En Navarra no es tan habitual como en Galicia, Asturias o Castilla y León, pero empiezan a hacerse hueco en portales de compra, venta o alquiler de viviendas. Pequeñas aldeas o pueblos que salen a la venta a precios, eso sí, al alcance de pocos bolsillos. Es el caso de los antiguos señoríos de Zai y Belzunegui (Esteribar), o de Etxaide (Anue).

Como pueblos pequeños, rodeados de una naturaleza donde impera el verde, pero a la vez a menos de media hora en coche de Pamplona, son una oportunidad de inversión. Zai está anunciado por 1.600.000 euros, iglesia incluida. Por Belzunegui, también con una pequeña ermita, piden 590.000 euros. Y en Etxaide, la propiedad mantiene el precio de 3 millones puesto en 2014.

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Pueblos 'a la venta' a media hora de Pamplona

Nada más bajar de su 4x4 y poner un pie en Zai, a Domingo Eugi, vecino de la cercana Errea, se le escapa desde dentro un lamento: "¡qué pena!". Mientras aparta las ramas para llegar a la pequeña plaza frente a la iglesia, acompañado por la alcaldesa del valle de Esteribar, Matilde Añón, y de Josetxo San Martín, vecino de Ilurdotz.

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El templo, ahora privado, es el único edificio con el tejado en pie, pero por dentro ha sido totalmente vaciado. El resto tiene los techos y todas las plantas y paredes hundidas. Domingo Eugi recuerda al milímetro cada una de las grandes casas de Zai, construidas siglos atrás. "Esa era la casa de Azparren, esa la de La Noguera, la de Miguelena, y esa la de Sagardoi", explica mientras señala con el dedo. Recuerda también el uso de cada edificio, cual era un pajar y cual una vivienda. En su niñez, Eugi vino aquí con sus hermanos y el resto de niños de Errea a jugar con los niños y niñas de Zai. "Unos domingos veníamos nosotros, otros subían ellos y jugábamos al escondite o a la alpargata", rememora.

Josetxo y Domingo, por Zia

Josetxo y Domingo, por Zia

Desde que quedó deshabitado en los años 70, en Zai no ha habido presencia humana permanente. Eugi (82 años) y San Martín (76), recuerdan al detalle a los últimos propietarios, la familia Villanueva, que cambió su residencia pero no perdió el gran arraigo a Zai. "Venían cada fin de semana, nada más terminar de trabajar", expresa Eugi.

Décadas después todo el conjunto de edificaciones (2.600 m2), con pozo, manantial y coto de caza, forman una inmensa finca rústica de más de 300 hectáreas gracias a la gran extensión de arboleda para usos agroganaderos, según recoge la web inmobiliaria idealista.com, donde se anuncia la finca. Todo ello a cambio de 1,6 millones de euros, que con la necesaria urbanización y reconstrucción de edificios elevará precios considerablemente.

Señorío de Belzunegui

La familia bizkaitarra Mesanza-Aranzábal compró el señorío de Belzunegui en 1957. El padre, Bernardo Mesanza, era ingeniero agrónomo y vio aquí una buena explotación de pinos para convertirlos en postes para redes telefónicas y telegráficas que inundaron el paisaje de medio mundo en las décadas de los 70 y los 80.

Pero Belzunegui también fue el hogar familiar de verano. "Veníamos un mes entero, julio o agosto, y nos quedábamos en una casa que mi padre construyó para que se quedara el trabajador que contrató durante años, Julián Oneca", rememora Mikel Mesanza, portavoz de los 10 hermanos herederos de la propiedad. La finca la componen una ermita desacralizada y una antigua vivienda que solo conserva las paredes.

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De esa casa procede toda la familia materna de Josetxo San Martín. La familia Ekiza dejó décadas atrás Belzunegui para establecerse en Ilurdotz. "A esta ermita veníamos en rogativa", recuerda San Martín, abriendo la puerta del templo que conserva restos de una hoguera y de presencia humana recientemente. La finca cuenta también con un coto de caza menor y una decena de palomeras. Por todo ello la propiedad pide 590.000 euros. "No tenemos prisa por vender, aunque ya hemos recibido alguna llamada", expresa Mesanza, remitiendo a las personas interesadas a su email mikelmesanza@hotmail.com.

Señorío de Etxaide

La finca privada que anteriormente fue el señorío de Etxaide, en el cercano Valle de Anue, salió al mercado en el 2014 por un valor de 3 millones de euros. Sus puntos fuertes: la cercanía a la carretera N-121-A que la conecta en 22 minutos con Pamplona, 160 hectáreas de terreno, 5 edificaciones y una torre defensiva del siglo XII, con reforma en 1950.

La propiedad aún sigue a la venta en el portal idealista.com, y el anuncio destaca el caserío por su "interés histórico artístico, principalmente por su balconada exterior de 7 apoyos que recoge Caro Baroja en el libro La casa vasca", además de una ermita "desafecta" de 40 metros cuadrados.

Todas estas edificaciones implican ya una considerable inversión, aún en estado de ruina, que sumado al coste de rehabilitación las hace más propicias para grandes proyectos que para inversores particulares. Pero para los valles y pueblos del entorno rural, su salida al mercado es también una oportunidad de atraer nuevos pobladores o negocios, pese a que aún no haya estampada una firma en el papel.