antener un pequeño negocio local abierto estos días no ha sido tarea fácil. Y sino que se lo pregunten a Francisco Javier Bayo, lodosano que abrió 'La oveja naranja', una tienda de chucherías hace algo más de dos años y que, gracias a que dispone de pan, ha logrado subsistir a este estado de alarma. Aunque asegura que las ventas "han bajado considerablemente", ha logrado reinventarse y adaptarse a la situación para poder seguir ofreciendo sus servicios.

En un primer momento, explicaba, optó por desinfectar la pala o las pinzas cada vez que alguien las utilizaba en la zona de productos a granel pero vio que era un peligro real de propagación puesto que la gente se acercaba a los metacrilatos y no bajaba las tapas. "Cambié la estrategia y he separado esta zona con una barrera para que en ese espacio solo esté yo para servir. Hemos retrocedido a los tiempos en que en las tiendas se pedía y te iban poniendo", comentaba Bayo. "Estamos acostumbrados a un tráfico rápido de compra pero ahora vamos a tener que tener mucha más paciencia".

Dentro de las cubetas, además, ha introducido bolsas de plástico duro para preservar la calidad de las gominolas ya que, a pesar de ser más engorroso a la hora de cogerlas, se evitan otros riesgos.

Por otro lado, la nevera con encurtidos también ha variado y ya no es de autoservicio, mientras que el resto de productos, las típicas bolsas de chucherías, sí las puede coger cada uno tranquilamente. Además, en el mostrador también ha colocado una línea de separación para que los clientes depositen sus productos y hay gel de manos para que quien quiera pueda echarse al salir.

Otro de los cambios que ha experimentado tiene que ver con la reducción del horario ya que ha abierto de lunes a viernes por las mañanas y por las tardes, pero los sábados y domingos, que eran las jornadas de mayor afluencia hasta ahora, solo lo ha hecho por las mañanas. "Me he arriesgado pero no quería ser yo el que incentivara a la gente a salir a la calle. Los sábados y domingos por la tarde la gente tenía que estar en casa, y no comprando chucherías", comentaba.

Eso sí, en este caso hacía un llamamiento a los vecinos para que "apoyen al comercio local, a las pequeñas tiendas que estamos al pie del cañón".

De hecho, y aunque ahora se va a poder salir un poco a la calle no va a variar este horario: "creo que es un poco pronto". En este sentido, y una vez que la normalidad se vaya imponiendo, alegaba que, para evitar riesgos, "los padres tendrán que ser conscientes de que un niño pequeño no puede ir solo a comprar porque no tiene esa capacidad".

Para no perder clientela, explicaba, también se ha puesto a repartir a domicilio, algo que hasta ahora no entraba en sus planes: "Había que darle una vuelta al negocio y surgió la idea, así que decidí probar. La verdad es que ha funcionado muy bien y puede que sea algo que perdure en el tiempo".

De momento, y con un pedido mínimo, aprovecha las horas en las que la tienda no está abierta y se desplaza a Sesma, Mendavia, Sartaguda, Cárcar, Alcanadre y Pradejón. "En función del stock que tengo, mando fotografía vía WhatsApp o a través de las redes a las personas que me han escrito interesándose y después me dicen qué quieren y cuánto". También le han llamado de poblaciones más alejadas y, asegura, está estudiando la forma de poder hacerlo.

Aunque Fco. Javier se lanzó a la aventura a la hora de montar este negocio, lo cierto es que no es un sector que le sea desconocido y es que, además de haber estado hasta ahora en un almacén de distribución, con 12 años su padre ya se metió en el mundo de las chucherías. "Es algo que me gusta, que controlo y entiendo. Vi que había una necesidad de especializar un poco más este mundo. En 2017, y tras detectar que el sector se estaba degradando al primar el precio por encima de la calidad, lo vi claro. Tenía una gran ilusión por trasladar la experiencia de la calle a una tienda".

El nombre del negocio, explicaba, viene del título de un villancico con el que participaron en un concurso hace años su mujer, la prima de ésta y una amiga; le hizo gracia y siempre le rondó la mente.

"Al principio arranqué con muchas dificultades, sobre todo con los temas de permisos, obra y financiación. Costó mucho montar la tienda, cada día era un paso, pero después ha ido bien. La tienda ha sido muy bien aceptada", apuntaba sobre sus inicios este lodosano. Para terminar, Fco. Javier mostró su apoyo "a todos los autónomos que lo están pasando realmente mal con sus negocios cerrados y deben seguir pagando su cuota, así como a las familias que han perdido a algún ser querido".

"Los fines de semana he cerrado por la tarde para no incentivar a la gente a salir"