El viernes se estrena Araxesen gainetik, Malloen azpitik, un documental que muestra las costumbres, oficios, celebraciones, relaciones y creencias del siglo pasado en este valle situado al pie de las Malloak y por el que discurre el río Araxes, de ahí el título. Será en Arribe, en la sede del Ayuntamiento de Araitz. Habrá dos pases, el primero a las 19.00 horas para los y las vecinas que han participado de diferente manera en este audiovisual producido por Labrit Patrimonio, más de 60 en total. El segundo será las 20.30 horas para el público general. Si bien el aforo está completo, se podrá ver en Betelu con motivo de las fiestas de San Pedro. Asimismo, a lo largo del verano se proyectará en todos los pueblos del valle.

El documental ha sido financiado gracias a las aportaciones de los ayuntamientos de Araitz y Betelu así como la ayuda de Agua de Betelu.

Todo comenzó hace diez años, cuando los ayuntamientos de Araitz y Betelu acordaron recopilar la memoria inmaterial de ambos municipios. Entonces se realizaron 22 entrevistas a mayores del valle. Eran: Juanito Huarte, Esther y Rosario Amondarain, María Otermin, Joxe Iriarte, Dolores Arraztio, Martín Otermin, Agustín Askarai, Rosario Saralegi, Graxian Olasagarre, María Estefanía Irigoien, Juan José Goikoetxea, Begoña Saralegi, Txomin Otermin, María Dolores Goikoetxea, Anttoni Soravilla, Maria Josefa Buldain, Antton Arrizibita, Alejandro Yeregi, Francisco Soravilla, Jose Miguel Iribarren y Feliciano Buldain, algunos ya desaparecidos. "Nos dejaron el mejor tesoro para entender la identidad y la realidad actual del valle, la memoria", señalan desde Labrit Patrimonio. Y es que mostraron los pormenores de las labores agrícolas y pastoriles. También hablaron de momentos de ocio y de las relaciones entre los pueblos o las que se producían entre chicas y chicos a la vuelta de las fiestas de alrededores y cuando la Iglesia consideraba pecado bailar al agarrado.

Con esos mimbres se ha dado forma a un documental de 45 minutos con partes de las entrevistas y recreaciones de los recuerdos de los mayores. Por un lado, se ha recuperado antzar-joku, un juego tradicional se solía jugar en varios pueblos por carnaval y que se asemeja al de Lekeitio. En el caso de Araitz, el ave se colgaba de una especie de arco, bajo el cual debían pasar los mozos a galope, vestidos con sus mejores galas, al igual que sus monturas. El que conseguía quedarse con el cuello, recibía un piper opille de las chicas. La segunda recreación se realizó en uno de los pilota-toki que hay en las Malloak, pilota-tokiparedes naturales que los pastores solían utilizar para jugar a pelota en el monte. La tercera y última es sobre el estraperlo, de cuando en la posguerra llevaban dos corderos al hombro y tras sortear a los miqueletes en la muga de Zarate, llegaban hasta la sidrería de Bedaio, dónde se los compraban a buen precio estraperlistas de Gipuzkoa.

CAZA DE BRUJAS EN INTZA

Si bien es menos conocido que el proceso de brujería de Zugarramurdi, en Intza también hubo persecución y castigo por ser diferente. Y es que en los primeros meses de 1595, 28 intzarras fueron acusados por la Inquisición. Eran 10 hombres y 18 mujeres, entre éstas cuatro de 9, 13, 15 y 16 años. Fueron encarceladas en la prisión de Pamplona a la espera de juicio. Se celebró en noviembre pero para entonces 12 murieron en la misma celda. Entre las personas supervivientes se encontraba el txulubitero Martín Barazarte, que recibió 100 azotes y le impusieron una orden de alejamiento de 6 años. El resto salieron sin cargos pero volvieron en muy mal estado y les embargaron sus bienes para pagar la detención.

"El miedo y la psicosis han impedido en gran medida la transmisión generacional de lo ocurrido. Y el hecho de que las brujas se hayan convertido en personajes mitológicos no ha ayudado demasiado", apuntan desde Labrit. Sin embargo, sobre todo en el Goierri de Araitz, los mayores recordaban bien los casos de brujería que escucharon casi a escondidas. "Son historias contadas entre miedo y fascinación. Algunos dicen que ocurrieron realmente, y otros que simplemente son cuentos", observan. Por ello, otro objetivo del documental es homenajear a aquellos vecinos y vecinas que fueron víctimas de la caza de brujas.