Llevaba años tras la idea de montar un albergue para amantes de la naturaleza en Auritz/Burguete y ahora, por fin, el vecino de la localidad Ander Otegi se enorgullece de dar la bienvenida al nuevo local 'Lorentx Aterpea', que cuenta con 42 plazas y está ubicado en pleno centro del pueblo.

"En los últimos diez años, he trabajado en hostelería y siempre tenía en mente montar un aterpe (albergue) para grupos, pero las casas aquí son muy caras y no se podía efectuar la idea. Luego surgió esta oportunidad y, con ayuda de Cederna, nos echamos a la piscina", confiesa este joven de 32 años, añadiendo que sus padres compraron hace tres años esta casa con la idea de montar un negocio.

En principio, éste iba a ser un establecimiento complementario al bar Atxiki que gestionaba junto a dos socios en el mismo pueblo, pero la pandemia paralizó todos sus planes y se vieron obligados a cerrar la taberna. Por suerte, el empeño de Ander a pesar de la covid, de la burocracia y de las "interminables" obras donde ha metido muchas horas con la ayuda de amigos y familiares, no ha truncado su sueño de dedicarse en cuerpo y alma a tan ansiado albergue. "Han estado al pie del cañón, sin ellos, no hubiese hecho ni la mitad", agradece.

42 plazas

A la vista está que la espera ha merecido la pena: un edificio de 340 metros cuadrados distribuidos en dos plantas y renovado íntegramente, con 7 habitaciones, 3 baños y dos espacios comunes. En total, son 42 plazas repartidas en habitaciones con 4, 6 u 8 camas. Además, el albergue cuenta con una cocina común, una zona de lavandería, un jardín y una consigna de bicicletas. Todo ello construido de una manera sostenible (la calefacción funciona con una caldera de pellets) y diseñado con una decoración rústica y sencilla, que a su vez encaja con la distribución y estructura tradicional de las casas pirenaicas.

Su "público objetivo" no está tanto en los miles de peregrinos del Camino de Santiago que anualmente pasan por su puerta, que también, sino que aspira a enfocarse en un turismo más deportivo, una opción que escasea en la zona.

Así, pretende brindar un servicio de "hostel" por 15 euros (con desayuno, 5 € más) a excursionistas, ciclistas o montañeros en esta pequeña localidad que tiene supermercado, bares, cajero, farmacia y carnicería, entre otros. "Que no sea un sitio de paso, sino que vengan cuadrillas o grupos con su saco de dormir a pasar unos días a hacer rutas y conocer la zona sin que les salga caro", asegura.

Porque no sólo Auritz-Burguete sino todo el entorno tiene grandes atractivos, desde la GR11, Lindus o la Ruta de los Akelarres hasta la Selva de Irati, Sorogain y todos los valles cercanos. "Lo bueno de aquí es que hay una amplia oferta de rutas y actividades para todos los públicos y dificultades. Y también me gusta ese punto de romanticismo, la manera que tenemos de vivir aquí, rodeados de naturaleza y tranquilidad", reconoce.

Emprender

El nombre de Lorentx ya empieza a cobrar sentido. Así es como se llamaba tradicionalmente la casa, pero es que el juego de palabras ('lo', dormir en euskera y 'etxe', casa) ya invita a pernoctar aquí. Y, a pesar de que todavía queden algunos flecos por resolver, como terminar de diseñar la página web, incluir su establecimiento en diferentes guías turísticas o ir creando contenido en las redes sociales, el local está más que preparado para comenzar a funcionar.

De hecho, en el Puente de Todos los Santos ya recibió a sus primeros clientes, un grupo de jóvenes catalanes que se marcharon "muy contentos". "Es invierno y sé que no es la mejor época para abrir un negocio, pero lo que venga, estará bien. Mientras, iremos preparando la temporada del año que viene", relata, informando que sí que atiende al teléfono (623 28 61 29).

El suyo es un ejemplo que demuestra una vez más que, con ilusión, es posible emprender y vivir en el Pirineo. No cambiaría por nada vivir en su querido pueblo, donde reside de alquiler con su novia Patri, a la vida en la ciudad. Y si a eso le añade que va a poder sacar adelante el negocio de sus sueños y, más aún, que ha dado vida a una vivienda que estaba abocada a terminar deshabitada, su mérito se multiplica por cien. "Quedarse a vivir y a montar un negocio aquí es más cabezonería y casi una militancia. A mí me da pena que sea más fácil construir una casa nueva que rehabilitar una que se está cayendo a pedazos", lamenta.