o suman cincuenta las personas que habitan el concejo de Ayesa, perteneciente al municipio de Ezprogui en la comarca de Sangüesa, pero en su afán está no perder la memoria de lo que un día fueron, y con la intención de reunir su bagaje emocional y etnográfico, el concejo ha rehabilitado un local en el centro de la localidad llamado el "Espacio de Evocación de la Vizcaya". Es un proyecto cuya primera fase acaba de finalizar una vez habilitado el edificio municipal que albergará el patrimonio de los núcleos que hoy permanecen despoblados.

La actuación ha contado con una ayuda del PDR 2014/2020, cofinanciada por el Fondo FEADER y el Gobierno de Navarra y gestionado por Cederna Garalur, del 70% sobre la inversión total de 30.200 euros.

Esta intervención con la que culmina la primera fase del proyecto dará lugar a la siguiente. En los próximos meses, la intención del concejo de Ayesa es contratar una persona que les ayude a ordenar los materiales y documentos existentes para la posterior apertura al público de un nuevo espacio turístico-cultural en la Baja Montaña.

"El local acondicionado fue de la sociedad trilladora y se lo donó al concejo cuando desapareció la actividad . Es una planta baja que se presta para ser un pequeño museo", cuenta Javier Marco Apesteguía, presidente de este concejo.

Antes restauraron el antiguo trujal con el mismo objetivo, que no es otro que "intentar promover iniciativas y acciones para que este pueblo no desparezca", subraya.

Lamenta Marco el abandono de los poblados de La Vizcaya, una zona montañosa entre el valle de Aibar y la Valdorba. : Gardaláin, Guetadar, Irangoiti, Usumbelz, Julio, Arteta, Loia o Sabaiza, o incluso algunos que existieron siglos atrás como Eyzco y Usaregui . "Sus gentes se fueron a vivir a Tafalla, a Sangüesa o a Pamplona y los pueblos se quedaron vacíos. Pero no queremos que se pierda su patrimonio", expresa.

De la tierras que fueron de cultivo guardan utensilios de las labores agrícolas y otros materiales, pero también documentos, abundantes fotografías, el cáliz de la iglesia de Irangoiti e incluso, poesías. El nuevo espacio albergará la recopilación que, sin duda, tiene gran valor para la población que permanece en el lugar. "Intentamos ir mejorando poco a poco las cosas del pueblo, en Ayesa. En Ezprogui se hace algún trabajo. No es fácil. Contando con Moriones, no llegamos ni a cincuenta en el censo", apunta. Como otros pueblos vecinos, Aibar o Cáseda, "el mismo Sangüesa", recalca, perdieron población que no recuperaron ni los fines de semana. Estamos con ganas de recibir gente, de que se animen familias a venir a rehabilitar casasa para vivir. Sabemos que la vida en el pueblo al final es dura y más cara, pero también la calidad es mayor. ¿Quién sabe?, igual esto del coronavirus nos viene a enseñar algo y aprendemos ", reflexiona.

Sus 47 años los ha vivido Javier Marco en Ayesa y él viaja a diario a Pamplona a trabajar como carpintero. " A mí no me cuesta desplazarme. Siempre lo he tenido que hacer: primero para estudiar en Sangüesa, después a trabajar a Pamplona. Sin embargo, entiendo que es una cuestión de mentalidad y que es difícil que la gente quiera venir a vivir a los pueblos, tal vez porque creen que aqui no hay nada. Y es que todo está centralizado en la ciudad", mantiene.

Concejo y Ayuntamiento (con la alcaldesa Camino Landarech), trabajan en la misma dirección. Se entienden bien, asegura Marco, convencido de que esta es la clave: "pueblos pequeños unidos para recuperar un poco de población e intentar que la gente vuelva. Iniciativas como esta nos satisfacen y agradecemos a quien llega. Son alicientes para quienes trabajamos por la supervivencia", concluye el prediente del concejo de Ayesa.

"Son alicientes para quienes estamos luchando por la supervivencia"

Presidente del concejo de Ayesa