Cuando habla de poesía, a Blanca Eslava Vidondo (Lumbier 1961) le gusta recordar la definición de Antonio Machado: “Poesía es la palabra esencial en el tiempo”. “Es tanto lo que dice en la sencillez de esta afirmación, que la hago mía. Para mí la poesía es mi silencio, mi espejo, mi camino. Es el modo de sentir mi naturaleza”.

Así lo refleja en su primera obra, que acaba de ver la luz, Paisajes del agua, un conjunto de 60 poemas ilustrados uno a uno por los dibujos de su hermana, Asun Eslava. El libro ha tenido dos presentaciones en Lumbier: una más íntima en el marco de los Jueves de Poesía, espacio literario en el bar Saira coordinado por la autora, y otra en el Centro Cívico con la colaboración del Ayuntamiento. Ambas contaron con la presencia de personas invitadas que fueron desgranando los versos y, además, la segunda fue introducida por Ana Martínez Mongay, profesora y poeta, prologuista de la ópera prima.

Eslava estudió Filología Hispánica en la Universidad de Zaragoza. Es coautora del libro En Voz Alta, Nosotras poetas de la Zona Media y partícipe del encuentro Miradas Poéticas mientras dirige los Jueves de Poesía de Lumbier, donde rompió su silencio. En su primera aventura editorial, le acompaña su hermana, Asun, licenciada en Bellas Artes (Universidad Complutense de Madrid) y profesora de Dibujo de Secundaria.

Paisajes del agua es un conjunto de poemas escritos, algunos en su juventud, aunque la mayoría son de su última época. Su título, dice la prologuista,“recuerda y evoca las palabras de Miguel de Unamuno en su obra homónima Paisajes del alma: “Campo, ciudad, paisajes y recuerdos”. Es un viaje interior en el que la autora describe el campo, muestra todo lo que le sugiere el paisaje y da a conocer la existencia de una poesía rural, de la naturaleza y bebe de sus propias reflexiones. “La autora observa lo que encuentra cerca, lo describe pegado a la tradición y, por ello, lo convierte en universal”, afirma Martínez Mongay.

“La forma poética me seduce por su capacidad de evocar realidades escondidas en las cosas que yo intuyo y necesito para forjar mi paz. Ligado a esto está mi sentimiento hacia la naturaleza”. Cuenta la autora que forja sus versos mientras camina por los senderos. “La naturaleza es una constante en mis poemas”. Fundida en ella, sus sentimientos se refuerzan con recursos estilísticos y versos libres en una edición libre.

El poemario se vertebra en varios temas y hacia la mitad hay un punto de inflexión en el que lo humano predomina en el entorno. A partir de este momento, da paso a otras cuestiones de denuncia: refugiados, enfermedad y muerte, y finalmente, se abre a la creación poética, el arte, y a la música.

LA BÚSQUEDA El viaje de Blanca Eslava se proyecta a través de profundos poemas con los que construye imágenes de la búsqueda y aprendizaje que la vida le ha aportado. “En los tiempos de juventud, la escritura me ha servido como cura en un ejercicio de reflexión y reconocimiento. También me ha ayudado a buscar el sentido de la vida, lo que realmente yo siempre he buscado”.

En su obra cabe destacar, además, la presencia de la lengua y la cultura vasca, en sus poemas traducidos al euskera por Iñaki Bastarrika, así como en las atractivas y complementarias ilustraciones pegadas a la lectura de los versos. Porque Paisajes del agua es una combinación de poesía y de arte fruto de la unión de la creatividad de las dos hermanas.

Realista y poeta inconformista desde siempre, en su primer poemario Blanca Eslava deja entrever, expresa Ana Martínez Mongay, “que ha venido para quedarse”.