Que la jota suene en Marcilla a nadie extraña y es que no podía faltar esta disciplina y tradición en la localidad ribera. Con 16 años, en el curso 2016-2017, Raúl Palacios se puso al frente de la escuela de jotas, una entidad que nació en el año 1997 de la mano de Julián Aranaz, y que a pesar de haber tenido sus altibajos, ahora goza de una salud envidiable con 20 joteras adultas y niñas.

Palacios, que empezó su andadura de txiki con José Félix Gárriz, con el que aún hoy en día sigue ensayando, cree que a los joteros "se nos tiene que tener más en cuenta porque somos un pilar fundamental de la Comunidad foral. Hay un gran desconocimiento en torno a la riqueza de la jota y creo que hay pocas canciones o disciplinas que expresen tanto en tan poco tiempo".

Él, que empezó con dos amigos, cuenta, lo hizo porque le gustaba cantar en general y "la jota la tenía aquí, en casa. Empecé y se me daba bien y me fue creciendo la afición". A todo ello colaboró, además, el logro de galardones en algunos de los certámenes de Navarra. Ahora, y para seguir formándose, se ha apuntado a canto y, asegura, le está costando quitar esa voz más metálica, los ataques y el vibrato. "Me sale el deje", ríe.

A pesar de su juventud, no le dio vértigo ponerse al frente de la institución marcillesa, que reflotó con 14 alumnos. "No me he sentido desplazado por ser joven sino todo lo contrario; querido y respetado. De todas formas desde el principio tuve claro y dije que si a alguien no le podían ayudar o enseñar más, que lo derivaría. Todos los que vienen lo hacen con un gran compromiso y somos un gran grupo; creo que han empatizado conmigo".

Este pasado curso y el anterior no resultaron sencillos, tal y como explica, pero "lo cierto es que no paramos. En pleno confinamiento hicimos clases online de forma individual porque la intención no era avanzar sino, al menos, mantener el interés y la disciplina, y después volvimos con mamparas y todas las medidas de seguridad necesarias; me he sentido muy apoyado por las instituciones, que es importantísimo".

Las clases, una por semana de una hora, son grupales, aunque Raúl cree que lo ideal sería que fuesen individuales. "No van por niveles porque así se ayudan las unos a las otros y soy consciente de que es un hobby e intento no tomármelo como una asignatura, pero hay veces que me sale la vena", apunta al tiempo que asegura que "busco jotas que potencien sus defectos para hacerles trabajar y esforzarse. No solo cantamos sino que también leemos un poco sobre la historia de la jota; sus orígenes, esencia y valores".

De hecho, ha elaborado un cancionero así como un pequeño libro de teoría que adquieren los alumnos que van a la escuela. "En Marcilla lo cierto es que hay mucha cultura de la jota, siempre hay gente que la ha apoyado y respetado, eso es muy importante".

Actividades

La localidad acogió en el mes de mayo el III Certamen de Jotas Villa de Marcilla en el que participaron medio centenar de joteros de la zona. "La verdad es que soy un poco anti concursos pero es cierto que es una gran manera de coger tablas y de darte a conocer. Es como un pequeño examen", afirma Raúl. De hecho, la idea es que esta cita se asiente en el calendario local y sirva para poner a Marcilla en el punto de mira y en el mapa jotero. "Me gustaría introducir algún elemento diferenciador, pero aún está por ver".

25º aniversario

Para terminar, Raúl explica que el año que viene la escuela celebrará su 25º aniversario y que ya hay varias ideas que le rondan la mente como, por ejemplo, organizar un gran festival en el que participen las diferentes asociaciones locales con canciones folclóricas y con la jota como protagonista. Además, desvela, van a crear el escudo de la escuela que después lucirán por los diferentes municipios así como en los pañuelos y las fajas de fiestas.

Palacios se va a ir a estudiar fuera en septiembre pero, de momento, no se va a desligar de la escuela y seguirá dirigiéndola. "El día que me vaya me iré asegurando que alguien viene o se queda porque no pienso dejar que se vuelva a perder aquí la jota con lo que ha costado recuperarla". Entre los retos que se marca a corto plazo está sacar la jota a la calle, que se escuche más y no solo en días puntuales; hacer más audiciones, rondas, festivales, "que cada trimestre se nos oiga al menos una vez", finaliza.