Hay sucesos que te dejan impactado sin otro motivo que la cruda realidad, ésa que aparece de improviso y te deja sofocado y sin palabras a las que agarrarte para poder respirar después del ictus.
La vida es fugaz y la muerte una aventura que todos tenemos que padecer sin poder elegir momento, aunque está claro que hay quien se empeña en bordar en un paño que por ser el último nos llena de incredulidad. No pasa por los mejores momentos el mundo taurino, pero si hay un torero que arranca escalofríos en una plaza de toros y que huele a tragedia cuando pasea hierático por el ruedo, estuvo muy cerca de esa gloria extraña de morir en la arena.
El drama de la muerte se paseó muy cerca de José Tomás, tan cerca que una sucesión de acontecimientos permitieron un final de momento parece que feliz y no sabemos por cuánto tiempo. El mundo taurino, al tratar tan cerca con la tragedia, superan a otros espectáculos que no se pueden igualar, juegan con ventaja.
Los detractores de la fiesta taurina no entenderán lo que un buen aficionado siente en este teatro sangriento, pero todos sobrecogidos casi perdemos un genio, o ¿quizás un suicida?