VAYA por delante que cualquier acción o iniciativa que mejore el aspecto o las infraestructuras de mi ciudad, me parecerá siempre acertada, pero ¿qué la mejora y qué la deja igual?

Con respecto al ascensor inaugurado recientemente y que comunica la Media Luna con el paseo del Arga, o mejor dicho, lo comunica mecánicamente porque comunicado, lleva toda la vida, tengo mis dudas de qué es lo que ha mejorado.

Y es que soy socio del Club Natación, de toda la vida, de nacimiento, como decimos allí, y la semana pasada, cuando un compañero de trabajo me preguntaba si la señora Barcina también era socia, me asaltó la enorme duda de si muchos pensarán, como pensó mi colega, que los socios del Natación hemos salido beneficiados con este nuevo acceso.

Como de todos es sabido, el ascensor es una de las piedras angulares de las obras llevadas a cabo en la parte baja del fortín de San Bartolomé, junto con la pasarela que vuela sobre la cuesta del Labrit y con la soberbia restauración que se ha realizado de la zona amurallada. Desde el punto de vista estético, tanto el ascensor como la pasarela me dejan más bien frío, no así la restauración de las murallas que, como ya he dicho, me parece soberbia, pero sobre todo, es que no hacía ni puñetera falta un ascensor para salvar ese desnivel.

Desde luego no nos hacía falta a los socios del Club Natación, que llevamos décadas accediendo a las instalaciones desde la Media Luna, a través de unas escaleras, feas, eso sí, que desembocaban en la azotea de uno de los edificios sociales del club, uno de los más utilizados ya que en él se llevan a cabo múltiples actividades deportivas a cubierto durante todo el año. Estas escaleras, que coincido restaban estética al conjunto amurallado, fueron demolidas la semana pasada.

No voy a decir que el acceso ahora sea imposibilitante, pero para todos los socios que acceden desde el Ensanche, y todos los que nos vemos obligados a aparcar allí, es lo que se llama una vuelta tonta, vaya que no es que hayamos mejorado, sino más bien lo contrario. Es de perogrullo, ¿no? Antes teníamos dos accesos, y ahora sólo tenemos uno de ellos; antes dos, ahora uno. No veo la mejoría por ningún lado.

Tampoco creo que a los vecinos de la Txantrea les haya facilitado mucho la vida, pero de eso ya tendrán que opinar ellos. El acceso vía escaleras que ya existía, no es que fuera precisamente el cuello de botella de la ciudad, pero en fin.

Eso sí, las murallas, muy bonitas.

Eneko Gómez Mariñelarena

Socio del Club Natación número 6.948