En DIARIO DE NOTICIAS de Navarra del 23 de marzo pasado, bajo una cabecera denominada Memoria histórica: la Guerra Civil, en un reportaje a doble página titulado El carlismo y el castigo al nacionalismo, el doctor en Historia Fernando Mikelarena, tomando como base un informe de la Junta Central Carlista de guerra de Navarra, elevado "a los señores generales y jefes de la Junta de Defensa Nacional de Burgos", dice unas cuantas cosas. No dice todo, y lo que no dice también es importante. Ya sabemos que los árboles no dejan ver el bosque, pero si pretendemos verlo cobijados bajo las ramas del árbol que nos gusta, es seguro que nos perdemos la variedad, extensión y conjunto del bosque.
Comienza dándole toda la relevancia a dicho informe de la Junta Central Carlista de guerra de Navarra, ignorando otro documento, el llamamiento a los carlistas hecho por la Junta Regional de la Comunión Tradicionalista de Navarra del 24 de julio de 1936. El sabrá por qué?, espero.
El antedicho informe hace referencia a un bando, pero Fernando Mikelarena no aclara que dicho bando es el bando de guerra del general republicano Mola, el director del golpe de Estado cuyo objetivo era acabar con el desorden público existente, y que derivó en Guerra Civil.
Resulta extraño y confuso que el que llama "delegado de prensa y propaganda del carlismo", Eladio Esparza, trabajase en el Diario de Navarra, y no en El Pensamiento Navarro, periódico leído por los carlistas y al que ni cita en su extenso reportaje.
En la relación de muertos y enterrados en el cementerio donostiarra de Polloe que hace Eladio Esparza, Fernando Mikelarena no supone que fuesen carlistas como sí lo hace con "los 130 asesinados en la cantera de Bera?, y cuyo nombre desconocemos".
Señala también, en este totum revolutum, el fusilamiento de unos sacerdotes nacionalistas, sin concretar las circunstancias del hecho, o sea que no lo sitúa en el contexto de una guerra en la que los nacionalistas también fusilaban y disparaban.
Corona el reportaje hablando de los carlofalangistas, adelantándose a Franco y dando por bueno el posterior Decreto de unificación rechazado por el carlismo, y que costó la expulsión y el destierro de los máximos dirigentes del carlismo, el regente don Javier, y Manuel Fal Conde, respectivamente, y que tuvo como consecuencia la expulsión del carlismo de todos los que aceptaron dicho Decreto de unificación.
Supongo que estas carencias han sido debidas a la falta de espacio; ¡no cabe otra!; ¿por qué ha de ser, si no?; ¡Dónde va usted a parar!
Flaca contribución a la restauración de una Memoria Histórica clara, y flaco favor a la integración de unos hechos que no está en nuestras manos, 78 años después, impedir que hayan sucedido, y que forman parte de una historia que hemos de hacer común, de todos y para todos.
Espero que Fernando Mikelarena encuentre espacio y tiempo para hablarnos de los esfuerzos de don Javier por humanizar la guerra, facilitar el intercambio de prisioneros, y de por qué los gudaris preferían rendirse ante los requetés antes que a otros componentes de los nacionales. Firman este artículo: Comité político del Partido Carlista-EKA de Navarra (Juan Luis Aldaya, Paco Zamora, Maribel Alzórriz, Feliciano Vélez, Ana Montoya, Andoni Rabanal, José Lázaro Ibáñez) y Jesús Mª Aragón Samanes, secretario general federal del Partido Carlista de las Españas