más, la propia aplicación tiene la opción de escoger cuándo quieres regar.

MÚSICA, ANIMALES Y ASTRONOMÍA

Eider y Haizea han preferido jugar con la música. Una ha elaborado un programa lúdico para acertar el sonido instrumental que produce y la otra ha creado una especie de metrónomo. Lucía, por su parte, se ha decantado por crear una aplicación que sirva de traductor y corrector, incluso de altavoz, y Marta, en cambio, ha fabricado un programa que con tan solo pulsar un botón sea capaz de alimentar a los periquitos. Por último, Aitana ha plasmado su pasión por la astronomía produciendo un micrófono que sea capaz de decir las estrellas que forman cada constelación. En definitiva, estos cuatros días les han servido para conocer, practicar y, en un futuro, decidir lo que quieren ser.