Estamos en 2022. Toda Pamplona está ocupada por las grandes superficies y marcas... ¿Toda? ¡No! Martín Azpilcueta, una calle de San Juan poblada por irreductibles pequeños comerciantes, resiste todavía y siempre al invasor. "La gente viene porque encuentra de todo. Tiendas de alimentación, moda y complementos, electrodomésticos, iluminación, hostelería, floristerías, peluquerías, joyerías, librerías... Es un centro comercial a cielo abierto", comenta Lidia Lizarraga, presidenta de la Asociación de Comerciantes de Martín Azpilcueta, que el lunes empieza a celebrar su 25 aniversario con sorteo de vales, exhibición de coches clásicos, dantzaris, danzas o txarangas. La clave del éxito para resistir al envite de la pandemia y superar las sucesivas crisis que el comercio local padece desde hace más de una década reside en la capacidad de adaptación a los nuevos tiempos, la sinergias entre los asociados y el trato cercano y familiar.

56 tiendas fundadoras

Reuniones en la parroquia

Corría el año 1997 y Lidia y Nieves Lizarraga, de Perfumería Lizarraga, daban sus primeros pasos en el negocio familiar. "Pasábamos por un momento complejo, estábamos descontentas, veíamos poca alegría en la calle y casi no había relación entre los negocios de la zona", recuerda Lidia. Ante esa tesitura, las dos hermanas fueron tienda por tienda dando a conocer sus intenciones: "Que nos juntáramos todos para montar una asociación o ver qué podíamos hacer para conseguir ayudas, permisos y gestionar cuestiones oficiales más fácil", explica Lidia. Tras varias reuniones en la Parroquia de San Alberto, nació la Asociación de Comerciantes de Martín Azpilcueta con 56 negocios adheridos y Nieves Lizarraga como presidenta.

Entre sus padres fundadores, hay tiendas con más de medio siglo de historia. En 1964, Pedro Fermín Zalba levantó la persiana de la Droguería Zalba, de las primeras droguerías que se montaron en el barrio de San Juan. "Introdujo los productos a granel e innovó con los pedidos a domicilio en furgoneta", comenta Karmele Zalba, hija de Pedro Fermín. Desde pequeña, Karmele había rondado la tienda familiar y en 1997, tras varios años de aprendizaje, le cedieron el testigo. "El aita y la tía me facilitaron el traspaso. Me presentaron a la clientela y me enseñaron a relacionarme con los comerciales y proveedores. Saber que vas a responder da confianza", señala.

Karmele cogió las riendas de la droguería al mismo tiempo que germinaba la asociación y no dudó en sumarse. "Era una manera de luchar y conseguir más derechos y concesiones para nuestros comercios. Si hubiéramos peleado de uno en uno, hubiéramos obtenido mucho menos", asegura. Entre los logros, destaca las actividades en la calle, campañas de visualización y sobre todo "unir" a los comerciantes de Martín Azpilcueta.

La droguería ya cuenta con 58 años de historia y la base del éxito reside en la honestidad, el trabajo constante y el trato cercano. "Había mucha costumbre de a la fía. Si el cliente no podía pagar, se apuntaba en una libreta y lo abonaban cuando podían. A mí me sorprendió mucho, pero luego vi que también se hacía en otros comercios de la calle", recuerda. Esa confianza mutua continúa a día de hoy, pero esas prácticas de épocas pasadas ya no suceden tan a menudo: "Con las tarjetas de crédito es distinto, pero aún hay gente muy conocida que a veces se deja la cartera en casa y te paga al día siguiente", comenta.

La labor "fundamental"

Ayudas y visibilización

David Besarte, de Electro Hogar Bayona, también comenzó a regentar la tienda de electrodomésticos en 1997 y se asoció al instante. "Entré a trabajar con 23 años y estaba más pendiente de dónde me pegaba el aire que de la asociación. Pero me uní en cuanto se formó porque había trabajado en una tienda de deportes en el Casco Viejo, estaba en la asociación y sabía que era fundamental para tener voz, voto y un mínimo de representatividad de cara al Ayuntamiento de Pamplona. Sin una asociación es imposible y un comerciante no es nadie", opina.

David considera "fundamental" la labor que realiza la asociación y valora que les mantengan al día en cuestiones de cursos, campañas y cómo recibir ayudas y subvenciones institucionales destinadas al pequeño comercio. "Si no estuvieran ellos, no me enteraría de la mitad de las cosas porque el trabajo me quita mucho tiempo", reconoce. Además, en durante la pandemia, la asociación les ha informado periódicamente de la normativa covid vigente. "La tienda hubiese sido un circo porque no había forma de aclararse con lo que había que cumplir", incide.

La Carnicería Irure es otro de los comercios veteranos de Martín Azpilcueta. José Irure, junto con dos hermanos, la fundó en 1966, cuando a penas tenía 18 años, y ha estado vendiendo carne de primera durante 50 años. En la actualidad, le sustituye su hijo José Ignacio, carnicero con 31 años de experiencia.

Irure también forma parte de la asociación desde los inicios. "Le ha dado mucho dinamismo. Es una calle comercial viva y la gente compra a gusto", asegura José Ignacio, que compagina tradición con capacidad de adaptación. "Nunca nos quedamos quietos. Hace seis años, montamos la tienda on line y repartimos carne por toda la península. Son tiempos duros, pero hay que buscar soluciones", apunta.

Compañeros de calle

Asambleas y cenas

La calle goza de muy buena salud y, en una época en la que el pequeño comercio languidece, acoge a nuevos establecimientos. El último comercio asociado es la Peluquería Carolina Rodrigo, que enfundó las tijeras a principios de enero. "Llevaba 15 años trabajando en una peluquería de la avenida Bayona. Vi este local vacío y me lancé porque era buena zona, nos habían hablado bien de la asociación y vimos bastante comercio y movimiento", comenta Carolina.

Estos primeros meses han trabajado bien y los vecinos les han recibido con los brazos abiertos. "No he empezado de cero. Tenía mi clientelica afianzada y se han venido conmigo. Además, ya se han pasado vecinas nuevas", destaca.

Pedro García, dueño de la Óptica Azpilcueta, también se decantó por la zona al observar tanta actividad. "Vivimos en San Juan y veíamos que la gente del barrio, e incluso de fuera, compraba en esta calle en concreto", recuerda.

La buena sintonía que percibía entre los compañeros de calle fue otro factor que terminó por inclinar la balanza. "Nos conocemos por nombre y apellido. Nos ayudamos los unos a los otros y hacemos piña", indica. Por ejemplo, las asambleas generales de la asociación, hasta la llegada de la pandemia, terminaban en una cena y cuando se jubila un asociado se organiza una comida y se regalan unas flores. "Quieras o no, estas cosas unen y dan un puntito", bromea David.

EL POST IT 32 asociados. Aceitunas Valero, La Frutería de Alba, Jamones Romero, Carnicería Irure, Nemo, Carnicería Ascarza, Estanco Huarte, Cafés Arrasate, Frutería Huerto Fresco, Coviran Turmbay, Gelisa, Ranglán, Mercería Artuch, Farmacia Sola, Droguería Redin, Droguería Zalba, Lizarraga, Muebles San José, Electricidad Iñaki, Ámbito cocinas, Electro Hogar Bayona, Milar, Óptica Azpilcueta, Librería Iturralde, Gadifer Joyeros, Flores Nekane, El Mosquito, Orduna Vallés, Planycop, Top Descanso, Peluquería CRG y Azpi servicio inmobiliarios.