La llave forjada en hierro de Casa Koleto en Otsagabia abre la puerta de un nuevo y singular espacio para el pueblo y visitantes. Será un sitio para mostrar su esencia, lo que fue y lo que es la villa del Valle de Salazar, con un proyecto cultural en el que su Ayuntamiento vierte ideas e ilusión. Hacía tiempo que la mirada estaba puesta en el caserón, desde el propio balcón de la cercana casa consistorial. La localidad carecía de un sitio aglutinador de su etnografía y tradiciones. Cuando el Ayuntamiento supo que estaba en venta, no dejó pasar la oportunidad y comenzó las gestiones pertinentes. "Otsagabia carecía de un lugar para mostrar su valor patrimonial y etnográfico, para conservar y reunir sus tradiciones. Y por otra parte, pensamos que si se vendía fuera se derruiría y perderíamos su estructura. Uno de los principales motivos que nos impulsó a comprarla es que es una de las pocas casas pirenaicas que mantiene en su interior su estructura tradicional, así que nos lanzamos a comprarla", explica la concejal, Rita Labiano. La operación se cerró en Sangüesa en abril de este año con un coste de 270.000 euros. La casa ocupa 750 metros cuadrados repartidos en tres plantas, más el patio y un anexo denominado popularmente como "el rancho".

PATRIMONIO Casa Koleto forma parte del patrimonio otsagiarra, del conjunto de casas de su cuidada arquitectura a los dos lados del río. Se ubica en el número 10 del barrio Labaría y data de 1786. Su puerta de entrada da paso a un mundo de sensaciones que despiertan la piedra y tapices de los Garmendia- Landa (antiguos propietarios, los últimos han sido la familia Marco García-Mina). También la madera artesanal, en algunas estancias de tabla ancha cortada con hacha, y sus enormes lámparas. Las cuadras con pesebres desembocan en un amplio patio. La escalera de acceso a las plantas es ancha y sus estancias guardan elementos decorativos perfectamente conservados, como cortinas y papeles pintados. Según el departamento de Cultura la última reforma de la casa se fija en 1920. Conduce a las diez habitaciones, salón, despacho con biblioteca, donada al Archivo de Navarra para su catalogación. Entre los tesoros que ha preservado la casa cabe destacar los bordados en euskera con inscripciones como Bedeinkatua da Jaingoikoa. (Alabado sea Dios). Casa Koleto, también llamada Casa Mantxo, según el trabajo "Los nombres de las casas, 1840-1860" de la otsagiarra Jone Villanueva, fue propiedad de ganaderos que trabajaron en la lana en Maule. Emigrantes, que volvieron con chaleco o coleta posible origen de su nombre, Koleto, Transmitida por medio de herencias, esta es la primera vez que se vende . Sus descendientes se miran desde el salón del piano: el matrimonio formado por Pedro Antonio Landa y Carlota Mancho (1829) y bordados a mano en el colegio de Sangüesa en 1844. La casa, limpia y ordenada, luce gracias al voluntariado. "Inicialmente se formó un grupo, al que se apuntaron mujeres, para hacer inventario, limpiar y ordenar", constata Rita. Está previsto otro grupo de restauración.

PLANES El Ayuntamiento tiene previsto realizar una reunión con el pueblo para explicar sus planes. "La idea es que sea un encuentro participativo", subraya la concejal. A su lado, el alcalde, Mikel Aoiz, las desgrana y hace un reparto imaginario de los posibles espacios: exposición de danzantes, hermanamiento con Tardets, tienda km.0 y cata, visitas guiadas... De momento, este verano se han llevado a cabo jornadas de puertas abiertas y visitas concertadas con grupos reducidos de 10 personas por la covid. El patio ha sido escenario de presentaciones literarias de autores locales, Xabier Díaz Esarte, Jone Villanueva En principio, Casa Koleto es un proyecto que partió sin ayudas. No obstante, ha contado con una subvención de 23.000 euros del Plan del Pirineo destinados a la primera adecuación. Para continuar, el Ayuntamiento solicita al Gobierno tratamiento igualitario y respaldo económico como destino turístico que se ofrece al visitante. Y es un hecho que lo es.