En la situación de crisis actual ha irrumpido un partido, cuyo discurso da por finiquitado el eje clásico izquierda-derecha, y también la lucha de clases, sustituido por la contradicción entre la ciudadanía y “casta política”. Este partido pretende aparecer como el abanderado de la democracia participativa, concibiéndose a si mismo como un instrumento de participación ciudadana frente a los políticos de la “casta”, en la cual se engloba, sin distinciones, tanto a la izquierda como a la derecha.

Para responder a estos planteamientos, voy a empezar citando no a Marx u otro pensador comunista o izquierdista, sino a un oligarca, un tal Warren Buffet, que dijo: “la lucha de clases existe, y la estamos ganando los ricos”.. Se está en una clase por la situación que se ocupa en el sistema productivo. Si uno vende su fuerza de trabajo, y eso es todo lo que posee, es de la clase trabajadora. Y enfrente está el capital, los propietarios de los medios de producción. El capital, necesita aumentar su tasa de ganancia. y siempre es a costa del trabajo en lo esencial. Hay muchos matices a esta tesis marxista, aceptada por los principales pensadores independientes. Se han inventado multitud de teorías en la guerra ideológica que hace la oligarquía .para que los trabajadores acepten su explotación. Pero cuando les conviene, se acabaron "las patrias", la “gran familia" y todas las monsergas. y si hay que cerrar una fabrica se cierra y punto. Al capital la existencia de un "ejército de reserva" de un gran número de parados, le asegura docilidad, miedo y salarios bajos. O sea, más ganancias.

La lucha de clases es hoy evidente y no siempre se da en el seno de las fábricas. Se da en la sociedad todos los días Las desigualdades de clase en el mundo son hirientes. Unos pocos centenares de ricachones poseen tanta riqueza como la mitad de la humanidad. Una de cada ocho personas pasa hambre en el mundo, mientras que con sólo una pequeña parte del dinero atesorado en los paraísos fiscales bastaría para solucionar este lacerante problema. Con los impuestos que logran evadir las multinacionales podrían financiarse los servicios públicos de los países empobrecidos. En definitiva, hay suficientes recursos para proporcionar un nivel de vida digno a toda la humanidad, y no se hace porque la concentración de poder y riqueza son consustanciales al capitalismo.

En España, desde el comienzo de la crisis se ha producido un brutal aumento del paro, el empleo que se crea es precario, los salarios han perdido poder adquisitivo, se han reducido las pensiones, las prestaciones sociales, así como el gasto social en sanidad, educación, dependencia, igualdad, etc. Sin embargo, esta crisis ha tenido unos beneficiarios, que son los mismos que han provocado la crisis: los bancos y las empresas del ladrillo. Se han gastado según algunos balances más de 200.000 millones de € en rescatar a los bancos y cajas desde 2007. La crisis está siendo utilizada por los grandes empresarios para bajar salarios, precarizar el empleo y eliminar derechos laborales, mediante reformas laborales aprobadas por PP-PSOE y derechas nacionalistas. Estas llamadas “reformas estructurales” no están trayendo consigo la prometida creación de empleo ni recuperación económica, sino que está sirviendo para aumentar la tasa de ganancia de las grandes empresas, agrupadas en el Ibex 35, y controladas por una oligarquía formada por pocas decenas de familias.

Por tanto, hablar de “la casta” como el enemigo a batir es señalar a sólo una parte del problema, porque detrás del bipartidismo y sus aliados están las oligarquías, tanto la nacional como las europeas e internacionales. De manera que el problema no es “la casta”, sino “la oligarquia capitalista”, porque la llamada “casta” no es sino el brazo ejecutor de las políticas que benefician a las oligarquías.

Cuando se pone como enemigo a “la casta” se está ocultando el papel de las oligarquías, y cuando se dice que la contradicción es entre la ciudadanía y la casta, se está negando algo tan evidente como la lucha de clases. Negar la lucha de clases es ocultar el verdadero problema, y por tanto imposibilitar encontrar una solución favorable a la mayoría de la sociedad, que está compuesta mayormente por los trabajadores asalariados. Los intereses de la mayoría social trabajadora son contradictorios con los de las oligarquías, y en eso consiste la lucha de clases.

Respecto a la validez del concepto de la izquierda, hay que hacer memoria y recordar que las izquierdas han sido las que han liderado las transformaciones sociales a favor de la democracia, el reparto de la riqueza y la socialización de la producción, la igualdad de género, el antibelicismo y la libertad de conciencia, a lo que se ha sumado la sostenibilidad. Sin embargo, también es cierto que las izquierdas gobernantes en los países occidentales, es decir, la socialdemocracia, han ido cediendo terreno en lo ideológico y lo político frente al neoliberalismo, y han terminado aplicando en lo económico las mismas políticas que la derecha: bajadas de impuestos al capital, desregulación financiera, privatizaciones, precarización del empleo y pérdidas salariales, a la par de secundaban el belicismo imperialista. Este abandono de las políticas de izquierdas ha desideologizado a amplios sectores de la sociedad, que han terminado por pensar que el énfasis en presentarse “de izquierdas” no es sino un reclamo electoralista para movilizar a un cada vez escéptico electorado. Decir que toda la izquierda forma parte de la casta, cuando en Andalucía IU ha impulsado una banca pública bajo control social es, además de falso, una infamia. ¿También Syriza, que es la izquierda radical griega es parte de la casta ?

Claro que es necesario un cambio. Pero si ese cambio, como el que nos prometió Felipe González en los 80 solo se queda en cuestiones de democracia y de eliminar la corrupción, el "cambio" no irá muy lejos como pasó entonces. Hay que provocar una RUPTURA , porque el actual régimen está agotado, como lo demuestra la corrupción, la ley electoral injusta, la politización de la justicia y la vulneración de los derechos sociales, y es incapaz de ampliar los cauces de la democracia. IU apuesta por un PROCESO CONSTITUYENTE. Por una III REPÚBLICA. No basta con cambiar el gobierno. Hay que tomar el poder, y para eso, como propone IU, hay que tener un programa común, un Frente de unidad popular y una gran movilización en las calles. Aquellos que desperdicien esta ocasión tendrán su gran responsabilidad.