Probablemente, al leer el título de este escrito, muchos habrán pensado que hablaríamos del guardameta del Atlético de Madrid, tan de moda estos días. Pues no, queremos recordar a Bernard Courtois, de cuya muerte se cumplieron hace unos meses 175 años. Bernard fue un químico francés, nacido en Dijon en 1777. Su padre era fabricante de salitre, empleado para la fabricación de pólvora. Además de ayudar a su padre, Bernard fue aprendiz de boticario. Al cabo del tiempo, llegó a ser alumno de Fourcroy. Llegó a formar parte del Ejército como farmacéutico, regresando al negocio del salitre. En aquella época, el salitre (nitrato potásico), precisaba para su fabricación del carbonato potásico como una de las materias primas. Para ello, Courtois solía quemar algas, al conocer que en las cenizas había carbonato potásico y otras sustancias. Entre estas sustancias se hallaban compuestos de azufre, que no convenían, y que eran eliminados por Bernard calentando en un medio ácido. Un día, al añadir demasiado ácido, y por el calentamiento, se desprendieron vapores de color violeta extraordinariamente llamativos. Al condensarse este vapor, dejaba unos cristales negros y brillantes. Sin embargo, él, pese a este descubrimiento, no continuó adelante con la investigación, dejándola en manos de otros químicos. Así, Davy y Gay-Lussac demostraron más tarde que se trataba de un nuevo elemento. Gay-Lussac propuso que se denominara yodo, que proviene del griego referente a violeta. Courtois recibió al fin su reconocimiento por este descubrimiento y le fue adjudicada una cantidad en metálico. Sin embargo, su negocio fue de mal en peor, teniendo que cerrar su fábrica. Para seguir adelante no le quedó más remedio que continuar preparando y vendiendo yodo a duras penas y, como dice algún biógrafo, "yendo a morir en la miseria". Como ven, el Courtois químico las pasó canutas trabajando duro y colaborando con la ciencia para finalizar sin un franco, mientras el Courtois futbolista, con su cómoda actividad deportiva, no cesa de ingresar millones a espuertas. Fíjese: durante el tiempo en que usted tarda en repasar el periódico, el futbolista se habrá embolsado unos 100 euros. Qué cosas.
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