Descender el puerto de Ibañeta dirección Luzaide es todo un espectáculo. Una carretera sinuosa y serpenteante, hayas que se agarran de forma inverosímil a las escarpadas faldas de los montes y agua que el suelo húmedo es incapaz de filtrar que se convierten en cascadas que precipitan en el abismo. Tras superar decenas de curvas, el angosto valle se ensancha y se divisa la pequeña localidad de Valcarlos/Luzaide que este domingo, en la celebración del Bolant Eguna, ofreció un recital de dantzas, color y tradición.

Desde primerísima hora de la mañana, por las calles de Luzaide se respiraba un ambiente especial, propio de día grande. Había ganas de Bolant Eguna, más aún tras dos suspensiones aciagas a causa de la pandemia. "Después de dos años sin poder bailar, estábamos deseosos de que llegara el Bolant Eguna. Todo el pueblo tenía muchísimas ganas", aseguraba Peio Urtasun, vecino de 22 años que baila desde los 13. "Para nosotros, es el día más grande del año. Después de dos años de parón obligatorio, estamos ante un renacer. Hay más alegría, más ganas de bailar de lo normal", incidía Martín Alzon. Los foráneos también habían ansiado la llegada de este día. "Hemos visto amanecer", comentaba una pareja que habían salido a las seis de Zizur Mayor.

Como manda la tradición, desde primera hora de la mañana los más de 110 bolantes repusieron fuerzas con un almuerzo antes de comenzar la kalejira y bailar en los barrios de Pekotxeta, Bentas y Arnegi. "Acabo de dar de almorzar a 50 bolantes y lo tengo lleno para el aperitivo y para comer solo con la gente del pueblo", comentaba César Etxeberri, encargado de Benta Azkena.

Tras visitar los barrios, llegó el momento más anhelado. Las manecillas del reloj de la Parroquia de Santiago daban las doce del mediodía y al son de trikitixas, trompetas y clarinetes los zapurrak -ataviados con barba, gorro y un hacha en las manos-, zaldikoak -jóvenes montados a caballo-, y zigantiak -dos gigantes de tres metros de altura con cara y vestidos de mujer- encabezaron la comitiva dirección la plaza de Santiago seguidos de los bolantes -con sus coloridas cintas de seda y cascabales-, las dantzaris -con faldas y chalecos granates y verdes- y los makilariak -con pantalón blanco, casaca roja, gorro y una makila en las manos que lanzaban al aire-.

En la plaza de Santiago, ante la atenta mirada de más de 1.000 personas, se bailó Bolant-Dantza, Erdizka Lauetan, Jauziak, Kontradantzak o Makilarienak, dantzas que son consideradas Bien de Interés Cultural de Navarra desde 2012.

tradición familiar En Luzaide, bailar dantzas populares -e incluso ancestrales- es una tradición que se transmite de generación en generación. "Bailaba mi bisabuelo, mi aitatxi, mi madre, yo y ahora mis hijas. Cinco generaciones bailando que sepamos, porque tenemos fotografías del bisabuelo bailando, pero suponemos que la tradición viene de más allá", explicaba Iñaki Oteiza, que este domingo bailó junto con sus hijas Leire, Nerea y Eider. Las hermanas Oteiza bailaron con las hermanas Aguirre -Leire y Ana- , Iraide Pagola y Leyre Cantero.

Iñaki Arrosagarai y José Luis Jaurena llevan 50 años bailando, además, siempre como pareja. "Lo habíamos visto de nuestros antepasados y eso nos llevo a bailar, para que esto siguiera, para que no se perdiera una tradición del pueblo. Hubo riesgo de desaparición", recuerda Iñaki. Cuando empezaron a bailar, relata, eran unos "chavales" y vivieron el cambio de fecha debido al mal tiempo: de Carnavales al Domingo de Pascua. "Desde entonces, comenzó a venir más gente y puso a Luzaide en el mapa", asegura José Luis. A pesar de que habían ensayado y de que llevan 50 años desfilando, ambos vecinos reconocieron "estar un poco más nerviosos de lo habitual porque después de tres años te entran las dudas". Cumplieron con nota.

Para que una tradición se mantenga hace falta sabia nueva y, por el momento, de eso en Luzaide van de sobra. Peio Urtasun, 22 años, baila desde los 13 y enseña a su hermano pequeño Añatz y a su prima Leire, que con tan solo siete años, cuenta con orgullo, ya ha bailado dos veces. "Son nuestras dantzas y las tenemos que mantener", indican. El baile vuelve a Luzaide.