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De excusas y motivos

Existe un dicho popular que viene a decir: “Quien quiere hacer algo, encuentra un motivo. Quien no quiere hacerlo, encuentra una excusa”. En mi opinión, este proverbio tiene una clara vigencia en el panorama político y electoral de hoy.

Ya sea por simplicidad, dejadez o estrategia política, tanto el votante de a pie como los partidos, cuando no queremos hacer el esfuerzo de analizar serenamente las opciones e ideas que se plantean, encontramos rápidamente un argumento fácil para descartar, en lugar de buscar las razones para elegir. Muchas veces no optamos por quien a nuestro juicio es mejor en su conjunto, sino que rechazamos al resto profundizando más bien poco.

Mi sensación como ciudadano, y probablemente la de muchos más, es que esta tendencia se ha ido apoderando de nuestra escena política, tanto local y autonómica como nacional, haciéndonos perder la frescura y riqueza de los primeros tiempos de la actual democracia y contribuyendo a la degeneración del sistema en un coto privado de ciertas élites políticas de personas que, en su mayor parte, tienen una pobre trayectoria personal y profesional, y no tienen más mérito que haber sabido medrar en el momento y lugar adecuados. Un sistema y unas instituciones públicas donde la corrupción campa a sus anchas y muchos de los principios más elementales de una democracia sana, honesta y moderna han sido adulterados para el beneficio de algunos. Me refiero a la separación de poderes, la igualdad de los ciudadanos ante la ley y en derechos y obligaciones, la cohesión social, el poder público al servicio del ciudadano y del bienestar común, y otros.

Frente a todo esto, por suerte, estamos viviendo un tiempo en el que vuelve a aparecer en nuestra sociedad la ilusión por un cambio y la aspiración de recuperar la salud democrática que nunca debieron quitarnos y, por primera vez en mucho tiempo, esto va a ser determinante en el futuro político inmediato. El talento nunca ha faltado; somos un país lleno de grandes personas y profesionales. Quizá lo que faltaba es un cauce para este talento, y creo que se ha encontrado.

Está habiendo personas y conciencias que dan un paso adelante para articular este saneamiento de la política y las instituciones, y van camino de convertirse en figuras visibles de este cambio y representantes de un relevo generacional que ya empezaba a demorarse en exceso. Gente que toma como referente el compromiso, la altura de miras y la voluntad de acercamiento y consenso de aquellos líderes de nuestra Transición a la democracia, tan diversos y opuestos ideológicamente como eran, y creen que las cosas se pueden hacer de otra manera. Esta ilusión y motivación está moviendo recientemente a mucha gente a acercarse por primera vez a un partido político, y en mi caso ha sido Ciudadanos. Esta decisión ha sido fruto de un ejercicio de observación de su talante y de análisis de sus propuestas, hecho con serenidad y mentalidad abierta.

Siendo como soy navarro convencido y defensor de nuestra identidad, historia y peculiaridades, cuando hice esta aproximación a la que llaman formación naranja no podía pasarme desapercibido ese postulado que tanto ha dado que hablar, que a mi juicio se ha visto empleado y, por qué no decirlo, manipulado sin rubor como táctica de descrédito electoral.

No incidiré mucho más en esto, pues para mí es obvio que fisco y fuero son dos conceptos diferentes. El segundo es mucho más amplio, y Ciudadanos solamente habla del primero (y digo bien, habla). Quien nos pueda tildar por ello de “antiforales” o “malos navarros”, sencillamente y con todo respeto, está equivocado. Nuestro antiguo Reyno es tierra de diversidad, de acogida y de pacto; los navarros y navarras lo llevamos en los genes y quienes participamos en Ciudadanos no somos la excepción.

Estoy convencido de que la gran mayoría de quienes nos hemos acercado a este proyecto en Navarra, con nuestro voto (recordemos: casi diez mil) y con nuestra afiliación, lo hemos hecho con nuestras certezas y también con nuestras dudas. Más convencido aún estoy de que hemos encontrado una opción política de centro, abierta, participativa, coherente, trabajadora y representativa de la sociedad de hoy, con vocación europeísta y global, sin más ambición que la de colaborar en el desarrollo de una sociedad plural, democrática y próspera, contando con la palabra, las propuestas, el diálogo y el sentido común como instrumentos y valores fundamentales.

Nos encontramos en los meses previos a una cita tan importante como las elecciones generales, y animo a todo el mundo a participar en ellas. Deseo hacer una invitación a pensar en clave nacional y en lo que los partidos que optan al Congreso y al próximo Gobierno proponen y pueden ser capaces de hacer. Considero que, al igual que Ciudadanos, hay otros movimientos políticos y sociales que persiguen los mismos objetivos y valores, cada cual con su proyecto e ideología, y que encontrarán siempre en nosotros a un interlocutor constructivo e integrador. En nuestra visión política nunca habrá enemigos; en todo caso serán adversarios, y por supuesto conciudadanos.

Hemos venido para quedarnos. Si usted busca pretextos para rechazar, adelante, descártenos. Si busca motivos para elegir, adelante, pase. Dialogue, valore, y si le convencemos más que otras opciones, está usted en su casa.

El autor es número dos al Congreso por Ciudadanos Navarra