EL pasado martes don Alejandro Cruz, identificándose como trabajador de Luzuriaga y sindicalista, publicó la carta al director en este periódico Pomés va de listillo, que replicaba a mi artículo Navarra va de rica. Contrasta que la carta del señor Cruz esté cargada de apreciaciones subjetivas, sin aportar dato objetivo alguno en que fundamentar sus calumnias. Por el contrario, todas mis afirmaciones estaban sostenidas por cifras rigurosas. Deseo aclarar que en mi artículo no hice las descalificaciones contra los funcionarios que me imputa el señor Cruz, ni tampoco mostré desconsideración alguna acerca de las organizaciones sindicales. El mejor modo de refutar las calumnias que este sindicalista me atribuye es citar literalmente mis párrafos.
Respecto a la austeridad, expuse el comportamiento ejemplar que entiendo deben asumir también los sindicatos públicos, puse ejemplos de lo que los sindicatos de otras CCAA han considerado razonable: "Castilla y León ha eliminado 292 de sus liberados (30,74%), lo que supone un ahorro de 13,6 millones de euros para la hacienda castellana. La Rioja (la mitad que Navarra en población) ha eliminado 41 liberados (36% de reducción); Castilla La Mancha ha bajado de 785 a 284 (un 74% menos); la Comunidad de Madrid redujo de 3.600 a 1.200 (una disminución de un 66%); Baleares ha suprimido un 70%; la Comunidad Valenciana ha eliminado 197 (un 27% menos). La Xunta de Galicia ha acordado con los sindicatos de una reducción de 120 liberados (un 20%). En Navarra, por el contrario, como denuncié en estas páginas en diciembre, en el último año no solo no se han reducido los liberados públicos como en el resto de las CCAA, sino que han aumentado un 13%, de 109 a 123".
Respecto a los funcionarios, sugerí al vicepresidente algunas ideas que he tenido la satisfacción de que hayan sido tomadas en consideración en la sesión del Ejecutivo foral del pasado día 15. La frase era la siguiente: "No se trata de echar funcionarios, ni de reducirles por ley el sueldo a todos. Se trata de algo más inteligente y prometedor: establecer medidas que incentiven el buen desempeño y penalicen a esos caraduras que no dan un palo al agua, que tanto daño hacen a la imagen del colectivo. Hoy con ayuda de la informática se puede medir la productividad de la mayoría de los trabajos. Habría que ser más exigente con los que no quieren trabajar y premiar con reconocimiento público, promoción o incentivo salarial a los más eficientes. Esto puede ser más rentable que aumentar funcionarios. Navarra no puede ir de rica, sino de innovadora en su Administración".
Señor Cruz, veo muy noble la actividad sindical cuando se hace bien, pero resulta perversa cuando se utiliza prioritariamente la representación de los trabajadores para mantener los privilegios de sus dirigentes. Lo que daría legitimidad a los sindicatos sería que vivieran de las cuotas de sus afiliados y no de las subvenciones multimillonarias que reciben del Gobierno. González, Aznar y Zapatero prefirieron pagar el precio del chantaje sindical para evitar una agitación social que perjudicaba más la economía que el coste de las demandas sindicales. Rajoy se ha atrevido a bajar un modesto 20% la subvención y a quitarles la exclusiva de la formación permanente. Esto último introduce una mayor libertad para que el dinero que se le detrae al trabajador de su nómina sirva para que este se forme donde él quiera y no necesariamente en lo que le ofrecían los sindicatos y las patronales.
Hoy el desprestigio sindical es el máximo de su historia. Su última huelga general apenas fue apoyada por los ciudadanos. Según un estudio de Infojobs un 70,3% los trabajadores (y un 48,5% de los afiliados) no se sienten bien representados por los sindicatos. Esto no es un sofisma neoliberal: el 86% de los parados votantes de Izquierda Unida cree que los sindicatos no se ocupan de ellos. No me vea a mí como adversario y mire a sus compañeros. Es un ejemplo muy claro que, cuando el diario Público (medio claramente de izquierdas) presentó dos cartas de Méndez y Toxo contra la reforma laboral, los líderes sindicales fueran más criticados por los internautas que las medidas del Gobierno. De hecho, el 70,2% de los trabajadores, de esos a los que usted dice defender, rechaza la labor de los sindicatos en la negociación de la reforma. Usted ha utilizado en su ataque una táctica rastrera propia de épocas muy superadas: "calumnia que algo queda". Hay armas viles que el honor que de verdad mancillan es el de quien las empuña.
Julio Pomés
Presidente del Think Thank Civismo