En el ir y venir de bares y negocios en el Casco Viejo de Pamplona, desde este mismo jueves, hay una nueva puerta abierta. El bar Mol, en la plaza Consistorial, toma el testigo al antiguo El Vallado, que ha dado cobijo en diario y festivo a locales y turistas. Con la reforma recién terminada, el Mol ya tiene definida su apuesta gastronómica.

En pocos metros cuadrados el negocio sigue el formato que ya empleó su antecesor: una variada oferta de pintxos, fritos y raciones, pero con una variante: la apuesta por la casquería. En su carta tienen un hueco especial guisados tradicionales como los sesos, callos con morros o un frito de riñón con queso emmental. Pintxos como las anchoas o una particular tortilla picante.

Este fin de semana es el estreno del Mol y el debut de su plantilla, recientemente formada. El enlace entre el pasado y el presente, entre el Mol y El Vallado, es Saúl Layos. Empleado en el anterior negocio, ahora afronta un nuevo reto profesional en el Mol. "Le han dado un cambio de look al local. ahora tiene más luz", explica Layos, mientras detalla la distribución del salón. En el interior se mantienen las tres mesas bajas más dos altas, en un aforo completo (sin restricciones) de unas 45 personas). En el exterior donde el Mol amplía la terraza. "Tendremos unas cinco mesas altas con tres sillas en cada una", cuenta Layos.

?Una vez hecha la inversión, reunida la plantilla y con la puerta abierta, ha comenzado la aventura de el Mol bajo la fachada del Ayuntamiento. La zona, turística, de tránsito de peatones y de ocio diurno y nocturno, hace de este punto una ubicación excelente para un bar. "A nada que la gente lo conozca es un bar que va a funcionar muy bien", confía Saúl Layos.