A través de esta carta quiero hacer alguna aclaración sobre el artículo Milagro en Milagro, publicado el pasado domingo, donde se dan por ciertos determinados hechos que no sucedieron tal y como se relatan.

El día 2 de octubre el titular de la guardia Milagro-Villafranca era el que escribe. En el momento en que el servicio de emergencias 112 nos activó la alarma y nos informó de lo que estaba sucediendo, estábamos en Villafranca (a 14 km de Milagro) la DUE y yo atendiendo a otros pacientes. Abandonamos inmediatamente lo que estábamos haciendo y volamos a Milagro. Y cuando digo volamos es literal y real: infringí todas las normas de circulación y límites de velocidad en mi vehículo particular, sin ningún tipo de señalización ni de acreditación que me permitiera hacerlo. Durante el viaje hacia Milagro, y en los pocos minutos que duró (que evidentemente fueron eternos para nosotros y sobre todo para los padres), repasamos con mi compañera el protocolo de actuación y la estrategia a seguir con el niño. Al llegar a Milagro, efectivamente, había dos sanitarios, un DUE y un médico que estaban atendiendo al niño que seguía en parada. Cuando llegamos seguimos las labores de reanimación ya con más material que portábamos nosotros y con la inestimable ayuda de estos dos compañeros que generosamente estuvieron con nosotros hasta el final.

Los cuatro, coordinados y de acuerdo, trabajamos a una, y por fin el niño comenzó a respirar y empezamos a detectar latido cardíaco, y a los pocos minutos de estos primeros signos vitales el niño tenía latido cardíaco eficaz y respiración espontánea. Un poco más tarde llegó la ambulancia medicalizada desde Tudela y se unieron a nuestros esfuerzos otra médico, otra DUE y un sanitario, que terminaron de ayudarnos a estabilizar a la criatura. Después, llegó el helicóptero con otra médico, DUE y el piloto que trasladaron al niño, ya estabilizado, hasta el hospital de Pamplona. Haga un simple recuento y verá el número de sanitarios que estuvimos con el niño. Como puede comprobar, hay alguna diferencia de lo que sucedió realmente a lo que relata dicho artículo.

Desde aquí quiero agradecer a mi compañera DUE que estuvo de titular en la guardia conmigo porque, a pesar de que su vida estuvo en riesgo durante el trayecto de ida a Milagro por el exceso de velocidad, no dijo absolutamente nada y se centró en lo que íbamos a hacer, además quiero agradecerle su gran profesionalidad y su eficacia. Por supuesto, a los dos compañeros que estuvieron desde el primer momento luchando con el chiquillo hasta que llegamos y su ayuda posterior. También a los compañeros de la ambulancia medicalizada y a los del helicóptero. A la Policía Foral que en todo momento llevó a cabo las labores de coordinación y nos ayudó en todo lo que necesitamos. A la alcaldesa de Milagro que vino a interesarse por lo sucedido y mostrarnos su apoyo. A todo el pueblo de Milagro que tuvo un comportamiento ejemplar y nos dio mucha energía en esos momentos y, por su puesto, a los padres de Héctor que tuvieron una templanza fuera de lo común.

Aunque no soy muy religioso, también agradezco a San Blas, a la Virgen del Patrocinio, a San Fermín y a la Virgen del Pilar ese algo más de ayuda que necesitamos para que Héctor saliera adelante.

Eduardo Barreiro