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El teatro enseña a caminar bien

HE leído, creo que a Álvaro Cunqueiro, que en el siglo XVIII los jesuitas enseñaban en sus colegios a los hijos de la burguesía a caminar bien, a hacerlo con porte y distinción. Mi amigo Pedro Aramendia, maestro sangüesino de danza, me dice que lo primero que debe aprender un dantzari es a marchar y dar sus pasos con firmeza y elegancia. Me quedé muy sorprendido cuando, en una entrevista, Alwin Nikolais, coreógrafo norteamericano, uno de los grandes de la danza contemporánea y del teatro total, me dijo que había observado que, en Pamplona, la gente pisaba fuerte al andar, que lo hacía con aplomo, y que eso debía de ser porque, en nuestra ciudad, puede mucho la fuerza del viento y hay que agarrarse al suelo al andar.

Caminar no es cosa fácil, no vayan ustedes a creer. Abunda la gente torpona, que garrea, que renquea, que titubea, que hace mil equilibrios, que se detiene repentinamente, que dibuja imprevisibles trayectorias en zigzag o viene a ocupar más de media acera.

Veo a mi pequeño nieto Jon y pienso que educar es, en buena medida, acompañar pasos y enseñar a caminar con seguridad hasta conseguir autonomía. Y belleza, por qué no. Yo no sé cuántas veces le oí en ruedas de prensa a Santiago Arellano, que fue durante años director general de Educación en Gobiernos de UPN, hablar de lo conveniente que es diversificar los "itinerarios formativos". Que adolescentes y jóvenes encuentren muchas posibilidades formativas y que puedan elegir. Acaso no lleguen en su mayoría a ser unos consumados profesionales, pero sí podrán crecer en humanidad y en habilidades sociales.

Por eso creo yo que nuestra comunidad perdería muchísimo si la Escuela Navarra de Teatro se viera obligada a cerrar. De sus estudios de arte dramático han salido 26 promociones de artistas, entre 8 y 13 cada año. Algunas y algunos brillan en las tablas, en la dirección y en todas las artes escénicas; bastantes se han convertido en maestros de valores tan actuales como la equidad e interculturalidad en varios colegios; un grupo importante se dedica a actividades de comunicación; otros han visto abiertas posibilidades de desarrollo personal, trampolín hacia una vida buena.

Ahora arrecia el viento torcido, el zeharraize decimos en la Cuenca, de una crisis devastadora, y tenemos que pisar con firmeza. Nuestra vida es camino, y el teatro enseña a caminar bien. ¿No solemos repetir que lo mejor que puede hacer un país es invertir en educación? Obremos ahora pues. Y? de Cultura con mayúsculas, de cultura necesaria como el pan de cada día, podemos hablar largo también, si ustedes quieren.

Javier Pagola Lorente