¿Pensó en algún momento que iba a prosperar la moción de censura planteada por Geroa Bai si Maya se hubiera aprovechado de la ausencia de un concejal de la oposición para aprobar el Presupuesto?

-No se llegó a plantear, sinceramente, y eso que yo, como es fácil de entender, estaría encantado de mandar a la oposición a Enrique Maya. Pensé que no se iba a presentar, que es lo que pasó. Ni lo hablamos y tampoco creo que fuera una prioridad, al menos en este momento. No sé lo que puede pasar a futuro.

¿Qué supone para el grupo municipal de Bildu la obligada dimisión de Joxe Abaurrea como concejal?

-En primer lugar supone la constatación de que cuando eres electo de EH Bildu no sólo hay que tener razón y esperar a que se haga justicia, sino que tienes que estar preparado para cualquier cosa. Todos los argumentos que pusimos encima de la mesa fueron apartados sistemáticamente, incluidas las lesiones de Maider Beloki que le obligaron a permanecer dos semanas de baja. Tuvimos que aceptar un acuerdo injusto y desapegado de la verdad para evitar que Joxe fuera 30 meses a la cárcel. No se ha hecho justicia, desde luego, y no se respetó nuestro derecho a la libertad de expresión en aquel momento. Ellos sabían muy bien quién es Joxe, un concejal insustituible, y creo que lo hemos solucionado muy satisfactoriamente para el grupo municipal porque no se va, se queda como asesor.

Y para usted, ¿qué ha significado la dimisión teniendo en cuenta que fue su mano derecha en los 4 años al frente de la Alcaldía?

-A nivel técnico, en los plenos y comisiones, supone mucho, porque es la persona que mejor conoce este Ayuntamiento de los 27 concejales. De eso no tengo ninguna duda y ellos también lo saben, por eso han ido a por él como han ido. A nivel personal mantenemos el mismo trato, sigue trabajando dentro del despacho, tiene una inhabilitación de 6 meses para cargo público que decaerá y cuando esto suceda, y si yo estoy aquí, volverá a la lista.

¿Cree que su salida supone dejar atrás una parte de la historia reciente de la izquierda abertzale?

-Joxe Abaurrea no es historia, va a seguir en el Ayuntamiento y va a seguir trabajando en el grupo municipal. Para nosotros es absolutamente irrenunciable. Por supuesto que se puede trabajar desde ámbitos y lugares diferentes, y es lo que ya está haciendo, trabajando al cien por cien y aportando su experiencia y conocimiento al grupo municipal, a la gente que viene empujando por detrás, como Endika Alonso, Maider Beloki o Borja Izaguirre, que tienen mucha proyección de futuro.

¿Le ha supuesto algún tipo de contradicción en este tiempo trabajando juntos que Abaurrea no condenara el asesinato de Tomás Caballero y que usted sí lo hiciera?

-Jamás. Nadie en este Ayuntamiento se posicionó a favor del asesinato de Tomás Caballero, la postura que hubo fue de lamentar profundamente aquello. En estos seis años que llevamos trabajando juntos hemos hablado de mil cosas y la posición que tiene Joxe Abaurrea es absolutamente asimilable, igual, idéntica a la que yo tengo con respecto al uso de la violencia y a la necesidad de situarnos en nuevo escenario de ausencia de violencia.

El otro día dijo en el Pleno que si repetía como candidato le volvería a llevar de número 2 de su lista. ¿Es que está pensando en seguir?

-No toca hablar de eso. Me gusta contestar a las preguntas, no me gusta escaparme, pero es que es verdad que ahora no toca, quedan 18 meses de legislatura todavía.

¿Se lo han propuesto?

-No me han dicho nada ni sé lo que va a pasar. Resultaría muy presuntuoso por mi parte pensar que el partido va a apostar por mí, cuando hay gente muy válida.

Lo que no me puede negar es que ya le está dando vueltas.

-Claro. El planteamiento que me estoy haciendo es que voy a terminar la legislatura con 61 años y me van a quedar 4 años más de trabajo. Lo que tengo que decidir es dónde los quiero pasar: si en mi ikastola o en el Ayuntamiento. Me queda año y medio para decidirlo, esa es la pura verdad.

Alguna insinuación ya habrá recibido.

-Me preguntan mucho en los bares, a ver qué voy a hacer, pero de dentro del partido no. Estos procesos llevan sus ritmos y comenzarán a ponerse en marcha a lo largo de este año, pero a día de hoy nadie me ha convocado a una reunión para hablar de este tema, ni esperaba que lo hicieran.

¿Va perdiendo encanto la política conforme van pasando las legislaturas?

-No (se lo piensa). Es cierto que la política desde dentro es muy desmitificadora. Visto desde fuera muchas veces esperas que haya más nivel, técnico y humano, entre la gente que está gobernando la ciudad. Tengo la misma ilusión del primer día. Cuando me propusieron venir al Ayuntamiento supieron tocar la tecla adecuada, porque la política municipal es la más cercana a la ciudadanía. No es lo mismo que estar en Estrasburgo; tiene una inmediatez mayor que la hace más atractiva. Trabajar por Pamplona y hacer las cosas que hemos hecho en estos 6 años por la gente y la ciudad no pueden decepcionar.

Los 18 meses que restan de legislatura prometen ser movidos tras la ruptura del acuerdo presupuestario entre Navarra Suma y PSN.

-Se presenta movidito porque estamos entrando en una dinámica de descomposición interna. Lo que veo dentro del equipo de Gobierno es desintegración, nunca han tenido una coordinación muy clara, y lo peor para Maya es que los concejales de Movilidad, Seguridad Ciudadana o Deporte le han ido metiendo de lío en lío, desde la calle Amaya, pasando por la grúa de Labairu o la hípica.

¿Aprecia señales de agotamiento en el equipo de Maya?

-Es algo más que agotamiento. No es que estén llegando al final de la legislatura arrastrando los pies, es que están en fase de descomposición absoluta. La imagen de María Caballero llamando a los fosos de la Vuelta del Castillo "pradera inmunda" denota que están fuera de lugar y creo que la mejor noticia es que a Enrique Maya sólo le queda año y medio para seguir cometiendo desmanes. Y habrá que plantear una alternativa para 2023, esté yo o esté quien sea.

¿Pensó que el pacto entre Maya y Esporrín iba a durar tan poco?

-Pensaba que iba a durar más, la verdad. Hace un esfuerzo para buscar acuerdos y no es capaz de que dure. El problema es que Enrique Maya es incapaz de ser sincero, intenta engañar hasta a sus propios socios presupuestarios.

¿Como va a actuar el principal partido de la oposición en este escenario, con una mayoría de las fuerzas progresistas?

-Ya pasó en el primer ejercicio de la legislatura y fue la oposición la que marcó el camino al equipo de Gobierno con modificaciones presupuestarias. Se hizo bien, pero por desgracia no se pudo repetir aquello y se ha comprobado clarísimamente que facilitar unos presupuestos a Maya sólo aumenta su capacidad para cometer desmanes, que es lo que ha venido ocurriendo.

¿El 'agur Asiron' que cantó la portavoz socialista puede suponer algún obstáculo para ese acuerdo a tres?

-Esos comentarios nunca hay que llevarlos al plano personal. Por supuesto que no me gustó y menos en una noche electoral en la que tienes que digerir que la derecha va a volver a gobernar. El drama de esa noche no fue que Joseba Asiron perdiera la Alcaldía, el drama fue que volvía Maya. No era momento para celebraciones de ningún tipo y creo que el tiempo nos ha dado la razón. Estoy seguro que Maite Esporrín lo ve ahora así, que no estaba pasando nada bueno para la ciudad.

Hace poco planteó algunas claves para recuperar esa mayoría de progreso.

-Hay una mayoría progresista en este Ayuntamiento que compartimos algunas cosas. Esa es la senda por la que ir. EH Bildu, PSN y Geroa Bai deberíamos ser capaces de ponernos de acuerdo en materias como la vivienda social, igualdad, sostenibilidad, cambio climático y salida de la pandemia. Con esos ejes en la cabeza hay mimbres para que la oposición diseñe unas políticas que guíen al equipo de Gobierno.

La realidad es que van a tener escasa capacidad, más allá de las modificaciones presupuestarias que puedan acordar entre las 3 fuerzas.

-No es lo de menos. Por esa vía podremos reconducir en parte la política municipal, pero no va a impedir que Enrique Maya pague dos veces la pasarela del Labrit, por ejemplo. Habrá cosas difícilmente evitables, pero en otros aspectos la oposición puede condicionar la acción de gobierno.

¿Es imaginable un cambio en la Alcaldía antes de que termine este mandato?

-Tendría que ser con una moción de censura. Probablemente sería lo deseable, pero me da la impresión de que es un tema que hay que trabajar mucho. Creo que hay que tener una mayor perspectiva, que no esté centrada en una moción de censura en el año que queda sino en articular una alternativa a la derecha. Centraría ahí todos los esfuerzos, más que en quitarle 18 meses de Alcaldía a Maya con una moción de censura, para sentar unas bases fuertes, firmes y de confianza que permitan elaborar esa alternativa.

Entonces Maya puede estar tranquilo en estos 18 meses.

-No le vamos a dejar que esté tranquillo ni un minuto (se ríe). Lo digo con toda la cordialidad del mundo, pero no le vamos a dejar tranquillo y él a estas alturas ya lo sabe.

El panorama para 2023 no tiene pinta de que sea muy diferente al de 2019, con una derecha que gana en votos pero sin mayoría absoluta.

-Puede ser. El futuro, sí o sí, nos tiene que llevar a que habiendo una mayoría de izquierdas no gobierne una minoría. No solo aquí, sino en todos los ayuntamientos o instituciones donde se pueda.