Un sistema a defender
"El sistema sanitario español es inviable", "esto es una barra libre y no se puede sostener". Frases así las hemos oído tristemente todos, y es que parece que algunos están demasiado interesados en decir que nuestro sistema sanitario es insostenible y debe desaparecer. El Gobierno central se esfuerza en restringir cada vez más el acceso a la sanidad y los gobiernos autonómicos en hacerlo más precario.
¿Es todo esto verdad? ¿Es malo nuestro sistema? Qué mejor para valorar nuestro sistema que compararlo con otros países como hacemos habitualmente con otros aspectos.
Empecemos con Estados Unidos, con un sistema totalmente privado al que aspiran, no nos engañemos, todos aquellos que privatizan los hospitales en España. Es un país puntero en tecnología y, sin duda, con los tratamientos médicos más innovadores, pero todo eso tiene un precio, los estadounidenses destinan el 15% de su PIB a la sanidad, para hacerse una idea España (la derrochadora) destina 9,6%, pero esto no es todo, nuestro sistema se caracteriza por una gran calidad, unos resultados prácticamente idénticos a los de Estados Unidos, pero sobre todo la universalidad. Y es que casi uno de cada 10 estadounidenses no tiene seguro sanitario, es decir es más caro y deja en la cuneta a gran parte de la población. Para hacernos una idea, sería como si en España gastáramos casi el doble en sanidad y 4 millones de españoles estuvieran fuera de ese sistema. Parece que la privatización a ultranza de la sanidad no es la solución.
En otros países europeos con sistemas sanitarios parecidos al nuestro o con modelos de Seguridad Social, la cobertura sanitaria es más o menos universal, destinan más recursos a la asistencia sanitaria aunque por lo general con listas de espera más cortas. Globalmente se puede decir que nuestro sistema es bueno, un coste moderado, una cobertura universal y unos resultados y una satisfacción por parte de los pacientes muy positiva. Aunque mejor dicho podíamos decirlo, porque las grandes bazas de nuestro sistema son la calidad y la universalidad están cada día más en peligro, desde hace ahora dos años son cada vez más los que se quedan fuera, sin asistencia, adiós a la universalidad, vamos inexorablemente hacia un modelo de aseguramiento.
Voces de diferentes organismos, incluido Médicos del Mundo, advierten del riesgo que supone, pero lo que debemos plantearnos es cuáles son las razones que mueve esto, el ahorro es cuestionable puesto que la medida satura los servicios de urgencias, parece que el auténtico motivo que mueven las sucesivas reformas, los diferentes copagos, es un cambio de modelo dejar atrás este sistema que nos asegura
a todos una asistencia de calidad, no olvidemos que la salud puede convertirse en un negocio muy provechoso. Esta medida es además cruel, se ceba con las personas más desfavorecidas, condenándolas a un estado de perpetua precariedad.
Desde luego, nuestro sistema necesita reformarse, mejorar, pero sin olvidar sus principios básicos de universalidad y calidad. La solución pasa, entre otras medidas, por invertir en prevención, fomentar modos de vida saludables, que los pro-ductos que perjudican a la salud de los españoles participen en mayor medida a la financiación del sistema sanitario, y no en romper lo conseguido, y, por supuesto, sin dejar a nadie en el camino.
El autor es secretario de Salud JSN-NGS