La vida tranquila y calmada de los pequeños pueblos de Aintzioa y Loizu, a 40 minutos de Pamplona, se ha visto perturbada estos últimos días por una noticia que ha traspasado fronteras a escala internacional. A escasos metros de donde residen, se han descubierto los restos de El hombre de Loizu, el esqueleto más antiguo hasta ahora hallado en Navarra, con más de 11.700 años. "Ha subido la media de edad", bromean.

Y es que nunca hubieran imaginado que en la cueva Errotalde I, que para ellos siempre ha sido el Manantial de Loizu, pudieran yacer intactos unos restos tan arcaicos. Por eso, cuando los espeleólogos de Sakon Espeleología Taldea les desvelaron en noviembre de 2017 que habían encontrado unos huesos humanos, comenzaron a hacer todo tipo de conjeturas. "Te montas tus películas y pensando que podía ser más cercano, preguntábamos a la gente mayor a ver si sabía de alguien que había desaparecido. Se comentó mucho en la zona porque nadie nos dijo que no diríamos nada, pero luego ya lo teníamos olvidado", confiesan los vecinos de Aintzioa Alfredo Iturri y sus sobrinos Alain y Denis Goiena.

Sin embargo, su sorpresa fue mayúscula cuando constataron la envergadura del hallazgo. "Últimamente veíamos mucho movimiento de gente y ya sospechábamos que era algo importante. Fueron unas semanas de preguntarnos quién podía ser, si era Santiago que se había quedado aquí sin hacer el Camino, si era de Aitor y los vascones o si era un Rey que dicen que estuvo oculto en una cueva al lado de Larrogain. Pero lo que nadie pensó es que tendría tantos años", comentan entre risas.

EL SECRETO

La existencia de esa cueva no era ningún secreto para los vecinos de la zona. Sin llegar a indagar mucho por las angostas galerías de la cavidad, antes eran asiduas las visitas de algunos curiosos en busca del agua que brotaba del manantial. Parece ser que su compra data de finales de los años 50. "El agua ahora viene de un depósito, pero antes venía por el sobrante de la regata y, si el tubo tenía musgo, muchas veces nos tocaba ir a arreglar. Después, pusieron una puerta de hierro", asevera Primitivo Elcano.

Este vecino de Loizu de 77 años ha sido durante años el único habitante de este pueblo, que ahora cuenta con 16 residentes, y se muestra realmente sorprendido no sólo por el antiquísimo esqueleto, sino por el orificio que tiene el cráneo. "He pasado estos días con pena porque al chaval ese de 17 a 21 años le han matado con alguna bala de piedra. ¿Qué pudo hacer de mal ese chaval? Si fuera de la guerra, igual habría hecho algo, pero ese chaval me da pena", lamenta rodeado de sus cuatro perros.

La información sobre El Hombre de Loizu junto a su antigüedad le llegó a Primitivo a la vez que al resto de vecinos de la Mancomunidad Aintzioa-Loizu, sin embargo, su presidenta, Denis Goiena, ya estaba al tanto. Ella, junto al alcalde del Ayuntamiento de Erro, Enrique Garralda, había sido informada en una reunión con la directora del servicio de Patrimonio Histórico, Susana Herreros. Y el deber de tener que guardar el secreto viviendo codo con codo con sus vecinos no ha sido nada fácil. "Lo qué costó aguantar ese secreto. Yo sabía que el tío (Alfredo) tenía que saber algo y cuando nos enteramos, me dijo ¡Ah, cabrita, no me habías dicho nada!. Y yo le dije ¡Ni tú a mí!", recuerda Denis entre risas.

LA AVENTURA

Y es que Alfredo era sabedor del secreto tanto como su sobrina. De hecho, la amistad forjada con los espeleólogos de Sakon por su inestimable ayuda a la hora de enseñarles todas las simas de la zona, le ha hecho partícipe en todo momento de la investigación del esqueleto. Hasta el punto, incluso, de ser el único vecino que ha conocido in situ a este nuevo habitante del pueblo. "Huesos ya había visto, pero un esqueleto entero, menuda sensación. Me acordé de dos de Esnotz que mataron en Loizu, pero ya vi que no podía ser al estar tan bien colocado. Eso sí, me dio más impresión cuando me dijeron los años que tenía. Ahí me entró mayor golpe", subraya, añadiendo que accedió a la cueva a los 3 días del hallazgo. Entonces, Alfredo tenía nada menos que 76 años, pero su espíritu aventurero y montañero no le paró los pies. "A mí me pusieron muchas facilidades, pero hay unos recovecos estrechos y pasos por donde hay agua. Para los de capital no es eso, tienes que saber mancharte el culo", ríe.

Aunque ahora los huesos ya no se encuentren en el interior de la cueva, sino en proceso de investigación, el vecino de Aintzioa confiesa que no volvería a entrar a la gruta. "Ni aunque me pagaran 50 millones. Entrar sí, pero ¿luego salir? Si te pones nervioso, ahí pierdes dónde está el norte", expresa.FUTURO

El hallazgo ancestral les ha puesto en el mapa a estos dos pueblos del valle de Erro y sus habitantes ya intuyen que va a dar mucho de qué hablar. "Aún en los años que vienen pasará mucha gente por aquí. Parece que esto es a nivel mundial, que ha llegado a Estados Unidos y todo", dice Primitivo orgulloso. Precisamente, esta entrevista fue interrumpida por unos excursionistas. "Perdone, ¿para ir a la cueva? Han puesto un monumento, ¿no?", le preguntaron. "Uy. Eso pondrán después", les contestó.

De hecho, a falta de los resultados de la investigación, en la zona ya se están estudiando las posibilidades turísticas que puede brindar el descubrimiento. Son conscientes de que, al menos de momento, ambos pueblos no van a obtener ningún beneficio económico ya que no existe ningún tipo de negocio. "Siempre han venido muchos montañeros, y seguro que ahora vendrá más gente. Por eso, estaría muy bien poner algún panel de información con fotos", propone Alain. No obstante, confían en que repercuta en el resto del valle de Erro. "Da pena que el esqueleto se vaya al Museo de Navarra, pero está claro que ahora mismo aquí no se puede quedar. Estamos pensando hacer algo a nivel de zona, ya que también tenemos a la mujer de Aizpea en Aribe o las ruinas de Iturissa", reconocen.

Más allá de lo turístico, también ven importante transmitir a los niños y niñas del valle la importancia de sus antepasados. Porque es vital entender el pasado para poder avanzar hacia el futuro. "Los txikis están alucinados. Tienen mucho interés por las cosas prehistóricas y ya hemos hablado para que los espeleólogos y antropólogos vayan a la escuela", concluye Denis.