Munícipes por antonomasia
Amanece, que no es poco, sí, y ganas dan de exclamar lo que en la película de ese mismo título: "¡Viva el munícipe por antonomasia!". Claro que, al que le ponen delante un edificio de 7, 8 o 9 alturas, pues igual ya no ve amanecer y se le quitan las ganas de vitorear. Les pasó a aquellos a los que la munícipe pamplonesa por antonomasia les puso por delante El Corte Inglés, un edificio con una última altura muy bien aprovechada, al igual que -casualmente- la propia casa de la munícipe por antonomasia. Algo de eso está pasando ahora mismo por la parte pamplonesa de Erripagaña y algo de eso pasó hace no mucho en más de una calle del municipio de al lado. El munícipe máximo del municipio de al lado mandó el otro día a los sufridos vecinos un folleto enciclopédico, profusamente ilustrado, con las obras completas de esta legislatura que se nos va. Al decir obras completas, quiero decir obras públicas completadas, del nuevo edificio consistorial al último aplique luminoso en una plaza. El nuevo ayuntamiento lucía especialmente bien en las fotografías del folleto, aunque la verdad, toda la verdad y nada más que la verdad es que el edificio ha tenido los problemas de aquella obra maestra que Mies van der Rohe hizo en un pantano lleno de mosquitos: la vida cotidiana resulta dura en su interior. Para facilitarla, será necesario emprender nuevas obras que a buen seguro engrosarán las páginas del folleto propagandístico de la próxima legislatura. No hay ningún indicio, sino todo lo contrario, de que el munícipe máximo haya pagado el folleto con fondos de su bolsillo o de los de su partido, de la misma manera que no consta que la munícipe pamplonesa por antonomasia se pagara alguna vez aquellas vacaciones neoyorquinas, decisivas para el mayor progreso y desarrollo del Reyno, que cada año por estas fechas, sin falta, solía correrse en compañía de ese tipo de gente a la que en Amanece que no es poco se le decía: "¡Los demás somos contingentes, pero tú eres necesario!".