se cumplen 11 años de la masacre terrorista yihadista del 11-M en Madrid -192 muertos y casi 2.500 heridos-, y quedan aún por apagar las secuelas del desencuentro abierto entre la mayor parte de las víctimas y los responsables políticos del PP del posterior intento de manipulación masiva señalando a ETA. Ni quienes en el PP protagonizaron aquella desvergüenza democrática, en un inútil intento de mantener viva la sombra de la sospecha sobre aquellos hechos, ni los medios y periodistas que optaron por el amarillismo como medio de hacer negocio han pedido nunca disculpas, pese a que el caso está juzgado y hay sentencia firme del Tribunal Supremo. Al contrario, han intentado mantener abierto el discurso de que el juicio cerró en falso la verdad e insisten en que el 11-M fue una conspiración para llevar al PSOE al poder en 2004. Ahora intentan plegar velas poco a poco. Es más rentable políticamente ahora reconocer la verdad que han negado durante años y aprovechar la masacre del 11-M para vincular aquel atentado con la nueva amenaza yihadista a Europa y justificar así la imposición de nuevas leyes que recortan derechos democráticos fundamentales. Se ha mentido, inventado hechos y testigos e intoxicando a la opinión pública. Pero, como resaltan las propias víctimas del 11-M, nadie les ha pedido perdón.
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