El IES Valle del Ebro entregó ayer al Instituto Navarro de la Memoria todo el material que han reunido a lo largo de este curso las alumnas de 1º de Bachiller, la tudelana Leyre Ardoiz Jiménez y la fustiñanera Inés Fernández Garijo, sobre las “exhumaciones tempranas” realizadas en la Ribera entre 1978 y 1980. Las entrevistas sonoras, documentos y fotografías en torno a unos “momentos fundamentales” para la comarca, pero al mismo tiempo “muy poco conocidos”, van a permitir preservar aquellos hechos traumáticos sucedidos hace cuatro décadas y pasarán al fondo documental de esta entidad en virtud de convenio firmado con el IES Valle del Ebro a principios de año, explicó ayer en Tudela el director del Instituto Navarro de la Memoria, José Miguel Gastón.

“Las exhumaciones tempranas en la Ribera tuvieron lugar en 1979 y son poco conocidas, aunque de gran relevancia tanto por su intensidad como por su profundidad, aseguró Pablo Ijalba, coordinador del Bachillerato de Investigación (I+) que el centro tudelano ha puesto en marcha este curso y la persona encargada de supervisar el estudio de investigación realizado por estas dos alumnas, que no estará concluido al 100% hasta el primer trimestre del curso 2019-2020.

El trabajo, según Gastón, refleja muy bien la labor de recuperación de la memoria histórica en la Ribera Tudelana que, con la Ribera Alta, fue una de las zonas donde los asesinatos se realizaron “en masa”, pese a que en Navarra no hubo un frente de guerra.

Gastón destacó también la oportunidad que ofrece a ambas entidades el convenio firmado (con una vigencia de 4 años), puesto que va a permitir “enriquecer nuestro fondo documental” y, al mismo tiempo, va a “favorecer la investigación de la gente joven”, pero lo más importante, a su juicio, es que permitirá fortalecer los procesos de transmisión intergeneracional de la memoria para “construir sociedades más justas, más éticas y más respetuosas con los derechos humanos. Si no hay transmisión de la memoria, las sociedades no van a ser nunca mejores”.

22 localidades Las dos alumnas han centrado su investigación en las 22 localidades que forman parte de la Ribera Tudelana, donde se produjeron 610 fusilamientos entre finales de julio y agosto de 1936, siendo Corella la localidad más golpeada con 80 asesinados. Ijalba explicó que uno de los resultados que ha arrojado este estudio es que más del 90% de estos represalidados fueron exhumados y reinhumados en 1979, un fenómeno del que solo hay constancia en Navarra, La Rioja y Extremadura, si bien en estas dos comunidades fue mucho menor. El proceso de recuperación de esos restos fue “muy intenso y breve” y recayó en las familias que no contaron con apoyo institucional, ni de partidos políticos, ni de organizaciones. Muchas veces se tuvieron que enfrentar a entidades y corporaciones municipales que en muchos casos todavía eran franquistas, porque las primeras elecciones fueron en 1978, y tuvieron que negociar con ellas el acceso a esos restos.

SOLIDARIDAD Las muchas horas que han invertido Ardoiz y Fernández en esta investigación les ha permitido comprobar que los procesos de reinhumación fueron ceremonias religiosas multitudinarias en todos los casos. “Iba todo el pueblo a rendir el homenaje que todos entendían que había que dar a esas personas y después se les enterraba en el cementerio municipal”, señaló Ijalba.

Las alumnas contactaron con personas que participaron en esas exhumaciones de 1979, las entrevistaron durante más de dos horas y recogieron los documentos o fotografías que poseían para ponerlas a disposición del Instituto Navarro de la Memoria. “Hemos realizado seis entrevistas y disponemos de documentos muy significativos. En el libro de difuntos de Buñuel, el sacerdote anotó el acto de reinhumación que se llevó acabo. Aparece el nombre de las personas fusiladas que se recuperaron sus cuerpos y la fecha en la que se realizó ese nuevo rito funerario. También hemos recopilado la carta que escribió una mujer a la persona que fusiló a su padre para que le dijera dónde estaba enterrado y la respuesta de éste diciendo que no había sido él quien había cometido el asesinato”, manifestó Ijalba.

Por su parte, Ardoiz reconoció que la investigación había sido dura. “Hubo una temporada que hicimos varias entrevistas seguidas y llegaba a casa y pensaba que al final de la investigación iba a necesitar un psicólogo. Te sientas frente a personas mayores que te cuentan de una manera tan abierta lo que han sufrido, que te impacta enormemente”.