La empresa Alvac y Orion Reparación Estructural está realizando desde mediados de noviembre una reparación de la estructura y los vanos del puente del Ebro que presentaba unas afecciones importantes. El coste de los trabajados asciende casi a 1,6 millones de euros (sufragado por el Gobierno foral) y tendrá una duración de 7 meses. Aunque comenzaron hace unas 2 semanas los trabajos se han tenido que detener ante la crecido del río Ebro en los últimos días.

Los informes realizados de forma previa para el Gobierno de Navarra sobre este obra, realizada entre los siglos XII y XIII, señalan que se observan “daños que pueden conllevar pérdidas de seguridad estructural y funcionalidad del puente”, lo que obligaba a una actuación urgente. El puente está realizado con sillares de piedra caliza de un tamaño no homogéneo. Llama la atención que de los 17 vanos, con los que cuenta a lo largo de los 320 metros de largo que tiene, ni uno solo tiene el mismo tamaño que sus hermanos, es decir todos los vanos son diferentes en altura y anchura, siendo la mayoría de medio punto aunque alguno de ellos son más apuntados.

La propuesta de reparación tiene un doble objetivo. Por un lado, corregir los daños detectados en la inspección realizada y, por otro, “aprovechar la intervención para mejorar el comportamiento del Puente de Tudela desde el punto de vista de la durabilidad, al menos en sus aspectos más relevantes”. Los exámenes que se realizaron para la reparación además de las deficiencias anteriormente descritas añadían que había “socavaciones en las bases de pilas que pueden suponer una afección a la seguridad estructural. Se observan la pérdida de piezas y zonas con erosión avanzada de ellas en los parámetros de la fábrica que dan lugar a pérdidas de sección, lo que en este tipo de estructuras tiene afección a la resistencia”. Además apuntan que existían “deterioros generalizados de naturaleza durable, tanto de filtraciones generalizadas a través de tablero y sistema de drenaje ineficiente como por la erosión de los agentes externos a que se encuentra expuesta la estructura”.

Antes que éstas ya se realizaron obras importantes en el puente del Ebro. Unas de consolidación en 1985 y otras de ampliación en 1987. El proyecto de consolidación fue redactado por Francisco Bachiller. En él ya se indicaba que se habían detectado importantes daños localizados en las pilas centrales de la estructura, “que se pueden reproducir ante situaciones de avenida y que su evolución futura es claramente impredecible”. También se indicaba que la circulación de vehículos y peatones no era “segura” por las “condiciones de las barandillas laterales de la vía. Ante estos dos problemas, el proyecto de consolidación sólo reparó el primero, ya que las barandillas iban a ser tratadas en un proyecto posterior, para analizar el ensanche de la estructura.

En ese primer proyecto se observó que el flujo de la corriente de agua incide sobre las pilas con un ángulo de 45º aproximadamente, lo que unido al hecho que las cimentaciones de las pilas “son muy someras (y las pilas tienen un peso muy elevado) y a las malas condiciones del terreno a la cota de cimentación (gravas gruesas, con alguna gravilla fina y algún bolo), posibilita la formación de fosas, que pueden llegar a ser de elevadas profundidades (hasta 5 metros).

El segundo de los proyectos, la ampliación del tablero, fue redactado por Joaquín Salanueva en enero del 1987. Con este proyecto de ensanche, se pasó de una plataforma con una calzada de 6 metros, más sendas aceras de 1,10 y 1,20 metros, a una calzada de 7 metros y aceras de 2 metros a cada lado.

Historia

Los torreones del puente existían a finales del siglo XVIII y principios del siglo XIX. El primero, el más próximo a la ciudad, fue el primero en desaparecer a finales del siglo XVIII. En 1814, Espoz y Mina destruyó el último de los torreones y el humilladero, localizados en la orilla izquierda del Ebro.

La riada de 1643 destruyó los arcos 9 y 11 que se repararon en 1676. Entre ambas fechas, los arcos fueron sustituidos por unos de madera. En 1701, otra riada destruyó el último arco junto al humilladero y el penúltimo quedó seriamente tocado. El quinto arco (desde Tudela) es una reconstrucción del volado en 1808 para impedir el paso a los franceses en la Guerra de la Independencia.