Pikuxar Euskal Txokoa aprovechó que este pasado domingo era día de feria en Irutzuzun para organizar una jornada de puertas abiertas para mostrar sus nuevas instalaciones, un espacio para impulsar el euskera asi como la vida social y cultural de Irurtzun desde el corazón de esta localidad. Y es que se ubica en la calle Estella, enfrente de la plaza de Los Fueros, dónde se ha rehabilitado un antiguo edificio y se ha creado una nueva plaza, Pikuplaza, con una amplia terraza que además conecta esta calle con San Martín, la otra arteria principal de Irurtzun.

"La pandemia nos obligó a cambiar el modelo de negocio. En el proyecto inicial no teníamos previsto una terraza pero vimos que era imprescindible", apunta Jorge Iriarte, coordinador de Pikuxar. "La obra de rehabilitación no se ha circunscrito solo a la casa sino que ha afectado urbanísticamente al resto del pueblo", destaca. Y es que también se ha actuado en el entorno del edificio. Lo cierto es que desde la apertura del bar el pasado 21 de junio, esta terraza se ha convertido en un lugar de encuentro agradable y seguro, muy animado durante este verano. "También estamos revitalizando el mercado laboral puesto que estamos gestionando 13 contratos entre indefinidos y temporales, a tiempo completo y parcial", señala.

ORIGEN DE PIKUXAR EUSKAL TXOKOA

Todo comenzó en 2003, cuando jóvenes que se movían en torno a tres colectivos: el grupo de danzas Orritz, Aizpea Euskara Taldea e Itxondo, se juntaron para contar con un espacio propio de encuentro y crear comunidad. También querían que ese lugar tuviera una proyección pública. Así, alquilaron el antiguo bar Mabel, desde organizaron diferentes actividades. Pero la crisis del ladrillo redujo considerablemente los ingresos. "Pensamos que era el momento de reflexionar sobre el futuro y en asamblea general se decidió apostar a lo grande, con la compra de un local propio pero seguir con la misma filosofía", cuenta Iriarte.

El proyecto era ambicioso, la reforma total del edificio y su ampliación, con un presupuesto en torno a un millón de euros. Así, comenzaron una campaña de captación de socios en la que pasaron de 70 a 100. Lo siguiente fue crear un organigrama con diferentes comisiones de trabajo. Para la financiación del proyecto estos tres últimos años se llevaron a cabo diferentes iniciativas como la instalación de txosnas en fiestas de los pueblos de Arakil, antes de la pandemia, o la organización de espectáculos, sorteos, venta de camisetas y calendarios entre otras.

AUZOLAN, LA BASE DEL PROYECTO

Las obras comenzaron en febrero del pasado año con auzolanes de los socios y socias para las labores de la limpieza. Cuando acababan de entrar los albañiles con sus máquinas para llevar a cabo la excavación, saneamiento y cimentación del edificio, se declaró el estado de alarma, lo que obligó a suspender temporalmente las obras. Aunque se reanudaron dos semanas después, los socios no podían acudir para realizar auzolanes, el pilar fundamental de este proyecto. Para ello, los socios y socias se dotaron de un reglamento interno de participación que regulaba sus derechos y deberes en cuanto a la participación en la sociedad. Asimismo, se creó un banco de tiempo en el que se han registrado 25.000 horas de trabajo de los socios y socias.

"Con esta herramienta hemos garantizado que todos y todas nos sintiésemos cómodas y desarrollemos nuestra potencialidades", observa Iriarte. Y es que como destaca, el mayor reto de este proyecto no era tanto el financiero o técnico sino conseguir que más de un centenar de personas se pusieran de acuerdo. "Lo importante ha sido mantener la motivación para seguir adelante a pasar de todos los obstáculos que han surgido y lo hemos conseguido trabajando todos y todas con mucha transparencia interna", incide.

LA NUEVA SEDE POR DENTRO

La nueva sede de Pikuxar cuenta con una superficie construida de 537 metros cuadrados. Buena parte de la planta baja está ocupada por el bar además de otras infraestructuras. En la primera está la sociedad propiamente dicha, con cocina y comedor además de aseos y almacén. En la segunda planta hay una sala multiusos y una terraza, un edificio que combina la arquitectura tradicional con elementos modernos. Al respecto, Iriarte destaca que se han tenido en cuenta criterios de eficiencia energética, con el aislamiento del edificio y la producción de energía con una caldera de biomasa eficiente. "Con poca leña se puede mantener en buenas condiciones el edificio", asegura. Asimismo, señala que Pikuxar es accesible a todas las personas, incluso con movilidad reducida.

El impulso que ha supuesto la nueva sede se ha traducido en más actividades. Y es que además del fomento del euskera y la cultura vasca, Pikuxar ha abierto una nueva línea de trabajo relacionada con el deporte, con salidas al monte, marchas en bici y la organización de una San Silvestre entre otras.

En la actualidad son 120 socios y socias. "Era el número de referencia para que fuera viable el proyecto pero al terminar la obra hemos visto que hay espacio para más personas, con un aforo de 160 personas en la situación actual", observa Iriarte. "En una asamblea se decidirá cuántos socios y socias pueden entrar más", adelanta.